I Las vacaciones de invierno

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A diario se cruzaban muchos rostros. Sin embargo, Jennifer no reconocía ninguno. Era temporada de exámenes, por lo que era una situación muy preocupante, y no tenía tiempo para hacer amigos.

   Jennifer Newdeel, estudiante de segundo año de secundaria. Resaltaba por tener una buena reputación; ya sea por su buena conducta y por sus excelentes calificaciones. Pero, tenía pocas expectativas sobre si misma: era insegura, distraída y callada. Muy pocos querían relacionarse con ella, pues pensaban que la mayoría del tiempo se encontraba de mal humor.

   Había llegado el día del examen final. La joven se había tomado la molestia de estudiar sin descanso el fin de semana. Ese día había olvidado arreglarse, sin embargo seguía luciendo hermosa como siempre. Una señorita de piel pálida, que hacía sonrojar sus mejillas acompañada de pecas, cuando se dibujaba sonrisas en su rostro. Su cabello brillaba como el cobre, era tan largo que hacía notar que no se preocupaba mucho por su físico. Ojos acaramelados acompañados con enormes lentes que llevaba siempre y un cuerpo muy delgado.

 Ojos acaramelados acompañados con enormes lentes que llevaba siempre y un cuerpo muy delgado

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Realizó el examen sin problemas, y tuvo una excelente calificación. Las vacaciones de invierno ya habían comenzado, Jennifer se despedía del colegio mientras pensaba que hacer en esos meses. En cuanto estaba perdida en sus pensamientos, la despierta una voz a lo lejos.

   —¡Oye! No te pierdas en la luna.

   Jennifer volteó y notó que había un grupo de tres jóvenes acompañados de una chica muy robusta. Todos parecían ser maliciosos, tenían rostros amenazantes y un cuerpo muy formado, que a diferencia de ella tenía un cuerpo muy delgado. Quien le había llamado era un muchacho de piel oscura, parecía ser el más robusto de su grupo y también el más alto, que llevaba consigo el cabello largo.

   —¿Quiénes son ustedes? —preguntó Jennifer un poco asustada.

   —Supongo que siempre vives en las nubes —replicó—. Estudiamos contigo y me sorprende que no sepas quienes somos. Me llamo Irvin, tampoco resalto mucho en clases la verdad.

   El joven, notó que realmente ella no los conocía, de inmediato comenzó a reírse a carcajadas. No se había ofendido, por lo contrario, su actitud extrovertida hacía que Jennifer se calmase.

   —Eres a quién llaman Newdeel ¿no?

   —Newdeel. Jennifer Newdeel —respondió Tartamudeando—. ¿Por qué han querido hablar conmigo?

   —Debido a que hoy salimos de vacaciones, pensamos invitarte a casa de Joe —señaló a quien estaba por detrás de él.

   Jennifer no acostumbraba a salir a casa de sus compañeros, porque nunca había tenido algún amigo. En ese momento, se le dificultaba decir que no, sin que lo malinterpretasen.

   —Supongo que para ti ha sido un día muy duro. Después de todo, dedicas mucho tiempo a tus estudios —le dirigió Irvin—. Si deseas venir, eres bienvenida a nuestro grupo. No tiene a los miembros más fuertes, ni tampoco a los más inteligentes. Pero te recibimos amablemente y con los brazos abiertos.

Noventa noches bajo la luz de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora