Capítulo 20 | Sin salida

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Durmieron a Jonás con gas especial. Llevaron su cuerpo a lo que llamaban la "sala de pruebas", la cual estaba diseñaba enteramente para él. El propio simbionte fue quien intentó obligar al chico para que actuara y se moviera entre todas aquellas plataformas: desde los anillos hasta la vallas de alturas enormes que atravesaban la instalación entera. Jonás se esforzó en impedir que cumpliese con las pruebas que le dictaban desde el altavoz, pero cuanto más se resistía, más fuerte se volvían las ganas por obedecer.

—No olvides el acuerdo —recordó la líder—. Empieza el circuito por los anillos.

Así hizo él. Pegó un enorme salto hasta el segundo anillo, saltándose por ende el primero, dejando así asombrados a todos los científicos. Después se lanzó de nuevo y con total precisión atravesó otro anillo que, esta vez, era de fuego. Ambos continuaron en sintonía con el resto del circuito, inclusive el recorrido de las vallas.

—Impecable, Jonás —felicitó la mujer.

—R-Re... —quiso decir, pero su voz sonaba distinta. Parecía monstruosa, modificada— Remedy —dijo al fin, pero Jonás no quiso decirlo. Le llegó desde las entrañas, obligado por el parásito de su interior.

Los científicos se miraron entre sí. La líder asintió con la cabeza y comenzó a aplaudir. El resto hizo lo mismo.

—De acuerdo, Remedy —dijo a través del micrófono—. Quiero que me recuerdes cuál es tu propósito.

—Ma-Ma... —intentó decir, pero Jonás se tapó la boca para intentar controlar su poder—. Matar simbiontes —dijo al fin, de nuevo, con aquella voz distorsionada y maléfica.

Placas de madera con formas de simbiontes empezaron a caer desde el altísimo techo.

—Debes acabar con los blancos —dijo la mujer—. ¡Ahora!

Movido por el poderoso impulso que nacía desde su interior, Jonás se lanzó al aire y golpeó cada uno de ellos con una agilidad enorme. La madera cayó al suelo en pedazos poco antes que el sujeto, pero este último lo hizo de pie.

—¿Por qué no tengo control? —preguntó con frustración el chico.

—Para eso estás aquí.

—No... puedo controlarlo —continuó él, pero la voz apenas se le había distorsionado en esta ocasión.

Jonás empezó a encogerse hasta que tuvo que arrodillarse en el suelo. Parecía intentar contener alguna especie de impulso que le nacía en el interior. Apretaba los puños con tal fuerza que hizo sangrar las palmas de sus propias manos.

—¿Qué sucede? —preguntó la líder.

—Te... lo acabo de decir —respondió al fin.

Jonás abrió sus extremidades y saltó al aire con brutalidad. Los científicos se asustaron al mismo tiempo que la simbiosis del sujeto se hacía ver mediante una masa roja que comenzó a crecer fuera del cuerpo humano. Él no gritó, pero Remedy sí que se hacía oír a través del huésped.

—¡Voy a mataros a todos! —exclamó aquella voz tan perturbadora.

—Cálmate —exigió la mujer.

—¿Qué le pasa? —preguntó un compañero.

—Está en proceso de simbiosis con su mente —respondió otra.

—Eso no puede ser —replicó la líder—. Os dije que no debía hacer simbiosis con la mente.

—Se supone que no debía hacerlo —contestó el compañero—. Yo mismo me encargué de que todo estuviera en su lugar. No sé qué demonios ha pasado.

—¡Maldita sea! —chilló junto a un golpe la mujer del micro.

Jonás lo oyó todo. Es más, se enfadó tanto que se convirtió en un monstruo por completo. Sus músculos se habían convertido en enormes masas de fibra roja. Su cuerpo creció hasta los cinco metros de altura. Tenía las venas muy hinchadas y los ojos como lagos estirados, los cuales se habían tornado enteramente de color blanco. Se parecía a Venom, era casi idéntico, de no ser por el color rosáceo de su piel.

Corrió por las paredes en busca de una salida. Pasó al techo y lo exploró hasta que se dio cuenta de la puerta que se ocultaba tras las gradas. Intentó abrirla con su brutal fuerza, pero era imposible. Entonces golpeó la misma. No obstante, tan solo consiguió abollarla.

—Es un material demasiado duro para ti, Jonás —repitió ella—. Ya te he dicho que no puedes salir de aquí. Será mejor que hagas lo que te pedimos.

—Ya no podéis hacer nada —advirtió Remedy—. He escapado de vuestro control.

—No es cierto —replicó ella—. Pero podemos hacer un trato.

El simbionte acudió a la plataforma más alta y cercana al altavoz.

—Protege la ciudad de los parásitos y después quizás te dejemos libertad.

—¿A quién le estás hablando, a mí o al enclenque de Jonás? —preguntó la voz distorsionada.

—A los dos.

—¿Qué quieres exactamente? —peguntó la voz del otro, haciéndose paso y resurgiendo desde los más profundo del monstruoso rosa que estaba ocupando su cuerpo.


¡GRACIAS!

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Supercut | Fanfic Symbrock/VeddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora