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—Listo, quedate cinco minutos en el rincón y vuelve a dormir. —dijo ayudando al chico a levantarse, aun sin mirarlo.

Entonces, unos sollozos se hicieron presentes, el menor comenzó a llorar con fuerza y a pasar las manos por su cabello ante la frustración.

Dante estaba desconcertado, sin entender lo que sucedía, no lo había castigado muy fuerte ¿Qué puso al menor de tal forma?

El chico aumentó su llanto y caminó hasta los cajones, sacando desesperado la correa y la regla, además, había un cepillo junto a una gruesa cuchara de madera que también tomó.

—Nathaniel, te dije que fueras al rin-

—¡CASTIGAME! —gritó en sollozos el menor mientras le entregaba las cosas bruscamente ante la desesperación.

—¿Qué?

—¡Castigame por favor! ¡Usa todo lo que quieras! ¡Pégame fuerte, muy fuerte! ¡Deja marcas, pero...

La voz del menor se quebraba y cada palabra sonaba más bajita que la anterior, mientras, el mayor no sabía como reaccionar, era como si despertara después de una semana completa y se diera cuenta de la situación.

—Pero por favor, quiéreme de nuevo ¡Quiéreme!

—Nath...

—¡Cállate y escucha, maldita sea!

Dante no hubiera permitido ese vocabulario, pero pensó que quizás debía dejarlo soltar lo que tenía, pues el menor parecía tener una gran carga que lo atormentaba.

— Me sacaste de ese horrible lugar —comenzó gritando entre lágrimas — Llegué, me castigaste y luego me diste todo el amor que nunca he recibido, me hiciste sentir amado, querido, comprendido, y nunca me había sentido tan bien y feliz. Por primera vez sentí que era una persona y que le importaba a alguien más, pero de la nada ¡Comienzas a comportarte como un estúpido!

Dante suspiro profundo manteniendo la calma, estaban sucediendo muchas cosas en muy poco tiempo y parecía que el menor tenía muchas cosas más que decir.

— No volviste a mirarme. No te pido abrazos, ni besos, ni tus estúpidas y suaves caricias, pero creo que podrías mirarme aunque sea y no ser un cortante que ni siquiera puede preguntarme cómo me fue en la escuela —tomó bastante aire para continuar, era difícil sacar todo y elevar la voz mientras llorabas — ¡Me porto bien y nada! ¡Me porto mal y nada! ¡Compré todas estas estupideces y rompo las reglas, pero lo único que recibo son unas palmaditas con una ida al rincón y tú indiferencia! ¿QUÉ ES LO QUE QUIERES? ¿CASTIGARME TE HACE FELIZ? ¿ME VAS A QUERER SI LO HACES? ¡HAZLO ENTONCES!

Los gritos del menor le salían de lo más profundo de su garganta, y ambos sabían que no tendría voz para el día siguiente.

Apenas terminó se tumbó sobre las rodillas del mayor con su trasero descubierto, no le importaba humillarse solo, lo único que quería era un poco más de afecto y se conformaría.

—¡P-PÉGAME, HAZLO! —dijo con su voz quebradiza.

El corazón de Dante estaba arrugado, y sus ojos humedecidos ante las palabras y sollozos del chico.

Jamás esperó que el menor se sintiera de aquella forma, y cada palabra y lágrima que soltó, lo hicieron sentir completamente terrible, él no tenía la culpa de lo que le estaba pasando, y no merecia nada de aquello.

Respiró hondo, no quería derrumbarse frente al chico. Subió sus calzoncillos y el pantalón de pijama, lo ayudó a levantarse y lo sentó sobre sus piernas dejando que se recostara sobre su pecho y llorara todo lo que necesitara.

—Tranquilo, tranquilo Nath, aquí estoy, soy yo...

Comenzó a acariciar su cabello y el menor se aferro a él en un abrazo, no quería que se fuera de nuevo, quería que ese Dante se quedara, quizás era mucho pedir, pero realmente lo necesitaba.

—Perdóname corazón, no sabes cuanto lo siento, en serio lo siento muchísimo. —dijo dejando un beso en su cabellito. — Está bien llorar, hazlo si lo necesitas, cielo... aquí estoy.

Siguió abrazándolo y mimandolo por mucho tiempo, dándole besitos, caricias y palabras que creía que necesitaba y merecía.

—Escúchame Nathaniel, no son días fáciles, y tu no tienes la culpa de eso, lamento que todo esto te afectara a ti, no lo mereces y eres un buen chico. Hay cosas que debemos hablar y aclarar mañana cuando ambos estemos mucho más calmados y descansados, pero quiero pedirte perdón.

El menor temblaba levemente ante el cansancio y aquel llanto que había soltado.

—Shh shh, tranquilo, corazón.

—P-por favor, quédate conmigo hoy.

El chico volvió a llorar con fuerza y a aferrarse más a él.

—Ven aquí, ya pasó, shh shh —lo alzó en sus brazos y caminó hasta su habitación, quería sacarlo de ahí y que pudieran estar más tranquilos.

Lo acostó en su cama e intentó caminar hacia sus cajones, pero una manito lo detuvo.

—N-noo, no te vayas~

—Tranquilo corazón, voy a buscar algo rapidito y vengo.

El menor pareció pensárselo, pero lo soltó, dejando que el mayor se acercara a los cajones y regresara a su lado con un pañuelo.

Dante se acostó junto a él y con cuidado limpió su carita, para despues limpiar la naricita del menor.

De su mesita de noche tomó una botella de agua y se la pasó al chico.

—Toma agua, Nath.

Nathaniel obedeció y tomó toda el agua que quiso.

—Bien, estás alterado, vamos a respirar juntos ¿Sí? —tomó las manos del menor y cuando vio que lo miraba comenzó a respirar con el.

Trataba de que lo siguiera, pero no era fácil después de toda aquella escena, sin embargo, después de un par de minutos lo logró.

—Muy bien ¿Te parece si dormimos ya? —preguntó suave, recibiendo una afirmación por parte de menor.

Se acostaron y Dante cubrió bien al chico con la cobijita para después acomodarle su almohada.

El menor se atrevió a abrazarlo, sin siquiera preguntar.

—Buenas noches... descanse.

—Gracias Nath, buenas noches para ti también, te amo demasiado —dijo dejando un besito en su mejilla y correspondiendo al abrazo.

.

Ninguno de los dos lograba dormir.

Dante tenía una culpa enorme, sus problemas no eran justificación para el trato que le había dado al chico, o mejor dicho, el que no le había dado, y escuchar todo lo que soltó, le había dejado el corazón en mil pedacitos.

Nathaniel tenía una culpa enorme, quizás no tan grande como la del mayor, todo lo que había dicho era cierto, todo lo que grito y lloró había sido sincero, dejándole ver sus más profundos sentimientos, sin embargo, la escena que había hecho había sido algo innecesaria.

No la parte de decir lo que sentía, pero debía aceptar que tenía muchas otras opciones que hubieran dado el mismo resultado, unas que no incluían un mal vocabulario, ni aprovecharse de la situación para hacer cosas que el mayor le había prohibido, como las bebidas, las sopitas y usar su celular, el cual tomó sin permiso de su cuarto.

Se sentía mal porque sabía que el mayor se sentía tan culpable que ni siquiera se le había pasado eso por la mente, o eso era lo que quería creer.

Pero mañana los dos hablarían, y saldrían cosas a la luz, por lo que algo le decía que sí recibiría un castigo de verdad después de todo, y ahora no estaba muy dispuesto a aquello.

̨𔓕 Be a good boy ̨𔓕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora