—¡Eh, tú! —exclamó Jonás desde el centro de la horda de simbiontes—. ¿Tú eres el capullo que ha provocado todo esto? —Venom se escondió dentro del cuerpo de Eddie mientras este se tendía en pie—. ¡Tú hiciste que perdiera mi trabajo!
Eddie no daba crédito. Supo al instante quién era la persona que tenía frente a él. Se trataba del médico que le atendió cuando aún estaba en el hospital. Podía reconocerlo, pues Brock nunca olvidaba las primeras caras, y menos aún lo que sucedió con Rebecca presente.
—¡Tú arruinaste mi vida! —continuó Jonás. Comenzó a transformarse. Remedy no se aguantaba las ganas que tenía de luchar y los demás simbiontes tampoco.
—¿Qué te ha sucedido? —preguntó Eddie.
—Me he liberado —dijo él—. Esos cabrones me encerraron y experimentaron conmigo, pero ahora soy libre. Nadie puede detenerme y menos aún la venganza que estoy por llevar a cabo.
—No tienes por qué hacerlo.
La risa de Jonás fue cambiando a la de Remedy a medida que se transformaba. No obstante, cuando esto sucedió, Venom también lo hizo.
—¡Espera! —exclamó el simbionte tras transformar a Eddie.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó el chico en su cabeza.
—Tiene los mismos ojos que yo —contestó Venom muy confuso—. ¿Te... conozco?
—¿Padre? —pronunció la voz de Remedy que dejó inquietos a los demás simbiontes, pero sobre todo a Jonás.
—¿Qué dices? —dijo este último—. ¡No puede ser tu padre!
—Queremos matar ya —se quejó otro simbionte.
—¡Lo haremos! —exclamó Jonás—. Venga, Remedy, tenemos que cargarnos a esos capullos.
Venom bajó hasta donde se encontraba su pariente. Eddie no estaba de acuerdo, pero su amigo estaba muy decidido. De por medio, los simbiontes amenazaron a Venom hasta que uno le pegó. Entonces él se defendió y los demás también quisieron atacarlo. No obstante, Remedy lo impidió ordenándoles que se detuvieran. Jonás se enfadó tanto que intentó liberarse de su simbionte, pero Remedy quería hacerlo razonar. Este último no podía contener la ira del humano, que con todas sus fuerzas logró desestabilizar al simbionte mientras discutían ambos por lo que iban a hacer. Al final, Remedy y Jonás cayeron al suelo a punto de separarse. El resto de simbiontes aprovecharon para atacar a Venom, pero este se defendió y pudo derrotar hasta el último de ellos. La masa biscosa de Remedy se acercó a su padre en busca de su atención. Este le cogió entre sus manos y supo lo que quería hacer con él, así que dejó que ambos se fusionasen con Eddie mientras que Jonás yacía aturdido en el suelo en medio del desastre.
—Venom, ¿¡qué has hecho!? —exclamó Eddie desde el interior de su cabeza.
—Tranquilo —respondió—. Ahora somos más fuertes. He recuperado lo que me arrebataron. Vuelvo a ser... Venom.
—¡Maldito cabrón! —dijo Jonás—. No es justo.
—Te recomiendo que te vayas con el resto de refugiados —avisó el simbionte. Así hizo el chico, aunque a regañadientes y con ganas de luchar. En el último momento quiso coger una tubería y golpearle con ella, pero Venom lo impidió con el meñique de su mano. Jonás acabó por irse lleno de frustración mientras que el simbionte se reía en sus adentros.
—Los humanos podéis ser muy graciosos de vez en cuando.
—Te has pasado con él.
—¿Quieres saber lo que es pasarme?
Eddie se estremeció un poco, pero el simbionte se dio cuenta de que su humano estaba necesitado de amor especial. No pudo evitar sentir como le empezaba la erección de su increíble polla de alienígena.
—Vaya... —comentó Eddie—. No sabía que habías invitado a otro amiguito.
—Mi amiguito te quiere conocer.
—Te vienes muy arriba en situaciones un poco extrañas.
—He visto que por aquí hay muchas habitaciones —mencionó el simbionte—. Además, estarán todas vacías si los demás humanos se han ido a refugiarse.
—Vamos a esperar a llegar a casa —dejó claro Eddie, aunque su amigo refunfuñó—. Aún tenemos cosas por hacer.
¡GRACIAS!
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