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Dante caminaba en círculos preocupado, ya había pasado demasiado rato y el menor aún no volvía.

—¡Contesta, maldita sea!

Llevaba demasiado rato llamando al chico y escribiéndole, pero nada.

El menor le había rogado para ir a aquella fiesta, que debía dejarlo ir, que al fin había hecho amigos y que muchos irían.

Dante había dudado mucho, no quería que el menor se separara de él, pero sabía que no podía tenerlo encerrado como si fuera rapunzel, y también sabía que el menor quería vivir su adolescencia, hacer amigos, salir y disfrutar.

Lo dejó ir, pero antes lo hizo prometer varias cositas.

Entre esas, estar pendiente del celular y volver temprano a casa, nada de bebidas para adultos, ni sustancias extrañas.

Sintió una lágrima caer por su mejilla ante la desesperación, tomó sus llaves y salió de la casa para después montarse en el carro, listo para buscar al menor en aquella fiesta.

Manejó lo más rápido que la ley le permitía, y al llegar al lugar sintió su corazón detenerse unos segundos...

¿Qué hacía la policía ahí?

Había una chica rubia que parecía tener algo de protagonismo, estaba llorando sin detenerse mientras le rogaba a la policía, pero alrededor, era todo un desastre. Demasiados adolescentes que parecían caminar sin rumbo estaban ebrios, drogados... parecía una película de zombies.

— Mierda, mierda ¡Mierda!

Golpeó el volante y se apresuró a bajarse para acercarse al centro de todo.

—Buenas noches, disculpen, estoy buscando... estoy buscando a mi hijo. —se sentía extraño, no sabía como llamarlo, era imposible con sus edades que el menor fuera su hijo, pero lo quería como uno.

La escena era un caos, habían carros de policía rodeando la casa y llevándose hasta cuatro muchachos dentro.

—P-por favor, ayúdenme a encontrarlo, su nombre es Nathaniel.

—Ohh, el sin nombre. Lo llevaron a la estación de policía más cercana, está al cruzar la esquina, lo tienen detenido con varios adolescentes.

Trató de soltar un "gracias" pero solo salió un murmullo inentendible.

Su corazon latía con fuerza mientras conducía hacia la estación de policía, su pecho dolía demasiado ante la preocupación, sentía como si le faltara el aire y el simple hecho de respirar, le causaba un gran dolor.

Sus ojos también estaban húmedos por las lágrimas, y era el resultado de todos aquellos horribles escenarios que su mente le mostraba, escenarios que perfectamente podrían suceder con el menor en ese estado, desde que se aprovecharan de él, hasta que se lo arrebataran y perder la custodia.

Se sentía el más culpable e irresponsable, no podía imaginarse una vida sin el menor.

Al llegar se bajó rápidamente y entró a la comisaría, después de haber detenido sus lágrimas.

—Buenas noches, vengo a buscar a Nathaniel O'Connor, mi... hijo.

—Necesitamos los comprobantes de que es familiar suyo, Nathaniel ha sido detenido por verse involucrado en una fiesta llena de alcohol y drogas, siendo el un menor de edad.

Le entregó los papeles enseguida donde decía que el menor estaba bajo su custodia y tuvo que pagar una cifra para que lo dejaran llevárselo a casa esa noche.

Dante, también recibió un llamado de atención por parte de los policías, diciendo que debía tener cuidado con el menor y no volverlo a descuidar de esa forma.

Cuando al fin vio al chico salir, corrió hacia él para abrazarlo mientras unas lágrimas caían de sus ojos por la preocupación que había tenido.

Al separarse notó que el pantalón del chico estaba roto y tenía unas raspadas, estaba sucio y en su cara parecía tener unos rasguños, pero se encontraba algo perdido aún.

—Ohh, Nathaniel estaba muy ebrio, ni siquiera podía decirnos su nombre, y cuando lo sacamos de la fiesta ni siquiera podía caminar, se cayó y por eso tiene algunos raspones, lo sentimos.

Dante escuchó al policía y asintió.

—No se preocupe, me encargaré de que no vuelva a suceder. Buenas noches y gracias por su trabajo.

El menor no decía absolutamente nada, no sabía si era por lo ebrio que estaba o porque se imaginaba ya lo que le esperaba.

Lo sacó de la comisaría y ni siquiera el sabía que decir.

— ¿En qué estabas pensando, Nathaniel?

— ¡Vayaaaamos a bebeeer! —dijo levantando su brazo.

— ¡Eres un irresponsable! ¿Cómo se te ocurre? ¡NO VES LO QUE HACES!

— Eres uuuun doctorcitoo amargado y aburridooo, solo molestasss, no sabes divertirtee —dijo lento por los efectos del alcohol que aún seguían en su organismo.

El corazón del mayor se arrugó y se preguntó cómo era posible que después de estar tan preocupado, de cuidarlo y amarlo tanto estos días, podía el menor decir tal cosa.

Sintió sus ojos humedecerse levemente y apretó sus labios intentando no hacerle caso a sus palabras.

Ese siempre fue un dolor que sintió, realmente su sueño siempre fue dar esa seguridad, cuidado y amor que tanto deseó. Todos decían en la escuela que era un rarito, que desperdiciaba su vida en el estudio.

Lo mismo en la universidad "¿Qué hace un chico tan joven aquí, es extraño" "Debería aprovechar, que aburrido como desperdicia su vida" y lo mismo en la clínica "Que hace un doctor tan joven" "Ni siquiera debe tener experiencia" "No debe estar claro en la vida"

Lidear con esos comentarios nunca fue fácil, y quería aprobación de todos, pero nunca puedes mantener a todos felices, nunca van a estar contento con lo que haces, menos si notan que te hace verdaderamente feliz.

— Entra al carro, Nathaniel.

— Obligameee, vamoss, obligameee~... ¡Ay!

El mayor dejó una fuerte palmada en su trasero, aprovechando que no había mucha gente pasando por la calle.

— Dije que te montaras en el carro, obedece.

Enseguida el chico rodó los ojos y entró al carro, le costaba mantener el equilibrio, y no tenía la menor idea de todo lo que le esperaba aquella misma noche.

̨𔓕 Be a good boy ̨𔓕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora