XVI. Brotando.

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La mañana había sido agitada, y Taehyung lo sabía mejor que nadie. Los pasillos estaban repletos de sirvientes y guardias, corriendo de izquierda a derecha, todos repitieron lo mismo hasta quedarse sin aliento: El rey Jimin viaja al norte hoy. No sabía por qué eso era la gran cosa o por qué todos estaban tan agitados luego de que Yoongi se encerrara con Namjoon en el salón de reuniones, lo que sí sabía era que tenía mucho trabajo que concretar y ninguna de esas chismosas criadas que, varadas en los pasillos le susurraban los rumores, estaría ahí para ayudarlo con los vestidos que debía finalizar esa semana. Tenía mucho trabajo que hacer; trajes que coser, medidas que tomar, recortar telas hasta que quedase todo a la perfección. Pese a toda la presión que esto podía llegar a generar en Taehyung, lo consideró un día tranquilo.

Encajó la llave del taller en la puerta que lo encerraría por horas en lo que más adoraba, la costura. Sin embargo, cuando se dispuso a abrirla, sintió un golpe en su hombro derecho junto a un punzante dolor que lo hizo quejarse en voz alta. Alguien había pasado a toda velocidad a su lado, esto provocó que trastabillase un poco hacia la izquierda. Puso la mano sobre la zona lastimada, y levantó la mirada, listo para recibir a un sirviente o guardia, que estaría repitiendo lo que toda la mañana había oído, no obstante, se encontró con algo más sorprendente que eso. Eran dos mujeres desconcertadas por la presencia de Taehyung, lo miraron de arriba a abajo, registraron su cuerpo, la lastimada piel en sus nudillos, los restos de tierra en sus pantalones y su camisa blanca, que tenía una mancha que pasaba casi desapercibida.


—Oh, sastre, no lo vi. —Ese intento de disculpa solo logró molestar aún más a Taehyung.


No eran dos ordinarias féminas las que chocaron contra su cuerpo, eran las criadas que ensuciaban cada que podían el nombre de Jimin. Las podía reconocer en cualquier lugar porque, aún recordaba sus siluetas en el marco de su taller, acechando igual que dos sombras en busca de tragarse la luz que irradiaba Jimin con su genuina felicidad al probarse su glamuroso vestido. Recorrían sin vergüenza, con ojos bien abiertos los desperfectos en el rostro de su propio rey, y posteriormente, comentaban bajo cobardes susurros lo mal que se veía, lo femenino que se comportaba, enfatizando cómo no satisfacía a su esposo. A ojos de Taehyung, era un acto deleznable, parecido al de dos víboras venenosas, que se lastimaban a ellas mismas con el veneno que bebían, estaban tan cegadas por las sombras y el odio, no se percataban del daño que estaban causando.

Su actitud había pasado desapercibida por la figura de Yoongi, se inventaban cada mentira para escapar de sus afilados ojos, no obstante, ya tenían una larga reputación.


—Deberían tener más cuidado. —Taehyung quiso aparentar no estar molesto con ellas, pues no tenía intenciones de arruinar su mañana, sin embargo, como Jimin siempre le repetía, sus ojos eran una ventana a su alma, por lo que, las mujeres no tardaron en revelar sus verdaderos rostros al recibir su desaprobatoria mirada.

Flores Ciegas para un Rey Roto. [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora