Narrador omnisciente
Colorado era un estado muy poblado, rodeado de montañas que lo hacían un lugar muy concurrido por los turistas. En Denver, su capital, las calles estaban rodeadas de casas agradables con jardines verdes, al menos así era en los barrios de clase media. Para la familia Yamada los Estados Unidos era su segundo hogar luego de emigrar desde Japón, el señor Yamada era un hombre amable que trabajaba en la central eléctrica de la ciudad, en cambio su esposa se dedicaba al hogar y la crianza de los hijos.
Los hijos de la familia Yamada, tres para ser exactos, eran muy conocidos en la comunidad por diferentes razones. El hijo mayor, Bruce, era un atleta destacado y nadie dudaba de que el agradable chico obtuviera una beca por ello en alguna universidad prometedora, sin embargo de su melliza nadie podía decir lo mismo. Lis Yamada era todo lo opuesto a su hermano, ella vivía en las nubes, contando historias que nadie podía entender y usando ropa extravagante que en su menudo cuerpo parecía flotar, pero sus padres no perdieron la esperanza ya que la pequeña Amy era una niña muy inteligente y educada, sin dudas el mayor y la menor dejarían su apellido en alto.
Lo primero que se escuchaba en su hogar en las mañanas era el ruido ensordecedor de la licuadora, su madre preparaba licuado de proteínas para Bruce, un jugo asqueroso que su entrenador le había recomendado para mejorar su condición durante los partidos.
Lis se sentó con cuidado en la cama, no quería acabar en el piso como en otras ocasiones donde había rodado y caído desde la parte superior de la litera. Sentía sus ojos hinchados y la boca seca, su cabello apenas la dejaba ver por lo desordenado que estaba, aún somnolienta pudo escuchar a Amy apagar el despertador y salir de la cama, impulsándola a hacer lo mismo.
─Buenos días...─ Su hermana menor la saludo mientras se vestía, parecía tan sobria como un adulto y tan triste como un treintañero sin empleo, Lis por su parte devolvió el saludo y presto toda su atención a la vestimenta que ocuparía. Un polo blanco de cuello alto y un overol de jean que combinaban con unas converse negras que llevaban ya algunos años con ella.
Si algo caracterizaba a los Yamada era el cabello negro y la sonrisa encantadora que hacia desaparecer los ojos, herencia de su padre, en cambio ambas niñas habían obtenido de su madre el tamaño pequeño que Bruce no poseía.
La casa era grande, lo suficiente para cinco personas y para recibir visitas de vez en cuando, pero sus padres preferían no traer mucha gente a casa, una vieja costumbre japonesa que para Lis era absurda.
Acomodo algunos libros en su mochila, bajando las escaleras con rapidez, por eso recibió una llamada de advertencia de su padre. Bruce, que se encontraba al otro lado de la cocina, le hizo un gesto de asco y señalo el batido de proteína, eso la hizo reír en silencio
─Nos vamos a la escuela, tengan un buen día─ Su hermano mayor le alcanzo el taper y luego la guió fuera de la casa mientras ella masticaba una tostada con mermelada. Bruce era quien la llevaba a la escuela en bici ya que la de ella se encontraba rota en el garaje, el florero de la vecina se atravesó en su camino─ Deberías ser más cuidadosa con tus acciones, al menos frente a nuestros padres, sabes bien que son capaces de mandarte una temporada con los abuelos─ Esa amenaza de sus padres era real, ya la habían enviado ahí todo un verano y para nada quería repetirlo, cuando regreso a Denver ya sabía hablar a la perfección en japones y hasta servir el té de forma correcta.
Bruce subió a su bicicleta y Lis se acomodo en la parrilla, subiendo sus pies para no lastimarse mientras su hermano pedaleaba. Ella apoyo su rostro en la espalda del pelinegro, observando las calles vacías a excepción de Billy que tomaba el mismo camino que ellos luego de repartir el periódico. Estaba acostumbrada al silencio, sus padres le pedían que lo mantuviera al menos cuando estaba en la casa, parecían cansados de escucharla divagar durante horas, pero con su hermano era distinto porque él la escuchaba e intentaba seguir su conversación aunque no lo conseguía.
Durante el camino pudo observar un grupo de chicos pelear, Vance Hopper para variar se encontraba involucrado, lo único distinto fue que su hermano frenara y bajara de la bicicleta. Bruce no solía meterse en asuntos que no fueran de su incumbencia, pero por alguna razón parecía muy enfadado ─¡Vamos hombre! Deberías madurar y dejar de solucionar todo como un salvaje─ Entonces lo reconoció, cuando ella bajo de la bici y se acerco a donde se aglomeraban los niños. Vance tenia a Robin Arellano sujeto por su buzo, ambos con sangre en el rostro, mientras Finney Blake se encontraba tirado en el césped.
Lis se aferro más a su mochila, viendo como Robin era arrojado junto a Finney, aunque el chico intento ponerse de pie el castaño a su lado lo detuvo. Por otra parte ahora su hermano se estaba enfrentando a un chico alto y peligroso, entonces cuando el primer golpe lo derribo ella no dudo en interponerse y tirar la mochila hacia el rubio ─ Ricitos de oro es uno de mis cuentos favoritos, pero voy a tener que gritar si le vuelves a pegar─ Dentro de su cabeza eso tenía sentido, solo que cuando lo dijo no se escucho bien.
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¿WHERE? Vance Hopper
FanfictionDos chicos que se odian mutuamente, los polos opuestos de Denver y rivales, acaban envueltos como familia cuando la hermana de uno de ellos se enamora. Cover by : @DarkDevil_23 y @EditorialSalem VancexOcfem