𔘓 03 𔘓

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— ¿P-para q-

—Vas a recibir tus últimos cinco azotes con uno de estos dos, dejaré que tu escojas cuál quieres.

— L-la mano...

Dante negó y le mostró los dos implementos que podía seleccionar.

—P-prometo que aprendí, n-no volverá a pasar, lo siento... buaaaaa —volvió a llorar.

—Espero que no vuelva a pasar, Nathaniel, créeme que lo último que quiero es que esto tenga que repetirse, ven, escoje cual antes de que el número de azotes aumente.

El menor llorando, analizó las dos opciones. Nunca había sentido ninguna de las dos, pero aquella regla se veía aterradora, así que señaló el cinturón.

—Bien, el cinturón será —afirmó el mayor, guardando la regla. — Okey, Nathaniel, vas a acostarte en la cama y quiero que cuentes los cinco azotes que te daré, no vayas a meter tus manos.

Tomó las almohadas y le indicó al chico que se acostara en estas, dejando así que levantaran su trasero. Apenas se acomodó, el mayor no le dejó tiempo para pensar y cayó el primer azote.

¡ZAZZ!

El sonido del azote, resonó en toda la habitación, y vino acompañado de un grito por parte del menor, quien ni siquiera pudo moverse ante la sorpresa.

—Cuenta, Nathaniel.

—U-uno... —dijo en llanto.

¡ZAZZ!

— ¡AHH! ¡DOS! —gritó ante el dolor, pero esta vez si se movió y llevo sus manos para frotar su trasero.

Dante lo dejó unos segundos sintiendo su corazón romperse con cada grito y lágrima que el menor soltaba.

—Falta poco, corazón, quita tus manos, por favor, y no salgas de la posición.

¡ZAZ! ¡ZAZ!

—T-tres... ¡Cuatro! 

Estos dos fueron seguidos pero suaves, sin embargo eso no quitó el dolor y ardor acumulado que el chico sentía, por lo que se llevó sus dos manos para sobarse.

—Vamos campeón, uno más y terminamos.

¡ZAZZZ!

Ese último fue firme y con fuerza para finalizar el castigo.

—¡CINCO! ¡CINCO! —el llanto no se detuvo, al contrario, aumentó.

Dante se acercó al menor, se sentó a su lado, y llevó su mano a su trasero para sobar este, causándole un susto al contrario.

—Shh, shh, shh, ya terminamos Nath, fuiste un buen chico, lamento haberte castigado, corazón.

—L-lo siento tantoo —dice entre lágrimas.

—Está bien, ya pasó ¿Te acuerdas la regla del por favor y gracias?

—¡Gracias! —exclamó sin querer saber de castigos nunca más.

—¿Gracias por qué, Nath?

—G-gracias por castigarme. —sollozó avergonzado.

—No es nada corazón, lamento que tu noche haya terminado de esta forma, y que haya tenido que dejar rojo este traserito, pero fuiste un buen chico, te pondré una cremita para aliviar ese dolor ¿Te parece?

El chico asintió dejando de lado la vergüenza, pues solo podía pensar en una forma para aliviar el ardor.

Dante buscó en el cajón una cremita, tomó una cantidad generosa y comenzó a aplicarla en la lastimada colita del menor, causando quejidos, pero también alivio.

̨𔓕 Be a good boy ̨𔓕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora