Capítulo 11 | Jugar con fuego

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Los días pasaban y Eddie mejoraba. Cada vez se le veía más contento y animado. Hizo amigos en las reuniones de terapia grupal que tenía todos los martes, se compraba más ropa, mantenía su aseo personal y la limpieza de su casa en condiciones y, lo más importante, comenzó a salir con su amiga Claudia, la psicóloga. Sin embargo, había algo que no iba nada bien en su vida. Se trataba de su mejor amigo, Venom.

El simbionte había decaído mucho en las últimas semanas. Incluso se mostraba distante de su humano. Apenas salían juntos a la calle a pasar la tarde y casi ni se dirigían la palabra en todo el día. Eddie creyó que se le pasaría algún día, que se trataba de una crisis o algo por el estilo porque no lo acababa de comprender, pues todo iba sobre ruedas segun él.

—¿Crees que tiene celos de ti? —preguntó el chico tras apartarse de los pechos desnudos de Claudia.

—No estoy segura. Es un ser diferente. Es cierto que tiene muchas similitudes con el comportamiento humano, pero quién sabe...

—Estoy muy preocupado. ¿Y si todo esto ha sido por mi culpa? ¿Y si he sido yo quien ha provocado que esté así?

—De todas maneras, creo que deberíais hablarlo cuanto antes, no vaya a ser que se le vaya la cabeza y te haga algo, Ed. No te arriesgues —añadió, y le empezó a acariciar la pierna con delicadeza.

—No sería capaz. Somos amigos y nos queremos mucho —dijo, firme.

—En eso tienes toda la razón. Venga, relájate —le apoyó Claudia mientras lo empujaba sobre ella, al interior de la cama.

Mientras ambos se divertían en aquella noche de ensueño, Venom esperaba a su amigo en casa, preocupado. Al fin, Eddie regresó.

—¿Dónde demonios estabas? —preguntó el simbionte, muy enfadado—. Es la madrugada.

Eddie se sorprendió al respecto, pues casi nunca se hablaban ya. Y aquella oración, que además de exigir una respuesta, contenía más palabras de lo que en común se compartían últimamente.

—¿Qué te pasa? Soy mayorcito, Venom. Sé lo que hago —replicó el chico mientras se desvestía.

—¿Que sabes lo que haces? Vas por ahí dando tumbos sin mí y me tienes en vela todo el día esperando a que vuelvas. ¿Soy un juguete o mascota para ti?

—¿De qué estás hablando? No entiendo nada, Venom. ¿A qué viene este comportamiento? Últimamente estás muy rarito —prosiguió el chico mientras se cambiaba.

—¿Y no se te ha ocurrido preguntarme ni una sóla puta vez qué me pasa? ¿Tengo que ser yo quien vaya a decirte lo que tienes que hacer como amigo? ¿Tan malos sois los humanos? —dijo, indignado total.

Eddie negó con la cabeza acompañado de un gesto de cansancio.

—Claro —prosiguió el simbionte—. Comprendo —añadió, y se cruzó de brazos—. Estoy loco. Ese es el problema: yo. Ahora que tu vida va sobre ruedas, el resto da igual, ¿verdad? Cuando estuviste en la mierda yo te ayudé en todo, a pesar de que me jodiste la vida con tus paranoias e indecisiones. Que si eres una carga para mí, que si no sé si puedo con tu presencia... Pero eso no te importa porque sólo te importas tú.

—Venom, para —pidió, dolido.

—¿Por qué ya nunca me llevas contigo?

—Venom, no sé qué es lo que quieres de mí. Pensé que todo eso se había quedado atrás, que te quedó claro que eras mi amigo y que te quiero como tal. ¿A qué viene todo este drama?

—No me has respondido —insistió el ser, tajante.

—A ver, pues es que ahora siempre me evitas, y, sinceramente, pienso que dejarte en paz y tranquilo es lo mejor. Lo siento si me he equivocado —dijo con la voz un tanto ahogada, pues el simbionte había avivado a sus emociones y ahora estaban a flor de piel.

—Fantástica decisión —replicó—. Como la de juntarte con esa chica que no ha hecho más que traernos más problemas que soluciones.

De repente, Eddie se le encaró con dureza mientras le apuntaba con el dedo índice, casi como si le estuviera amenazando.

—Ni se te ocurra decir... —quiso decir el chico, pero no pudo terminar la oración, pues la mirada rota de Venom fue suficiente para darse cuenta de que en él se había roto algo más que la mirada—. Lo siento —terminó por decir, pero ya era demasiado tarde.

—Entiendo... —dijo el simbionte, cabizbajo.

—Perdóname, en serio. Perdón... —suplicó Eddie, pero no sirvió de nada, pues Venom, tras dejar caer una lágrima cristalina sobre el suelo de la entrada, desvaneció arrastrándose entre las rendijas de la puerta—. ¡Venga, Ve, vuelve, no me jodas...! —añadió, pero el simbionte ya se había ido.


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Supercut | Fanfic Symbrock/VeddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora