XI. Lienzos Manchados de Dolor.

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En este capítulo se hará mención de un tópico que puede ser sensible para algunas personas, en este se hará mención de: muerte de un personaje y mención no explicita de violación. Se pide discreción al público, pues esto no tiene que ser tratado como un juego ni tampoco debería romantizarse en ninguna circunstancia. Por favor, sé consciente.

Quiero que sepas que, si por motivos personales estás pasando por estos actos, busques ayuda como puedas, nunca estarás solo, siempre habrá gente que busque por ti y por tu salud.

Recuerda que tu alma es la más valiosa que existe, porque jamás existirán dos como tú.

Esperando que mi advertencia haya sido tomada de forma correcta, puedes seguir avanzando en la lectura.




Nauseas. Eso era lo que sentía Jimin en su estómago, revolviéndose como si fuesen víboras acechando a su presa, enredándose como si estuviesen escaneando su interior, ¿Qué era aquello tan importante que Min tenía que decirle? ¿Acaso tendría algo que ver con su incompetencia en la corona o tal vez su mala ejecución de palabras en el campo de entrenamiento hacía unos segundos? Su cuerpo picaba de los nervios, como si hiedra venenosa hubiese rozado su piel con gentileza, haciéndola arder en agujas invisibles a sus ojos, sus dedos parecían tener vida propia, moviéndose frenéticamente esperando que eso saciase el hambre de respuestas. Hacía un tiempo que estaban en silencio, recorriendo un sendero hecho por sus propios pies, oyendo sus propias pisadas al romper las hojas y ramas débiles que yacían sobre el suelo, con ímpetu se abrían paso hasta su mágico lugar seguro, consistía en aquel gran lago en el que Park pasaba la mitad de las noches, venerando el agua como parte de su cuerpo y alma, danzando como una ninfa, esas que se escondían entre los pétalos de las flores al ser descubiertas jugando, a la misma vez en esa situación, Min lo observaba con unos anhelantes ojos, esperando que sus manos no fuesen tan traviesas como sus pensamientos, que sus labios no fuesen tan atrevidos como sus deseos y que su garganta no propusiese todo lo anterior a su amante como si fuese una demanda. Sin embargo, hoy no era una de esas galantes noches donde sus ojos se buscaban y a la vez se escondían, no. Era un rumbo hacia una charla que Jimin no paraba de imaginar como desastrosa. Temía haber desecho los nudos que con tanto amor había elaborado, cortar con espadas y espinas lo que una vez los unió, tenía tanto terror de solo pensar que sentía que se desmayaría. Cada paso que daban hacia ese sitio lo estaba marchitando, sus pétalos se caían uno a uno en una orquesta tan triste para su corazón como para su alma.

Y es que no era el único comiéndose en dudas, ambos sufrían barriendo los restos de desesperación y adrenalina de sus cuerpos, pues el escenario anterior había sido movido y marcado por la sangre. Min esperaba que las palabras que se deslizaran de su lengua fuesen las correctas, que nada confidencial saliese de la caja de pandora en el fondo de su corazón y que el ruido mental que ahora le dificultaba pensar, se iría una vez Jimin lo observase con esos ojos soñadores que portaba.

Flores Ciegas para un Rey Roto. [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora