Menos treinta y siete

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Me siento asfixiada, presa de un nudo en la garganta, y cuando intento pedir ayuda no me sale la voz. No puedo respirar, estoy dentro del mar con un peso que me impide salir o avanzar, y me estoy ahogando.

Mis gritos de ayuda aparecen en forma de sonrisas irreales por el miedo de que dejen de verme y desaparezca, por miedo de que la gente vea como realmente soy, de que se aburran de mí o de que me vean perdiendo la batalla cuando siempre juré ser invencible.

Los barcos no escuchan mis gritos de auxilio ni ven mis gestos porque estoy sumergida bajo el agua, y sé que si sigo bajando voy a tocar fondo en cualquier momento.

Voy a treinta y siete metros bajo el agua, y parece que no voy a terminar de bajar nunca. No soporto seguir aguantando la respiración mientras me asfixio, y creo que pronto voy a respirar para que llegue la calma.

Cuando pare la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora