Eddie intentó no ahogarse mientras el simbionte exploraba su interior con aquella bestia que tenía por lengua inmunda y llena de líquido baboso. El chico intentó quitársela de alguna manera, pero no pudo. Golpeó a Venom e intentó apartarlo de él con todas sus fuerzas, pero el simbionte estaba tan concentrado que no se enteró, hasta que notó el cuerpo del humano inmóvil. Entonces, Venom retiró su lengua, preocupado.
—¿Eddie? —dijo, pero el chico no contestó. Además, tenía los ojos cerrados—. ¡¿Eddie?! —gritó mientras lo balanceaba y le golpeaba el pecho. De repente, el hombre vomitó una gran cantidad de líquido de su cuerpo sobre Venom. Al fin pudo respirar.
—¡Venom, tienes que tener más cuidado, coño! —protestó, aliviado por seguir con vida. Después, el simbionte lo abrazó bruscamente con sus hinchados músculos, intranquilo.
—Perdona. Perdona. Perdona —dijo.
Venom estuvo un rato achuchándolo hasta que se dio cuenta de que lo estaba volviendo a ahogar, por lo que se apartó. El chico respiró de alivio por segunda vez consecutiva, y, a modo de venganza, le golpeó en el duro pecho con su puño humano mientras Venom reía. Eddie le siguió con otra sonrisa, y, después, le limpió la cara con sus manos.
—Lo cierto es que tengo ganas, pero no sé si saldré con vida del sexo. ¿Tendrás piedad? —dijo el humano, casi derrotado.
—No —contestó con soberbia el simbionte—. Aguantarás. Estoy seguro —añadió mientras agarraba el pene erecto del chico. Aquello provocó que Eddie gimiera de placer. Quiso protestar, pero no pudo, pues Venom hacía que sus músculos se contrajeran tan brusco como la fuerza que el simbionte ejercía sobre su cuerpo.
—Ve... esp... —quiso decir el chico, pero decidió ahorrar sus fuerzas físicas para sobrevivir a la noche.
Otro chorro blanco, que bañó a Venom, salió disparado desde la punta de su pene. Al fin, sus músculos pudieron relajarse.
—Ya estás listo —dijo el enorme ser oscuro mientras se limpiaba la cara llena de semen a chupetazos y se acercaba a su cara para intimidarlo. Aquello excitó al humano.
El simbionte le dio la vuelta, así que Eddie se agarró fuerte a la sábana intuyendo lo que iba a pasar. De seguido, Venom ajustó su puntería y lanzó su martillo hacia el hoyo que el hombre escondía entre las nalgas de su trasero. El chico ahogó un grito de dolor contra la cama. Una vez dentro, el simbionte cogió aire y continuó insertándolo con intenciones de llegar hasta lo más profundo posible. Pero cada vez era más difícil, y, a medida que Venom lo insertaba, más doloroso era para ambos. Aún así, el simbionte continuó hasta el final mientras animaba al humano a aguantar.
—Bien... —musitó Venom, al llegar al fondo, intentando contenerse el líquido especial que estaba por liberar en Eddie. El hombre, por su parte, intentó mantenerse consciente hasta que Venom expulsó lo que tenía dentro, invadiendo así su cuerpo y dejándolo más derrotado aún. Ahora el simbionte sentía a Eddie más suyo. Al fin lo conquistó por completo.
—Muy bien, Eddie —dijo, orgulloso por el chico.
—No... No me... No me puedo mover casi —balbuceó, inmóvil sobre la cama, como un peso muerto—. Estoy agotado.
—Lo sé. Los humanos sois muy débiles, pero ahora hay que salir, ¿vale? —dijo Venom mientras le acariciaba el pelo y lo protegía del resto del mundo bajo su cuerpo. Lo veía tan frágil y tan tierno...
—No s... sé... —Una contracción detuvo al chico—. ...si podré aguan... —De nuevo, otra contracción, aunque, está vez, más fuerte.
—Claro que sí, tonto trozo de carne humana. A la de cinco, lo hacemos.
El hombre agarró las sábanas tan fuerte como pudo.
—Una... Dos... Tres... ¡Y cuatro! —gritó justo antes de sacar su miembro del tirón. Por su parte, Eddie ahogó otro gritó de dolor desgarrador, aunque con sabor placentero, en la sábana.
¡GRACIAS!
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
