𔘓 02 𔘓

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Dante, tuvo que tomar ese tiempo para calmarse, no quería castigarlo mientras estaba enojado así que lo mandó a esperar en el rincón mientras el hacía tiempo para calmarse.

Llevó las cosas a la cocina, donde se dio cuenta que más que enojo, sentía decepción de que el menor lo hubiera engañado.

Escuchar su explicación iba a ser difícil, pero necesaria. Lavó el bowl y tomó un vaso de agua que lo relajó por completo, eran pasadas las tres de la mañana, debía apurarse con el castigo porque dentro de un par de horas había trabajo para él, y escuela para Nathaniel.

Subió las escaleras y entró al cuarto donde el menor se encontraba tal como lo había dejado, pero estuvo seguro de que el contrario sintió su presencia, pues su cuerpo se tensó y se dio la vuelta para mirarlo.

— Señor, en serio lo siento, lo siento mucho, no mucho, demasiado, por favor, perdóneme, se lo ruego, promet-

—Nathaniel, date la vuelta ¿Quién te dijo que podías salir del rincón? Nadie.

El menor se volteó y comenzó a soltar unos sollozos bajitos, sabía que estaba nervioso, y con razón porque lo que se venía no era un juego.

— A-aprendí la lección, perdóneme —habló dejando caer varias lágrimas.

Dante estaba confundido ¿El chico pensaba que ese había sido el castigo? Porque si eso creía, estaba mucho más que equivocado.

—Nathaniel, estás perdonado corazón, siempre te voy a perdonar, quizás unas veces cuesten más que otras, pero te perdono... Sin embargo, eso no significa que el castigo haya terminado, ni si quiera ha empezado; este par de minutos en el rincón fue solo un tiempo de espera.

Los sollozos del más pequeño se hicieron más fuertes, no entendía cuál sería el castigo entonces.

—Ven aquí Nathaniel —dijo mientras se sentaba en una silla de madera que había puesto expresamente para estas ocasiones. — Acuéstate boca abajo sobre mis rodillas.

—¿P-para qué?

El mayor suspiró, él realmente no tenía idea.

—Vas a ser castigado Nathaniel, y vas a aprender con esto que las reglas están para cumplirse. Si te niegas o te resistes al castigo, créeme que la vas a pasar muy mal, y no queremos eso, ninguno de los dos.

—¿Cómo v-voy a ser castigado?

—Nathaniel, tienes tres segundos para ponerte en la posición que te dije si no quieres que el castigo se alargue ¿De acuerdo? Empiezan ya... Uno, Dos...

El chico se acercó entre sollozos lo que hizo que el mayor parara de contar y lo ayudara a acomodarse sobre sus rodillas al ver lo mucho que le estaba costando.

—Bien Nathaniel, tu traserito va a pagar las consecuencias de tus actos, vamos a dejarlo rojito y calentito para que puedas dormir recordando las reglas que rompiste hoy —vio como el menor se removió e intentó levantarse, entonces la primera nalgada cayó a la derecha, dejándolo completamente paralizado. — Te recomiendo que no salgas de ésta posición si no quieres que el castigo aumente, voy a comenzar, acepta tu castigo como un chico bueno.

Las nalgadas comenzaron a caer de forma fuerte desde un principio, y no dolían tanto pero Nathaniel no aguantaba la vergüenza, estar el primer día a las tres de la mañana, boca abajo, mientras que el que apenas lo había adoptado nalgueaba su trasero, lo tenía en shock, no podía asimilarlo.

Pronto, las nalgadas comenzaron a ser rápidas y constantes, empezaban a doler y el empezaba a desesperarse.

—¡Auu! Y-ya por favor, entendí...¡Au! ¡ENTENDÍ!

—Apenas estoy calentando este traserito, vamos empezando, y te recomiendo que no grites si quieres que me detenga, porque solo lo harás más largo. Ahora voy a quitar una capa.

Y con capa se refería a al pantalón de pijama que llevaba el menor, su plan era bajarlo lento, no solo porque sabía que estaba avergonzado, lo cual era parte del castigo, pero también quería darle tiempo después de todas las nalgadas, sin embargo, cuando el menor comenzó a moverse y a intentar sujetar fuerte sus pantalones para que no fueran bajados, y a dar pataletas, se dio cuenta que ir lento y darle tiempos de descanso, no era una opción.

Bajó rápido sus pantalones y dejó una fuerte palmada en uno de sus muslos, la cual hizo retorcerse al más pequeño por el ardor ocasionado.

—Te dije que no intentaras salir de la posición o te iría mal, parece que quieres alargar la noche, y créeme Nathaniel que puedo estar aquí todo el rato que sea necesario.

—¡E-es que duele! —dijo entre sollozos.

—Se supone que duela, y créeme que seguirá doliendo, ahora, quita tu manito de tu muslo o volveré a darte ahí.

El chico la quito dudoso y Dante volvió a llevar la mano a su trasero, acariciando un poquito sobre su ropa interior.

—Aquí vamos.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

Para este momento Nathaniel sentía que el castigo no terminaría nunca, estaba hecho un desastre en lágrimas y respiración, esto fue notado por el mayor, por lo que se detuvo un poco.

—Lo estás haciendo bien Nathaniel, tranquilo —acarició un poco sus nalguitas buscando aliviarlo un poco por esos segundos, pero sus palabras solo lo hacían aumentar sus sollozos. — Nathaniel, voy a continuar, por favor se un buen chico.

Esto podía ser difícil... Tomó la elástica de sus calzoncillos y comenzó a bajarlos.

—Noooooo, por favor, p-por favor —dijo entre llanto, ya algo ahogado por sus lágrimas.

—Nathaniel, debes calmarte.

—Porfaaa, nooo, no me los quites~ buaaaaa —dijo y tosió un poco.

El mayor entendía que eran muchas emociones para el, pero aún faltaba una parte del castigo, y no iba a pasarlo por alto.

—Nathaniel, no hemos terminado ahora trata de calmarte un poco, tranquilo, lo estás haciendo bien.

Bajó sus calzoncillos recibiendo aún quejas por su parte y volvió con las nalgadas

PLAS PLAS PLAS.

Dejó caer esas tres en su nalga derecha.

—Te dije las reglas y las desobedeciste como si no importaran. PLAS PLAS PLAS —nalgueó ahora en la izquierda recalcando sus palabras.

Nathaniel se retorcía en los muslos del mayor, sintiendo que no podía aguantar, sus nalguitas ya estaban rojitas, aunque podrían estarlo aún más, y lo estarían.

—N-no puedo más, n-no aguanto, duele mucho.

—Yo se que puedes, Nathaniel.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS.

Siguió nalgueando su traserito por cinco minutos más, dejando una que otra palmada en sus muslos, y por los quejidos del chico estaba claro que aquellas dolían más.

Repartió varias caricias mientras escuchaba los bajitos sollozos del menor, su corazón se rompía, obviamente no le gustaba verlo así, pero era necesario.

—Nathaniel, levántate.

Enseguida se levantó e intentó subir sus pantalones pero el mayor lo detuvo.

—Dije levántate, no que tenías permiso para subir tu ropita, casi terminamos  —al ver la carita del menor quiso olvidar todo, pero debía ser firme, y quizás con esto el chico se pensaría dos veces antes de romper las reglas. —Voy a darte cinco más.

El menor se sintió aliviado al escuchar eso, después de todas las nalgadas que había recibido, aquello sería pan comido.

Lastimosamente ese alivio le duró poco, cuando vio al mayor levantarse y sacar de una de las gavetas, una regla de madera, ancha y gruesa, junto a un cinturón también ancho y de cuero.

̨𔓕 Be a good boy ̨𔓕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora