Menos treinta y cuatro

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Estaba sentada en medio de un prado, con un clima perfecto y un día que no podía mejorar, pero lo más importante es que estaba a tu lado.

Me sonreíste y en ese momento yo sentí que nada podía ir mejor.

Te intenté coger la mano, pero en ese momento desapareció. Desapareció tu mano y con ella toda mi esperanza de volverte a ver.

Desapareció todo y de repente desperté. Solo había sido un sueño en el que, por desgracia, no podía quedarme dentro.

Y resultó que no estaba en un prado, si no en mi cama. No hacía un clima perfecto, si no que llovía, ¿o era mi interior en donde llovía?

Y no estabas ahí. Me di cuenta de que nunca volverías a estar, y que mucho menos me volverías a sonreír haciendo que sintiese que podía con todo, que era invencible.

Ojalá haber aprovechado el tiempo en el que te tuve, pero ya no queda más. Y ahora tus recuerdos están por todas partes, incluso en mis sueños.

Cuando pare la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora