Jennifer temblaba del miedo, al sentirse culpable de lo que había hecho. Ancor, al ver lo ocurrido, desesperado presionó sus mandíbulas con mucha fuerza. Lorena veía en su mirada, el terror y el odio juntos, pues Ancor no quería perder a otro de los suyos.
—Debemos dejarlos salir, o terminaremos siendo esferas flotantes —le susurró avergonzada.
Pero Ancor se negó.
—Pues ¿qué piensas? —continuó Lorena— Prometimos estar juntos por siempre, como una familia.
—Esa promesa, ya no existe —le respondió, mientras miraba a Diana con atención. Al verla en mal estado, se acercó y la cargó—. Sin Zarek, nuestra familia está incompleta.
Luego Ancor se dio cuenta que gran parte del templo estaba cubierto de sangre, al igual que sus brazos después de haber asesinado a Trevor. Entonces, fue cuando obtuvo una idea, que si fracasaba se convertiría en un deforme corrupto sin conciencia.
—Necesito que me cubras una última vez —le pidió Ancor.
Lorena le obedeció, aunque no estaba completamente convencida de lo que pasaba por su mente.
Así fue, se enfrentó a los tres que se mantenían de pie; ella tenía mucha ventaja teniendo a las arañas de su lado. Mientras que aquella se esforzaba, Ancor había terminado de dibujar una circunferencia con sangre, en las cerámicas agrietadas. Colocó a Diana en un borde, y llamó a Lorena para que estuviese en el lado opuesto.
—Adiós Diana. Adiós Lorena —murmuró Ancor, mientras que entristecido, colocaba sus manos en el suelo.
El templo comenzó a caer, desde las esculturas que se mantenían estables, hasta la parte superior que caía en enormes pedazos. Ancor juntó a sus aliadas a su cuerpo, como espíritus. Su idea era tener el poder que ellas poseían para acabar con los humanos, y liberar a Dark de su prisión.
Irvin, Volvió a hacer una semiesfera que cubrió a todos, de manera que ninguno salió lastimado. Cuando Irvin rompe la fortaleza, todos observan que tras una cortina de humo, se encontraba Ancor, pero sin rastros de Lorena ni el cuerpo de Diana. Esta vez, se había vuelto más alto y pálido, y sus ojos estaban oscuros, pero sus pupilas seguían siendo de azules. Su cabello había crecido y se veía mayor, acompañado de marcas negras que le rodeaban todo su cuerpo.
Pensativo, miró el cielo. Era un hermoso atardecer naranja, y como todos los días, se mostraba despejado. Después de un suspiro, explotó todo lo que quedaba del templo. Entonces fue cuando miró con desprecio a los humanos, con su mirada intensa mientras los cuernos crecían.
—¡No lo miren a los ojos! —gritó Jennifer alarmada.
Enseguida se dio la vuelta, y con una cuerda compuesta por telarañas la cargó con electricidad, e intentó golpear a Jennifer.
Jennifer habría sido lastimada de no ser por Irvin, que le cuidó usando su espalda, y el golpe fue tan fuerte que dividió su columna vertebral, expirando instantáneamente. Y al igual que Trevor, su espíritu aliado, el lobo, se separó de él, pero Irvin tardó un poco en obtener la forma de un pastor alemán.
—Mi cuerpo ha soportado incontables espíritus, me sorprende que aún pueda pensar —anunció Ancor, mientras intentaba calmar su fuerte dolor de cabeza acariciando su frente. Su voz era demasiado grave y tenebrosa—. Ustedes no tienen el derecho de seguir juntos. Si nosotros no pudimos salir de aquí, ustedes tampoco podrán.
Al igual que Diana, creó un pequeño aro usando sus dedos, y al querer atrapar a Irvin, Jennifer lo evitó llevando a ambos espíritus en sus brazos. Seguidamente huyeron, pero Ancor no les siguió porque aún no se acostumbraba a su nuevo cuerpo.
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Noventa noches bajo la luz de la luna
FantasíaEn el último día de clases, invitan a Jennifer a una reunión organizada por un grupo de compañeros. Logra reunir el valor y asiste, y cuando todo parece estar tranquilo, el padre de Joe (responsable de la casa donde se habían quedado) había desapare...