XVII. Espada Rota.

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El carruaje comenzó a avanzar rumbo hacia el palacio de Anica, sin embargo, no había rastros del amistoso ambiente que Jimin y Namjoon habían dejado tanto en el castillo como en el vehículo. La tensión que se había construido alrededor de ellos era obvia. Por más que Namjoon quisiera evitar la mirada de Jimin observando el paisaje a través de la ventanilla, este se las arreglaba para hacerlo sentir incómodo dentro de su propia piel como si estuviera escarbando debajo de su alma para encontrar respuesta a las preguntas que se hacía.

Era imposible crear una mentira a partir de todo lo que Jimin había visto, sin embargo, tampoco quería mentirle en el rostro como Yoongi solía hacerlo, pero no había más opciones, no arriesgaría de esa manera a Seokjin, no dejaría que cayera sin vida en un injusto campo de batalla, porque tampoco soportaría verlo entre sus brazos sangrando hasta perderse en la muerte. No importaba cuán exhausto se sintiera iba a luchar por la vida tranquila que se merecía.

Los nervios le recorrieron la espalda en un camino que le llegó hasta la nuca de solo imaginar el escenario. Si quería evitar todo aquel sufrimiento, debía hablar con Jimin antes de llegar al palacio, sin embargo, no sabía cómo empezar una conversación cuando sabía bien que este tenía el ceño fruncido por la confusión y rabia que llevaba dentro. No podía culparlo, al ponerse en su lugar no podía estar más de acuerdo con su reacción, así que, esperó pacientemente algún tipo de sonido por su parte.


—Namjoon —dijo por fin y le devolvió la mirada—. ¿Quién era ese muchacho?


El estómago de Namjoon se hizo un nudo al oír su propio nombre salir de forma tan informal de los labios de su rey, cosquilleos en forma de plumas deshicieron su interior en una inquietud inmortal, su corazón se removió en su pecho tamborileando a un ritmo apresurado, intentaba escapar de su pecho para no enfrentar la sentencia que tenían preparados los ojos de Jimin. Porque explicar todo lo que tenía que ver con Seokjin era un dolor en el corazón parecido al de una estaca, comprender su amor era complicado, entender las razones que él tenía para traicionar a Yoongi también eran difíciles de poner sobre la mesa sin enredarse con su oscuro pasar en el castillo, en especial si debía detallárselo a Jimin, él solo era una víctima envuelta en todo ese lío creado en el castillo.


—Se lo he dicho, su majestad —Namjoon quiso explicar con más lentitud, a la par que creaba una mentira—. Es solo un cono...

—No. No, Namjoon ¿Quién es? —interrumpió, esta vez habló con más urgencia.


Se encogió en su asiento, sintiéndose tan pequeño dentro del vehículo que pudo haber desaparecido en ese mismo instante, todo el respeto y honor que había heredado de su padre se lo llevó el camino hacia la ciudad, perdió su franqueza junto a su compostura, estaba en una total desnudez mental frente a Jimin y le incomodaba. No quería decirle nada que comprometiese el amor de su vida ni mucho menos a Yoongi, pues pese a todo, era su amigo —por más que lo quisiera negar—.

Flores Ciegas para un Rey Roto. [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora