52 SEMANAS CON UNA MUJER "ROTA" / Nueva versión en proceso

Semana 36

En un parque acogedor, ella estaba sentada junto a él, aquel chico que le había capturado el corazón, la charla fluía entre risas y gestos cómplices, pero algo en la mirada de ella revelaba una sombra de melancolía.

Él, lleno de energía y entusiasmo, hablaba sin parar sobre sus experiencias, planes y sueños, ella lo escuchaba atentamente, perdida en sus propios pensamientos.

Aunque su sonrisa se mantenía, sus ojos comenzaron a desviarse, como si estuviera mirando más allá del presente.

En un instante, la expresión alegre de ella desapareció, y sus ojos mostraron una tristeza profunda, recuerdos de desconfianza y decepción la llevaron a cuestionarse a sí misma.

Preguntándose si merecía ser amada y si él podría lidiar con las sombras que oscurecían su corazón.

Él, notando el cambio en el ambiente, detuvo sus palabras y la miró con preocupación. "¿Estás bien?", preguntó varias veces, pero ella parecía estar en otro lugar.

La tristeza la envolvía mientras recordaba cada lágrima derramada por confiar demasiado en el pasado.

Ante su desconcierto, él decidió abrazarla suavemente, como si pudiera protegerla de sus propios demonios. "Tranquila, no tienes que estar bien", susurró en voz baja, el abrazo era cálido y reconfortante, un gesto que trascendía las palabras y se convertía en consuelo.

El tiempo pasó, y llegó el momento de despedirse, ella, mirándolo con sinceridad, rompió el silencio preguntando: "¿Volveré a verte?".

Él la besó con ternura y respondió: "Siempre que me necesites". Aunque las palabras eran promesas, también eran un recordatorio de que estaría allí incluso en los momentos en que ella no pudiera expresar sus necesidades.

Así, con un beso lleno de significado, se separaron, llevando consigo la posibilidad de un amor que trascendía las palabras y se aferraba a la promesa de estar presente, incluso cuando las sombras del pasado intentaran empañar el futuro.