XII El doctor Marcus

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Rabu, al observar el rostro de Marie antes de morir, recordó a un humano que al parecer era su abuelo perdido.

   La historia comienza con una familia de bajos recursos, que vivían en un pueblo muy apartado de la ciudad. Aquellos decidieron dar a luz a una niña de piel morena, mejillas infladas, y un cabello tan oscuro como el color de sus ojos, aquella niña le llamaron Marie. Hija de un hombre que dedicaba todo el tiempo de su vida para su familia, y una joven ama de casa, que vendía frutas en una canasta. La madre, no podía dar a luz a otro hijo, debido a que tenía problemas de embarazo. Pues, para ser una familia corta, los tres eran muy felices.

   Su padre, trabajaba todos los días, incluso los fines de semana y feriados. Le encantaba darle regalos a su hija y ver su sonrisa cada vez que los recibía. Era su única motivación para seguir esforzándose a diario, aunque su esposa le decía que no debía consentirla demasiado. A pesar de que sus padres siempre estaban ocupados, Marie nunca se sintió sola.

   Marie había crecido y era hora de que entrara en el jardín de niños, pero ocurrió una terrible tragedia. Su madre comenzó a enfermarse, le costaba respirar y no podía levantarse de la cama. Cuando decidieron llevarla con los profesionales, había fallecido por haber tenido los riñones llenos de sangre. Aunque los primeros días fueron duros, Marie siempre le decía a su padre.

   —Estoy feliz, de que mi madre siga vendiendo frutas a los ángeles del cielo.

   Su inocencia era enorme, y su alegría calmaba la tristeza de su padre.

   Poco después, fue secuestrado mientras llegaba a su casa después del trabajo. Y no pasó mucho tiempo para que encontraran su cadáver. Marie nunca se enteró de eso, fue llevada a casa de su abuelo que tenía su hogar en las verdes praderas del pueblo.

   Su abuelo, se llamaba Marcus, un doctor jubilado de piel morena y cabello oscuro como su nieta y su hijo. Quien después se dedicaba a hacer investigaciones de todo lo que se podía encontrar. Siempre movía sus lentes de lectura cuando estaba emocionado, y tenía un agradable sentido del humor. Fue él quien se encargó de la infancia de Marie después de lo sucedido: Se encargó de su educación y disciplina.

   Marie comenzaba a sentirse sola. Extrañaba a sus padres, sobre todo a su padre quien nunca regresó. Su abuelo, se encargaba de pasar mucho tiempo con ella, después de que llegaba del colegio, y por las noches continuaba con sus investigaciones.

   En unos meses, su investigación estaba lista, «Secretos del bosque Luz de Luna». Aunque él lo traducía como «Secretos del mundo oscuro». Marcus fue el primer hombre en entrar y salir del bosque cuantas veces quisiera, y sus escritos, estaban hechos con las informaciones que anunciaba Rabu, su fiel amigo. Él le confió que sería el único humano que sabría acerca de los secretos del bosque. Por lo tanto, guardó el libro en un cofre debajo de su cama.

   Un día, Marie fue a la escuela. Y Marcus daría un último viaje al bosque Luz de Luna para despedirse de Rabu. Pero nunca lo encontró, a cambio, notó que lo seguía alguien con capucha roja y vestía de negro.

   —¡Caramba! —exclamó sorprendido al verlo— ¿Qué haces aquí? Deberías salir, o encontrarás algo que no te guste.

   El sujeto se quitó la capucha, y llevaba consigo una máscara de una calavera, con una estrella dibujada con sangre en su frente. Se trataba de Zarek, aunque en ese momento no mostró su rostro.

   Marcus esperaba una respuesta, pero al no recibirla extendió su mano amablemente.

   —¿Estás perdido? Yo puedo llevarte a la salida, buscaba a alguien, pero creo que no se encuentra por aquí.

Noventa noches bajo la luz de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora