La sangre en el pasto pintaba la maravillosa obra de un autor bastante popular en la nación de Anica, la guerra. Esta con el dolor ajeno arrastraba los pinceles con su tinta favorita, con trazos agresivos y abruptos tomaba la vida de una diversidad de soldados, sin importar sus vidas detrás de la armadura, sus familias, sus habilidades, sus nombres o voces, con violencia esa materia oscura los asesinaba sin pensarlo dos veces. Esa que tomaba la misma silueta que la de un guerrero cubierto de un manto oscuro y brillante, escalofriante y gélida presencia que hasta al rey, quien aún recordaba las escenas, se le erizaba la piel de un solo miedo, ser rozado por esa magia vacía pereciendo como los compañeros que a su lado lucharon. Poder al que se enfrentaban a ojos cerrados, con tanta inexperiencia, pese a que Yoongi había vivido encarnado en la hostilidad de los enfrentamientos, viviendo en el suplicio del fuego, suspirando en los ecos de sinfonías sin terminar, dejando a un pianista solitario frustrado frente a su instrumento, pero esto no justificaba la abrupta violencia con la que ahora se tropezaba de frente, sin palabras quedaba ante todo lo que sus oscurecidos orbes habían presenciado, esa agresiva magia vacía que desconocía por completo, que en algunos libros había tenido el placer de nutrirse con conocimiento que era escaso, jamás pensó estar en una situación donde las espadas y la violencia no fuesen la solución en la guerra. Eso era Min, había sido el sentimiento de crueldad, de la frustración, del áspero sentimiento que llegaba a él como un beso en la mejilla, sin embargo, jamás pensó ver toda esa cantidad de plasma derramada por un campo tan verde como los jardines del palacio.
Y es que, estaba acostumbrado a la sangre mezclado con las lágrimas del tormento de los soldados, acostumbrado a ese aroma de sufrimiento que se vivía en medio de los enfrentamientos, acostumbrado a las trompetas que del cielo se colaban reclamando almas inocentes que habían rendido su vida a la nación.
Pero, jamás se habría imaginado combatir contra un enemigo tan incierto, tan impredecible como lo era una magia vacía que tomaba la forma de cualquier objeto, como si tuviese vida propia, la incertidumbre se hacía como desayuno, almuerzo y cena aquellos días en los que Yoongi les daba vueltas a los asuntos, llegando a un análisis inconcluso, lo frustraba en demasía, no tener la capacidad suficiente de detener algo que los consumía con lentitud era una tortura y un chiste para su corona, se prometió que no sería el hazmerreír de nadie. Jamás. Y eso lo estaba carcomiendo, recorriendo su figura siendo incapaz de ser racional, la rabia lo estaba alcanzando y con ello, su caja de Pandora se abría con lentitud, con afanes de quemar todo con frustración, resumir todo a cenizas, no dulces, amargas como su interior. Habían parado de luchar hacía unos meses cuando se dieron cuenta que era inútil, se dedicaban a defender los territorios que no eran engullidos por esa materia con un par de runas encargadas temporalmente del problema, exacto, temporalmente, porque aún no había una respuesta clara del como deshacerse del caos en el que vivían día a día. Estas inscripciones se hacían al principio en un papel, dibujadas con cualquier lápiz que se tuviese a mano, para luego ser rozadas con los dedos del general de caballería quien, gracias al rey, tenía un hechizo puesto en su cuerpo que le permitía controlar las runas a la perfección. El garabato se desprendía del papel, provocando que se iluminara, los dedos de Namjoon se hacían cargo de donde dirigir las poderosas inscripciones.
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Flores Ciegas para un Rey Roto. [YM]
FanfictionLos príncipes Jimin y Yoongi son comprometidos a la fuerza, viéndose obligados a unir sus naciones, se transforman en un solo reino, Anica. Esto con el fin de salir victoriosos en una guerra que envuelve a las mentiras y el amor en nudos imposibles...