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Era un día como cualquier otro. El fin de semana Dante y Nathaniel salieron de compras, fueron al cine, también estuvieron en un arcade y la pasaron genial, pero ya era lunes y era hora de ir a la escuela.

Dante, lo estaba esperando abajo con uno de aquellos deliciosos desayunos que le daban energía para todo el día, pero por alguna extraña razón Nathaniel no tenía muchas ganas de ir a la escuela, sin embargo, no podía faltar.

Se arregló lo más rápido que pudo y bajó las escaleras, siguiendo los ruidos que venían de la cocina.

—Buenos días, corazón ¿Cómo dormiste?

—Dormí muy bien, Dan ¿Y tú?

Nathaniel lo abrazó y Dante correspondió; para Nath, sus abrazos eran los mejores.

Después de hablar un buen rato, y tener todo listo, se montaron en el carro y Dante lo llevó a la escuela, como era de costumbre.

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"Sí, mi papá me castiga con azotes cuando me porto mal o cuando no cumplo con las reglas, obviamente a nadie le gusta que le peguen, pero se que él lo hace con el fin de que aprenda, y que no vuelva a repetirse, nunca me castiga cuando está enojado, siempre calmado y cuando ya me perdonó, pero el castigo es necesario para reforzar mi aprendizaje y las actitudes que tome en un futuro. Luego de cada castigo, papá me abraza, me da besitos y me dice cosas bonitas, el siempre se hace cargo de hacerme saber que no lo hace para lastimarme o descargar su enojo, sino que lo hace para enseñarme y que aprenda la lección, y esto sonará extraño, pero me gusta cuando acaba el castigo y se encarga de cuidarme, tratarme bien y todo eso. Él es el mejor"

Esa es la tarea que la profesora les había mandado a hacer, consistía en un par de preguntas, que incluia si sus acudientes los castigaban, cómo lo hacían y qué opinaba cada uno de eso.

A Nathaniel le daba un poco de vergüenza escribirlo, pero lo acabó y se lo entregó a la profesora.

Un rato después haciendo otra tarea, vio un papelito de colores, era una nota para él.

"Nathaniel, eres super cool, nos encantaría que formarás parte de nuestro super club, estaríamos encantados, de tenerte con nosotros. Si quieres unirte, nos encontraremos en el último recreo, el baño de chicos del pasillo abandonado. ¡Te esperamos!

-TheSuperOnes. "

Nathaniel no pudo contener la emoción, sus ojitos brillaban, y hasta sintió que podría llorar de la felicidad. Un club lo quería ¡Tendría verdaderos amigos! ¿Quiénes podrían ser? No podía esperar a que ya fuera el último recreo.

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Nathaniel llevaba la notita en su mano, repasando el mensaje en su mente una y otra vez, dejando mostrar una amplia sonrisa.

No había mucho movimiento en aquella área, de hecho, era el único, supuso que era un club secreto, y que los integrantes se encontrarían dentro del baño, así que entró.

Estaba solo.

No había nadie más, las luces estaban apagadas, dándole al baño un aspecto algo tenebroso, estaba seguro que este era el lugar que indicaba la notita.

Decidió aventurarse y adentrarse, pero justo cuando prendió las luces, la puerta se cerró, y varios chicos salieron detrás de esta.

— ¡Nathaniel, viniste!

El menor dio un brinco del susto al ver a los chicos, eran cinco y comenzaron a acercarse mucho, invadiendo su espacio personal; eso lo puso algo nervioso.

—H-Hola... u-un gusto conocerlos.

—Nathaniel, pensamos que no vendrías, estamos super emocionados, eres increíble y nos alegra que hayas decidido entrar.

Nathaniel se relajó un poco, sintiendo como esas palabras hacían que su corazoncito saltara de felicidad.

¿Había gente que quería juntarse junto a él? ¿Que les parecía increíble?

Estaba encantado con sus palabras, pero aquello duró poco. Vio a uno de los chicos pasarle el seguro a la puerta, y empezaron a acercarse aún más.

—Justin, la silla.

Nathaniel los miró algo confundido, ahora su corazón latía con  fuerza, pero era por la desconfianza que todo aquello le estaba generando.

Uno de lo chicos de cabellos rubios sacó de los cubículos una silla, y la puso en el medio del baño.

—Verás, Nathaniel... Te admiramos bastante —dijo y por alguna extraña razón soltó una risa — La tarea que le entregaste hoy a la señorita Leyla nos pareció muy interesante. —dijo mostrándole el papel que le había entregado a la profesora.

Sus mejillas comenzaron a arder y la vergüenza lo inundó, quería irse.

Se dio la vuelta e intento ir a la puerta, pero el chico más grande lo detuvo, Mike. Otros dos bloquearon la puerta.

—¿A donde vas, Nathaniel? Dijiste que querías unirte... Queremos una demostración. —habló Mike.

—¿D-Demostración?

—Claro, de tu tarea.

Nathaniel aún no entendía, pero no le estaba gustando para nada aquello.

— Dime, como te castiga tu "papá" —dijo Mike haciendo comillas con sus dedos. —Porque por lo que sabemos todos, eres un huérfano.

—N-no soy huérfano, Dante es mi familia.

—Dante podría hasta estudiar con nosotros si se hubiera quedado un par de añitos. —dijo otro de los chicos.

Los ojos de Nathaniel se humedecieron ¿Por qué estaban siendo tan crueles con el? Se estaban riendo...

—Vamos, Luke, enciende el live, enciéndelo.

Notó el flash de un celular apuntándolo a él, e iluminando más el sitio. Mike tomó su mano y lo atrajo hacia el, llevándolo hacia la silla

—Hola a todos, adivinen a quién tenemos aquí, a Nathaniel O'Connor, el huérfano que es castigado por un desconocido...Va a darnos una demostración hoy.

Nathaniel quería llorar por la humillación ¿Qué hacían grabando?

Entonces, algo que definitivamente no vio venir, comenzó a pasar.

̨𔓕 Be a good boy ̨𔓕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora