Semana 16

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En un rincón apacible del mundo, vivía una chica que había encontrado una paz profunda en la soledad, su vida era un reflejo de amor propio, una danza tranquila con su propio ser.

No necesitaba compañía para sentirse completa, porque había descubierto la belleza en su esencia, en cada respiración y en cada pensamiento.

Para ella, el camino no era importante; lo esencial era detenerse y admirar las flores que crecían a su alrededor, con sus colores vivos y su fragancia sutil, cada pétalo era un recordatorio de la delicadeza y la fuerza que coexistían en su alma.

Alzaba la vista al cielo y se perdía en su inmensidad, sintiendo cómo cada nube y cada rayo de sol acariciaban su corazón.

No buscaba consuelo, porque había dejado de cuestionarse a sí misma y al mundo, simplemente permitía que las cosas sucedieran, sin intentar alterarlas.

Era como un río que desciende con fuerza, su corriente deslizándose suavemente sobre las piedras, sin detenerse, aprendió a fluir con la vida, abrazando cada curva y cada obstáculo con una sonrisa serena..

Ella ya no intentaba adaptarse a las estaciones; en cambio, las estaciones se adaptaban a ella, sabía cómo ir a favor de la corriente, aprovechando su impulso natural, pero también comprendía cómo nadar en contra de ella cuando era necesario, sin causar alteraciones.

Su felicidad estaba por encima de todo, flotando libre y serena, como el agua cristalina que refleja el cielo azul.

En su soledad, encontró un refugio que le permitió descubrir la belleza en los pequeños detalles, en las pausas y los silencios, cada momento de introspección era un abrazo a su propia vulnerabilidad, una celebración de su fuerza interior.

Ella era la encarnación de la calma y la resiliencia, un testimonio viviente de que la verdadera paz y la felicidad se encuentran dentro de uno mismo, en la capacidad de aceptar y fluir con la vida.

En su corazón, ella era como el río que nunca cesa, una corriente interminable de amor y aceptación.

Su vida era un poema escrito con letras de serenidad y amor propio, una historia que resonaba en el alma de cualquiera que la leyera, recordándonos que la felicidad más pura nace de la armonía con uno mismo y con el mundo.

52 SEMANAS CON UNA MUJER "ROTA" / Nueva versión en proceso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora