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Dante desapareció de la habitación por unos minutos, dejando arriba a un Nathaniel lleno de nervios, desesperado sin saber que haría el mayor, sabía que no le mentiría, pero sentía que iba a azotarlo de nuevo, y el no iba a poder aguantar más.

Comenzó a respirar profundo, tratando de mantener la calma, y cuando menos lo esperó, el mayor se encontraba nuevamente en la habitación. No lo vio, porque dijo que no se moviera, pero sintió su presencia y escuchó sus pasos.

—¿D-dante?...

—Nathaniel, corazón, esto no te va a gustar, pero voy a necesitar que te quedes muy quietecito y relajado ¿De acuerdo? Yo se que tu puedes.

—¿Q-qué vas a hacer?

—Shh, tranquilito. Flexiona un poco tus piernas.

Aún con el menor acostado de lado y dándole la espalda, lo ayudó a flexionar sus piernas lo necesario.

Se escuchó en la habitación el sonido de un frasco abriéndose, y la respiración profunda de Nathaniel, quien intentaba con todas sus fuerzas calmarse.

Dante se acercó y puso una de sus manos en el trasero del chico, sintiendo como se tensaba, pero nada comparado como cuando intentó separar sus nalguitas.

—D-dante ¿Qué estás haciendo?... —dijo nervioso mientras se daba la vuelta para al fin poder verlo, aterrándose con la bolsa de agua conectada a una manguerita, que el mayor sostenía.

—Voy a ponerte un enema, pero necesito, primero, que estés quieto y relajado, segundo, ponerte un poco de esto para que pueda entrar la manguerita y no te lastimes. —dijo mostrándole el frasquito con una crema o algo así.

Los ojos del menor se humedecieron y comenzó a negar.

—Por favor, Dan, te lo pido, no hagas eso, no quiero que me veas, ni que me toques.

Comenzó a llorar, el mayor dejó el enema sobre el escritorio y se sentó a su lado para abrazarlo, dejando que llorara en su pecho.

—Nath, corazón, se que no te gusta esto, pero igual lo vas a recibir como el chico bueno y valiente que eres, será un momento, y habrá terminado.

—Noo, no lo entiendes, no quiero que veas, ni, ni tus dedos tocando, no quiero nada de eso —sollozó entre asustado y avergonzado.

Dante notó que algo estaba mal con el menor y comenzó a acariciarlo con el objetivo de calmarlo.

—Nath, corazón, hago este procedimiento con mis pacientes, incontables veces a la semana, es normal, y necesito tocar para poner esto sin lastimarte, todo va a estar bien, Nath, necesito que confíes en mi, no haría algo que no fuera para tu bien y lo sabes.

El menor siguió negando mientras lloraba.

—Shh, shh, ya pasó bebé, ven, vamos despacio... Si o si vas a recibirlo, pero si quieres puedes sugerir o pedir algo mientras no afecte el resultado.

—Usa un guante, no quiero que me toques... y tienes que hablarme y darme caricias mientras lo recibo.

—Corazón, tranquilo, por supuesto que usaré un guante y te hablaré y acariciaré si así lo deseas...Ahora necesito que te acuestes otra vez tal como te dije.

El menor comenzó a llorar de nuevo mientras volvía a su posición; sabiendo que no había escapatoria. Dante lo acarició un poco con la intención de que se relajara.

—Bien, Nath, vamos a respirar hondo los dos juntos, relaja tu colita y mantente quietecito, ya verás como terminamos rápido.

El menor soltó un sollozo más fuerte.

Dante se colocó un guante de látex de color azul vivo, tomó un poco de lubricante y con su otra mano separó las nalguitas del menor con su dedo índice y pulgar, entonces, oyendo como los sollozos se intensificaban, llevó su otro índice con el lubricante a su agujerito, esparciendo la sustancia alrededor.

Luego procedió a tomar la manguerita del enema y lubricarla también para no lastimarlo.

—Bien, Nath, no quiero lastimarte. Voy a meter esto en tu colita, quédate muy quietecito y respira profundo. —le habló dulcemente, aunque solo recibía su llanto como respuesta.

Volvió a separar sus nalguitas con ayuda de su índice y pulgar, colocó la punta del enema en la entrada de su agujerito, haciendo que el menor se sobresaltara, y lo introdujo suavemente y lento para no lastimarlo.

—Shh shh, tranquilo corazón, ya casi entra lo necesario.

El menor se movió un poco y comenzó a soltar quejidos y a suplicar que se lo quitara.

Cuando Dante terminó de introducir aquel tubito, soltó su traserito y la manguera.

—Bien Nath, ahora voy a dejar que empiece a entrar el líquido, tienes que estar calmado y relajado, no te muevas y respira hondo.

—¡Noo, por favor, te lo ruego!

—Nath, obedece corazón, en serio no quiero que duela, pero necesito que te tranquilices.

Apretó un botoncito y el agua comenzó a correr en su interior.

Dante enseguida vio como menor lloraba fuerte, entonces, se acostó a su ladito y dejó un besito en su frente, para luego comenzar a acariciarlo.

— Ya pasó, Nath, ven, respiremos juntitos. Inhala... —respiró hondo buscando que el menor hiciera lo mismo. — Exhala... Vas a estar bien bebé, vas a estar bien~

Lo arropó con palabras y con cuidado de que no se moviera mucho, tomó su manito y comenzó a acariciarla, pero él sólo se limitaba a llorar.

—¡Se siente feo! ¡Sácalo rápido Dante! ¡A-ahora! ¡Te lo o-ordeno!

Al mayor se le rompió el corazoncito, pero no iba a obedecerlo, en su lugar, siguió dándole caricias.

— Shh shh, tranquilito, tranquilito corazón, pronto va a acabar.

Pasaron un par de minutos; interminables para Nathaniel.

El mayor se levantó y se paró detrás del menor, tomando la manguerita lista para ser retirada.

—Bien bebé, terminamos, voy a sacarlo ¿De acuerdo?

El menor asintió en un sollozo y soltó un quejido cuando el mayor sacó la manguerita de su interior.

—Bien, lo hiciste genial, vamos a esperar unos minutitos, iras al baño y estás listo ¿Sí?

Nathaniel no podía analizar sus palabras, ni prestar atención, estaba ocupado hundiéndose en su llanto y vergüenza, no quería verle la cara al mayor jamás.

Dante lo dejó un par de minutos para que lo procesara y se calmara un poco, volvió a acostarse junto a su lado y lo atrajo hacia él, en un abrazo.

—Mi pequeño valiente, lo hiciste muy bien, estoy muy orgulloso. —besó su frente y lo acarició hasta que se calmó.

Esperó que pasara el tiempo necesario y lo ayudó a levantarse para abrirle la puerta del baño.

—Bien Nath, te dejo solito, este rato, si necesitas algo, llámame.

El menor se encerró para continuar el procedimiento mientras lloraba, pero después de terminar, bañarse y vestirse, fue recibido por el mayor, quien lo llenó de besos, abrazos y caricias que lo calmaron e hicieron sentir bien finalmente.

̨𔓕 Be a good boy ̨𔓕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora