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Al llegar a la casa tuvo que ayudar al menor a moverse para poder subirlo al piso de arriba, donde lo llevó al baño con la intención de darle una ducha y que se le pasara el efecto del alcohol.

—Nathaniel, desvistete, ya está el agua lista, tiene la temperatura perfecta.

—Nooo, noo me quiero bañaar —dijo con una pronunciación extraña y lenta.

—Desvistete ahora, y anda a bañarte.

Dejó una palmada en su trasero para que obedeciera, y eso hizo.

Tuvo que quedarse en el baño por si el menor se resbalaba o necesitaba ayuda, y lo dejó al rededor de veinte minutos bajo la regadera, un completo desperdicio de agua, pero lo necesitaba lejos de la ebriedad, porque se iba a acostar con su traserito ardiendo.

El efecto del alcohol se pasó por completo.

—Nathaniel, sal de la ducha.

—N-necesito ropa...

—Envuelvete en la toalla, voy a curar las heridas que te hiciste.

—Es que no quie-

—No fue una pregunta, obedece.

Nathaniel sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, el mayor estaba completamente serio, no estaba de broma, pero a pesar del poco tiempo que llevaba con el, podía leerlo, y más que enojo, había preocupación, quería decirle que estaba bien, pero no lo estaba.

Sabía que Dante lo terminaría castigando ese día, lo supo desde que probó el primer trago de alcohol en la noche.

Sería solo un castigo, dolería un ratito, luego el mayor le daría mimos e irían a dormir felices, no iba a beber todas las noches, solo en aquellas divertidas fiestas, luego se encargaría de que el mayor le diera permiso de nuevo para salir.

—Siéntate en la cama. —ordenó el mayor con un semblante serio, sosteniendo unas curitas grandes, un alcohol en spray y unos algodones.

Iba a doler.

Nathaniel no muy encantado con los ánimos del mayor, ni con la cura de sus heridas, se sentó en la cama, viendo como Dante se arrodillaba frente a él.

— Te va a arder un poco, te agradezco que te quedes quieto.

Nathaniel hizo su mayor esfuerzo por no decir nada, pero apenas el mayor rozó sus heridas con el algodoncito bañado en alcohol, sintió un ardor inexplicable, y sus ojos se humedecieron enseguida, cosa que Dante notó.

—Ya pasó corazón, eres fuerte, cuando menos lo esperes vamos a haber terminado, yo se que puedes.

Nathaniel se confundió un poco ante el cambio del mayor, incluso cuando terminó de ponerle las curitas, acarició un poco su espalda y lo abrazó fuerte.

¿Entonces estaban bien? ¿No iba a castigarlo?

Cuando se separó vio a Dante acomodando dos almohadas en el medio de la cama, eran de las grandes y se veían cómodas, ¿Se acostarían ya a dormir?

—Quítate la toalla, y acuéstate. Quiero que pongas tus caderas en la parte de las almohadas.

El menor tragó en seco, los nervios comenzaban a golpearlo, y se estaba arrepintiendo un poco.

Un poco bastante.

—¿Vas a...?

—Voy a castigarte, y tu vas a recibir tu castigo como un buen chico.

Nathaniel, le dio la espalda, entre avergonzado y nervioso. Comenzó a quitarse la toalla y se acostó sobre las almohadas, sintiendo como su trasero quedaba levantadito y expuesto.

̨𔓕 Be a good boy ̨𔓕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora