Menos treinta y cinco

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Después de una pausa vuelve el otoño, las hojas cayéndose de los árboles, la lluvia, el olor a café, el marrón...

Vuelve con ello la rutina, hacer todos los días lo mismo, ser preso de la costumbre y escaso de tiempo. Llega el agobio, el estrés, el no poder pararte ni siquiera a pensar hasta que llegue el viernes.

Y viene el viernes, y te paras a pensar en lo que has hecho en la semana, en como se van acumulando los días y quedando en pasado, cuando te das cuenta de que no los has podido aprovechar para nada.

Te das cuenta de que esto no es vivir, pero que no hay otra solución si quieres hacerlo en un futuro, aunque en realidad sólo quieras estar bien en el presente.

Quieres vivir, quieres aprovechar los días que te dan tanto miedo que se acaben, quieres salir y disfrutar, viajar, cambiar de aires, todo lo que no has podido hacer por tus obligaciones.

Y estás harto y lo sabes, pero no puedes remediarlo. Tienes que continuar viviendo de horarios, deberes e intereses, no puedes salir de ahí.

Tienes que encontrar una forma de disfrutar de esa cárcel, tienes que hacerla tuya.

Pero por mucho que lo intentes, en realidad te está matando.

Cuando pare la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora