XVI La ira de Trevor

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Diana había recibido mucho daño, haciendo que sus ojos amarillos y las brillantes marcas de su cuerpo, se fueran debilitando.

   Trevor se acercó después de haber caminado por las profundidades de la niebla, y al observar el cuerpo de Rediels tirado en el suelo, no pudo evitar entrar en pánico.

   —Rediels, amiga mía... —le llamaba, pero ella no le respondía.

   Repitió su nombre una y otra vez, esperando a que abriera los ojos, pero Rediels no reaccionaba. Diana se arrodilló a los pies de Trevor, debido a que había perdido el equilibrio en sus piernas. Trevor estaba enojado, pues la tomó del cabello y la levantó. Diana colocó uno de sus aros en el cuello del muchacho, pero su cuello era duro como una piedra. Trevor, golpeó el rostro de Diana, de manera que el impacto la empujó hasta hacerla chocar con una pared.

   La niebla se esparció, y los demás miembros del escuadrón enemigo voltearon inmediatamente al escuchar el impacto. Ancor buscaba el culpable desesperadamente, y al notar que Trevor observaba con mucho desprecio a Diana, llegaron a la conclusión de que el ataque provenía de él.

   —¡Es él! —señaló Ancor— El de cabello negro y ojos achinados. Ignoren a los demás y mátenlo antes de que se vuelva más fuerte.

   Cuando Ancor se le acerca, ocurrió un temblor. La capa de hielo que cubría el interior del templo se quebraba en enormes pedazos, ya que las rocas habían salido al exterior. El cuerpo de Trevor se comenzó a deformar después de que sus labios comenzaron a derramar sangre. Su nariz se había vuelto más perfilada, sus dientes crecieron de manera que su mandíbula estaba completamente estirada y sus ojos se habían vuelto completamente oscuros, cosa que se dificultaba ver por su cabello que había crecido hasta los hombros. Y por si fuera poco, sus uñas habían crecido como garras, que resaltaban en sus dedos huesudos y su cuerpo musculoso con sus venas dibujadas en los brazos. Era una figura similar a la de un enorme y deforme duende.

   —¿Qué es eso? —preguntó Lorena— No ha pasado el tiempo necesario para que sea un corrupto.

   Luego Ancor le corrigió.

   —No es un corrupto, su espíritu aliado quiere apoderarse de su cuerpo para controlarlo. Pero esa cosa es demasiado fea como para llegar a la conclusión de que se convertirá en un Previguerious.

   Trevor corrió desesperadamente, como una bestia furiosa, no emitía palabras, solo gemidos perturbadores. Sus enemigos le rodeaban sin atacarlo, y aunque tuviese la facilidad de acabar con todos de un golpe, Trevor quería matar a Ancor, porque pensaba que él era el culpable del estado de Rediels.

   Lorena intentó atrapar a Trevor con una red de telaraña, pero la desintegró con solo mover su brazo, pero sin darse cuenta, había sido quemado por aquél ataque. Ancor estando calmado no huyó, esperaba pacientemente a que su oponente se acercase a él.

   —Pobre muchachito —añadió— ¿qué te han hecho? Tu cuerpo no está listo para que puedas dárselo a un espíritu.

   Trevor le respondió con un grito que hizo temblar fuertemente el templo, y cuando golpeaba el suelo nacían filosas rocas en todas partes. Zarek y Lorena se separaron de Ancor de lo peligroso que se había convertido el templo.

   Zarek fue el primero en encontrarlos, y cuando intentaba lanzarle una pluma a Trevor, se apareció Joe en forma de conejo humanoide. El mismo, no dejó que se le acercaran, pero la pluma ya había llegado al hombro de Trevor. Por otro lado, Lorena se había encontrado con Irvin, y con Jennifer que aún no se recuperaba del dolor de su mano. Irvin se adelantó y cubrió a Jennifer, demostrando que no dejaría que le hicieran daño.

   —¡No dejaré que la toques! Ella está aquí por mi culpa —exclamó Irvin estando de frente.

   —Estúpidos —escupió Lorena luego de quitarse la máscara— ¿crees que solo tú podrás vencerme?

   Trevor escuchó y se enfureció mucho más que antes. Esta vez hizo un terremoto, que desintegraba los muros del templo, pero milagrosamente, aún se mantenía en pie.

   Cuando los rivales están cara a cara, Trevor lo golpea, pero aquél no mostró ninguna expresión. Así empezó la pelea, ninguno parecía sentir dolor, pero con el tiempo, los golpes parecían ser más intensos, de manera de que comenzaban a notarse agobiados.

   —Pobrecito —comentó Ancor—. Pareces un perro muriéndose de hambre.

   Trevor esperó el momento perfecto para clavar un par de piedras en su estómago, que perforaron completamente su cuerpo. No se desangraba porque no tenía sangre, y aunque Ancor había recibido mucho daño, no parecía agotado.

   Ancor, sacó sus cuernos y lo miró a los ojos, luego Trevor se los arrancó como una rama, y lo empujó con todas sus fuerzas. El cuerpo de Trevor tenía muchas quemaduras, pues las telarañas causaban ese efecto, también llevaba consigo rasguños y moretones adquiridos en la pelea. Al no poder soportar todo el dolor, su cuerpo vuelve a ser humano. Había adelgazado, sus labios estaban cubiertos de sangre y sus ojos mostraban cansancio.

   Trevor, había perdido todas sus fuerzas. Los efectos de la pluma de Zarek lo consumían lentamente. Ancor, sin mucho problema se levantó, y al ver a su enemigo en el suelo, lo tomó del cabello y lo levantó, como lo había hecho con Diana.

   —Será la última vez, que veas el rostro de los tuyos —dijo, mientras le mostraba a todos sus amigos, que estaban peleando por sus vidas, aún si parecían tener miedo y si se encontraban lastimados.

   Ancor, con su otra mano, provocó una explosión en la nuca de Trevor, lo que hizo que expirara de inmediato. No tuvo tiempo de gritar o de quejarse. Cuando todos voltearon, lograron observar que desde su cuello, nacía una exagerada lluvia de toda su sangre.

   Su cuerpo, había perdido la forma, hasta que llegó a convertirse en un felino. Trevor en ese momento se había convertido en un espíritu, y a su lado estaba el tigre dientes de sable que le acompañó en su aventura. Ancor, cargó su mano nuevamente y los explotó a ambos, y en donde se antes encontraban, nacieron dos pequeñas plantas; Ambas representando lo que alguna vez dos espíritus, tuvieron carne y huesos.

Noventa noches bajo la luz de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora