Menos cuarenta y nueve

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Llevaba meses esforzándose por sacar las mejores notas, por hacer los mejores trabajos y por tener el mejor futuro. Parecía que le hacía un poco feliz, le alegraba sentirse buena en algo a pesar de sus esfuerzos. Por fin sentía útil.

Pero pasaban días, semanas, meses y cada vez estaba más cansada. Estaba cansada de ser la mejor en todo, de no poder permitirse ni un fallo, de esforzarse todos los días y que pareciera que nunca acababa.

Sin embargo ya no podía parar, ya era una expectativa constante, todos sabían que era la mejor. Tenía que seguir siendo perfecta para los demás y para ella. No podía volver a fracasar.

Hasta que un día lo hizo, un día sus esfuerzos no dieron resultado. Y es que estaba tan candada de estar así todos los días, de correr tras la perfección, que dejó de ser. Ya no era la chica perfecta, había cometido un fallo en ese muro limpio. Pero ese error hizo que se desplomara por completo, no quería seguir con esto, no quería levantarse y seguir haciendo todo aquello de lo que estaba cansada.

Ya no tenía fuerzas para levantarse y satisfacer a los demás, que ahora la verían como una fracasada aunque se hubiese esforzado mucho más que ellos anteriormente. Todo lo que había hecho por mejorar acabó empeorando el dolor de su alma.

¿Y qué iba a hacer ahora? Si ya no quería ser esa chica perfecta que todos admiraban. Ya no quería ser esa chica de la que su madre se sentía orgullosa, no quería ser esa amiga lista ni esa amiga que puede con todo. Porque en realidad no podía.

Se da cuenta de que aunque lo haga lo mejor que puede nunca va a ser suficiente.

No era suficiente para nadie, pero lo que más le dolía era que no era suficiente para sí misma.

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⏰ Última actualización: Feb 03 ⏰

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Cuando pare la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora