𔘓 09 𔘓

5.9K 207 12
                                    

Una patada lo sacó de sus pensamientos, el menor estaba tratando de alejarlo, sin dejar de llorar.

El mayor suspiró tratando de calmarse, dejó las cosas en la mesita de noche y tomó sus piernas para tranquilizarlo.

Iba a mencionar algo de un castigo para que se tranquilizara, pero supo que sería muy hipócrita de su parte teniendo en cuenta que el tenía el mismo miedo, y el menor seguro tenía sus razones también.

—Nath, corazón, escúchame bien —habló suavemente y acarició el brazo del menor que aún se encontraba escondido debajo de la cobija.

— ¡No! ¡No te dejaré! ¡No lo entiendes!

—Nath, si lo entiendo, créeme, quizás no lo creas porque soy un doctor, pero le tengo demasiado miedo a los otros doctores cuando deben revisarme, o cuando debo recibir una inyección, no sabes cuanto miedo me da.

Sonrió con esperanza cuando el más pequeño descubrió su rostro, dejándolo apreciar lo asustadizo que estaba, pero se veía dispuesto a escuchar.

—Entiendo tu miedo, ahora sabes mi secreto, también me dan miedo, y sabes que si yo entiendo, haré mi mayor esfuerzo por ser rápido y que duela lo menos posible, porque no quiero lastimarte, al contrario, todo lo que quiero es que te sientas mejor —acarició la mejillita del menor y decidió acostarse a su lado para abrazarlo, necesitaba tiempo.

—Dante, en serio me da mucho miedo, tu ahorita me das tanto miedo...

—Lo sé, corazón, entiendo lo que dices y es válido, pero tienes que verme más allá de un doctor, eres mi familia, te amo demasiado y todo lo que quiero es cuidarte.

—Eso no quita mi miedo...

—Lo sé, pero no crees que tu, mi valiente niño ¿Podría hacer un esfuerzo y darme la oportunidad de curarte? No sabes lo mucho que me parte el corazón verte enfermito.

Vio como el menor se lo pensaba y aprovechó el momento para acostarlo boca abajo y quitar la cobija con cuidado.

—Nath, prometo que lo haré con cuidado y pronto te sentirás bien, se que tienes miedo, pero yo estoy aquí contigo, y nada malo podría pasarte ¿Sí?

Un sollozo se hizo presente como respuesta.

El mayor bajó los pantalones del chico junto a sus calzoncitos.

—Dan... t-tengo mucho miedo.

—Shh, shh, tranquilo corazón, vas a estar bien, aquí estoy yo contigo, está bien llorar, no pasa nada.

Rompió el paquetito para sacar el algodoncito, húmedo por el alcohol, el cual lo pasó con delicadeza en el traserito del menor, justo donde iba a inyectar.

Tomó la jeringa y quitó la tapita pero al acercarla y escuchar los sollozos del menor se asustó de él mismo y sintió como su mano temblaba levemente.

"Es diferente, Dante, tu lo estás haciendo por su bien, no quieres lastimarlo, quieres cuidarlo"

Se repitió aquello varias veces en su mente y sintió como una lágrima se deslizó por su mejilla.

Necesitaba calmarse, respiró profundo y tomó otro de los algodoncitos para limpiar el área nuevamente y acercó la jeringa un poco cuando notó que ya no temblaba.

—Nath, vas a sentir un pinchazo y un leve ardor por el líquido, pero será rápido, respira hondo, corazón.

Miró atentamente hacia su espalda y cuando vio que tomó aire, no esperó ni un segundo. Insertó la aguja, jaló para ver si no salía sangre y comenzó a administrar el líquido.

—¡Ay! auch, auch, auch, Dante me duele, sacala por favor. —dijo entre sollozos.

— Ya casi termina, tranquilo... respira hondo para sacarla —pidió y enseguida notó que obedeció, sacó la aguja y la botó en la basura para luego hacer presión con el algodoncito. — Muy bien bebé, estoy orgulloso de ti, fuiste muy valiente.

Masajeó un poco con el algodón y subió nuevamente su ropa, mientras el menor solo lloraba.

—Shh, shh, lo hiciste bien Nath, muy bien, ya vas a ver como te sientes mejor después, y lamento mucho haber tenido que inyectarte.

Acarició el cabellito del menor con delicadeza y notó como se reincorporaraba, para luego sentarse en sus piernas, haciéndolo sonreír ante la acción.

— Que lindo mi niño valiente, estoy muy orgulloso de ti.

Siguió dándole palabras de apoyo y caricias mientras se iba calmando poco a poco, solo deseaba que el menor pudiera mejorar pronto, odiaba verlo así, y su corazón latía con fuerza preocupado por él.

—Lo siento, lo siento mucho, no quería portarme así, ni gritarte, ni hablarte mal.

—Está bien, Nath, puedo dejarlo pasar está vez, se que te sentías muy mal, y estabas asustado, solo que no quiero que se repita ¿Sí?

Dejó un beso en su cabecita y siguió acariciándolo.

—Ven Nath, vamos a acostarte, intenta dormir un poco y veremos si mejoras.

—¿Qué pasa si no mejoro para mañana? —preguntó con preocupación de que fuera lo que se imaginaba.

El mayor se acercó y besó su frente.

—Esperemos que mejores, si no mejoras ya veremos...

Lo acomodó en la cama, lo cubrió con la cobija, y se quedó unos minutos acariciándolo hasta que por fin logró dormirse, sin embargo, la preocupación de Dante no disminuía.

Constantemente posaba con cuidado su manito en la frente del menor, incluso al notar que no bajaba, colocó un pañito humedecido con agua fría en la frente del más pequeño, deseando que aquello ayudara.

Sabía que debía a acostumbrarse, veía a quello siempre y sabía que estaba viviendo con un adolescente que quería salir, disfrutar y a veces vivir momentos de rebeldía, no sería la primera ni última vez que se enfermaria, tendría que lidiar con ello y los miedos que compartía con el menor.

Volvió a posar su mano en la frente del chico pero está fue tomada por otra mano, la de Nathaniel. Lo vio sonreír con sus ojitos cerrados aun, y habló con una voz adormilada.

—Dan, estoy bien... —dijo soñoliento y bajito mientras intentaba acariciar la mano del mayor, pero volvió a caer dormido.

Dante sonrió y se acercó para dejar un besito en su mejilla, se acostó a su lado a la par que cerraba sus ojos, quería estar ahí por si el menor lo necesitaba.

̨𔓕 Be a good boy ̨𔓕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora