Menos cuarenta

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Llegó nochebuena y tu silla estaba vacía por primera vez. No sé si me dolía más el hecho de que no estuvieras en un momento tan importante o el de que no te había dado la suficiente importancia que merecías hasta ese momento. Pero ya era tarde.

Sé que no se puede volver al pasado y siempre supe que te iba a echar de menos, pero no hice nada para cambiarlo. Y sí, te echo de menos, y siento no haber sido suficientemente fuerte como para despedirme, me he dado cuenta tiempo después.

Me pregunto en estos momentos por qué la vida es tan cruel, por qué hace que todo el mundo se vaya, y además en este caso, de una manera muy injusta.

Y ahora estoy aquí, en la única tradición en la que de verdad logra reunirse toda la familia, una sola vez al año. Es triste, porque siendo una familia que nos importamos tanto solamente estamos juntos en estas fechas, deberíamos cambiarlo, pero es tarde porque ya no estamos todos juntos.

Y ahora me doy cuenta de lo mucho que te quise, y que en verdad no vas a volver nunca más. Creo que todavía no he conseguido asimilarlo del todo, pero acabo de recibir una dosis de realidad.

No vas a volver, por mucho que yo quiera estar contigo como lo hacía antes, volver a ver tu figura en persona, a escuchar tu risa cada vez que te llamaba, a ver tu sonrisa o a escuchar tu voz. No vas a volver, y espero que me estés viendo desde lejos o nos podamos reencontrar, porque no podría soportar ser consciente de que esto se acabó para siempre.

En estos momentos estoy mirando tu silla, allí donde te sentabas cada nochebuena cuando la celebrábamos y comíamos todos juntos, allí justo donde estabas justo el año pasado. Parece increíble que ya no estés, pero ahora mismo estoy mirando justo allí, y en efecto, no estás.

Cuando pare la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora