Capítulo 12 | Supercut

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Venom podría ser orgulloso, pero Eddie lo era más, y no dudó en cerrar la puerta con cerrojo inclusive, como si aquello pudiera evitar que volviera a entrar en casa. Sin embargo, al de un rato de estar mirando la televisión con cara de musgo mientras no paraba de pensar en dónde o qué podría estar haciendo Venom en ese instante, cogió el móvil y llamó a Claudia.

—¿Sí? —preguntó ella algo alarmada.

—Venom se ha ido de casa —respondió el chico cortante mientras daba vueltas al salón y se mordisqueaba las uñas de los dedos. La chica espiró, cansada.

—Eddie, déjalo estar —continuó con voz tosca.

—¡No!

—Sí, Eddie, sí. No te hace ningún bien. ¿Es que no te das cuenta? ¡Mírate! Siempre tienes que estar detrás de él.

—Ante todo es mi amigo, y no voy a dejar que cometa ninguna locura. Tengo miedo de lo que pueda hacer...

Claudia rompió el silencio resoplando esta vez.

—Eddie...

—¿Vas a ayudarme o no?

De nuevo, otro silencio se hizo paso por varios segundos.

—Escúchame, Eddie. Por tu bien te lo digo... —dijo sin poder terminar la oración, pues el chico había cortado la llamada.

De seguido, y con el corazón en un puño, el hombre corrió a vestirse para después ir a por el coche, guiado por una fuerte corazonada dolorosa, y viajó peligrosamente rápido hacia el volcán más próximo. Una vez allí, y movido por la desesperación, Eddie Brock comenzó a subir el camino que llevaba a la cima del volcán. Además de la dificultad, del dolor de las rodillas y de la pesada desesperanza, también cargaba con la enorme culpa que lo carcomía por dentro sin piedad.

A medida que avanzaba, la temperatura agonizante aumentaba, las fuerzas disminuían, el dolor tanto interno como externo subían sin piedad, la esperanza se agotaba y la presión crecía hasta que no pudo soportarlo más y cayó al suelo. Entonces se echó a llorar. Lloró y lloró lleno de frustración. Gritó una y otra vez el nombre de Venom hasta dañarse las cuerdas vocales. Sin embargo, decidió no rendirse, e impulsado de nuevo por aquella corazonada punzante, Eddie se levantó y siguió corriendo hasta llegar a la cima.

Allí estaba el simbionte, al borde del precipicio, jugando con la muerte.

—¡Venom! ¡¡Venom!! —grito el chico como pudo aunque le doliera con desgarro.

El simbionte se dio la vuelta y lo vio correr hacia él.

—¡Por favor, no lo hagas! Por favor, sabes que yo te adoro mucho. Lo siento, por todo. Lo siento, de verdad, por favor, no hagas esto, por favor. Por favor... —insistió el humano, derrotado.

—Trato de hacer que todos sean felices, Ed. Pero... ¿qué hay de mí? ¿Es mucho pedir? ¿Es demasiado trabajo? Para que alguien se quede conmigo como nunca antes... —dijo, y su rostro se rompió en un llanto estremecedor.

—Escúchame, Venom, te lo suplico —balbuceó aguantando las lágrimas hasta que no pudo más—. Lo siento, ¿vale? Perdóname por haber sido una mierda todo este tiempo, pero, por favor, aléjate de ahí...

—No eres una mierda. Lo que pasa es que soy demasiado para ti, Ed. Soy una carga —dijo, y dio paso hacia atrás quedándose así a un metro del abismo. El chico reaccionó alargando la mano, como si aquello fuera a lograr un milagro, mientras rezaba por dentro y le pedía calma.

—Eso no es verdad —replicó el chico.

—¡Sí que lo es! Siempre te retiras, haces otros planes... Y lo entiendo, soy un lastre. Y no tienes porqué perder más el tiempo conmigo. Al final te acabo volviendo loco y hago que te marches. Soy demasiado para... todo el mundo, y lo entiendo.

—Venom, eso no es verdad. Por favor... sal de ahí —insistió desesperado a la vez que sus ojos llorosos lo cegaban.

—Estás mejor sin mí, Ed. Créeme que será lo mejor, ¿vale? —continuó el simbionte con un tono dulce.

—¡¡No!! Venom, por favor te lo pido, ¡joder! Me joderás la vida si lo haces, eso no lo dudes ni un segundo más. No tienes ni idea de lo que me importas, de verdad. Y sí, he sido una mierda de amigo porque tuve que estar ahí y no lo estuve porque... —Cogió aire entre sollozos y tragó saliva— ...fui un imbécil, y eso es solo mi culpa, ¿vale? Así que, aléjate de ahí y ven a darme un abrazo.

El simbionte lo tenía claro, así que procedió a retroceder otro paso más hasta el borde mientras una sonrisa de comprensión y amor, dirigida a su amigo, iluminaba su cara.

—Si te tiras, yo iré detrás. ¿Es eso lo que quieres? Porque es lo que haré si te tiras.

Entonces la tensión hizo de las suyas y atacó a ambos con la misma intensidad, llenándolos así de una punzante incertidumbre.

—Te lo suplico, no te vayas. Te lo ruego por favor, quédate. Dime qué tengo que cambiar y lo haré por ti. Haré cualquier cosa por ti —continuó el hombre.

Ahora el simbionte parecía no tenerlo tan claro, y se quedó mirando al chico, pensativo. Entonces, Eddie aprovechó para acercarse, pero Venom reaccionó amenazándolo de nuevo mediante un gesto con la mano, así que el chico se quedó inmóvil, suspendido a metro y medio de su amigo. Finalmente, una larga e intensa mirada rota de despedida nació en los ojos del simbionte, y se dejó caer al vació en el mismo momento en el que el chico se lanzó sobre él y lo agarró por alguna parte tan fuerte como pudo.

Dado el abrasamiento intenso del interior del volcán, Venom perdió la consciencia para más tarde perder la vida. Eddie logró devolverlo a la superficie, pero su piel oscura estaba totalmente apagada, casi muerta. Ya no había nada que hacer, o eso había creído el chico en un principio.

Entonces una idea desesperada y muy peligrosa le vino a la cabeza. Aquello podría salvar a Venom, pero también podría matarlo a él mismo en el intento. Sin embargo, el humano, como última opción repentina, se hundió en aquella masa oscura chamuscada, la cual comenzó a aferrarse a la vida de su piel con todas las escasas fuerzas que le quedaban.

El simbionte primero invadió sus extremidades, luego su cabeza, su pecho, su todo. Y así, poco a poco, Venom fue recuperando la vida a través de su amigo mientras ambos se perdían en un supercut de intensos recuerdos al son de los latidos del corazón de Eddie Brock.

Al fin, el simbionte llegó a su corazón, y fue entonces cuando despertó en alguna parte del interior de su humano, llenándolo de amor, cerrando sus heridas y curando sus pensamientos. Por ende, el hombre sintió un alivio tremendo en su interior.

—Vuelve a hacer algo así y a la próxima te quemo yo mismo, capullo —dijo la voz del chico en su propia consciencia mientras su cuerpo yacía en el suelo.

—¿Puedes levantarte? —preguntó la voz de Venom desde alguna parte de su cabeza.

—Qué más dará... Aquí no se está tan mal.

El simbionte rió con ternura.

—Lo importante es que te tengo conmigo —añadió el chico, y Venom no pudo evitar avergonzarse y sentir a la vez un tremenda felicidad que también llegaba a Eddie.

—Oye, las estrellas se ven hermosas desde aquí —dijo el simbionte, tímido, sin encontrar manera de romper el hielo tras aquella trágica situación provocada por él mismo.

—Van a vernos desaparecer, Ve. Todas van a vernos desaparecer.


¡GRACIAS!

¡GRACIAS!

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Supercut | Fanfic Symbrock/VeddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora