—No sé qué decir —dijo el simbionte tras abrir los ojos y volver a abrazarlo—. ¿Quieres llamar a un médico? —prosiguió, aún impactado por lo que sintió y vio en la profunda oscuridad interna del chico.
—Sí. Debería hacerlo. Será lo mejor —contestó el otro. Después, cogió la pizza y la metió al microondas—. Me siento un poco patético —dijo, seguido de una carcajada.
—¿Por mostrarme lo que sientes?
—¿No te ha molestado nada? —preguntó Eddie, sorprendido.
—¡Claro que no! Lo entiendo. Fui yo quien te eligió a ti, y sin preguntar —añadió junto a una sonrisa—. Y acerté a la primera, sin duda —terminó por decir.
El hombre le sonrió al respecto mientras reflexionaba sobre las dudas de su vida, pero paró, pues prefería aprovechar la calma, dejarlo para otro momento y disfrutar de aquella velada con él.
—¿Vas poniendo la peli? —preguntó el hombre, algo más animado de lo común.
—Como quieras, humano mío —contestó Venom con un tono vacilón. Después, puso la cinta y esperó a que Eddie llegará con la pizza. El chico se había sentado un poco lejos del simbionte, así que Venom le cogió por los hombros y tiró de él para envolverlo en su gigante brazo derecho.
—Así no sé si voy a poder comer algo —se quejó el hombre.
—Claro que podrás, tonto —contestó el otro con ese tono de voz burlesco que lo caracterizaba siempre.
Ambos vieron la peli y comieron pizza hasta dormirse en el mismo sofá. El primero en caer fue Eddie, y al de un rato observándolo dormido tiernamente en su regazo, Venom. Nada parecía poder fastidiar la noche, pero aquella pesadilla inolvidable, que atormentó al simbionte, le despertó en la madrugada del lunes. Y para no hacerle daño a Eddie, lo tumbó en el sofá y se alejó de él hasta el sillón. No quería transmitirle nada malo más, pues ya tenía suficiente, y ahora que parecía haberse puesto un poco más feliz, pues menos todavía.
—¿Qué haces despierto? —preguntó el chico.
—He tenido una pesadilla muy mala, y parecía real —contestó el simbionte desde la otra punta del salón, sentado en el sillón mientras lo miraba fijamente.
—¿Quieres dar un paseo o algo?
—No. Tú tienes que descansar, mañana tienes que hacer muchas cosas.
El chico se levantó del sofá, aturdido aún por cortarse su sueño, y se puso una chamarra.
—Venga, vamos. Y me cuentas qué has soñado, ¿vale? —dijo Eddie mientras lo esperaba en la entrada.
Venom refunfuñó y fue hacia él.
—Luego te daré lo tuyo —dijo el simbonte, algo enfadado—. Mañana vas a estar cansado.
—Pues hasta que "luego" llegue, me cuentas todo y damos un paseo. ¿Hecho? —contestó el hombre tras abrirse la chamarra de par en par esperando a que Venom entrara a su cuerpo.
—Hecho —respondió el otro, dulce y soberbio a la vez.
¡GRACIAS!
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