Last

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Vance había despertado de mal humor aquella mañana, como si una ola de negatividad se ubiese filtrado en sus mejores sueños. Discutir con su madre la noche anterior no había sido nada bueno, mucho menos cuando le había prometido a Lis encontrarse para una cita, a la cual claramente y por motivos de fuerza mayor no fue capaz de llegar, aún así la pelinegra tuvo el coraje de presentarse en su casa. Ese fue el comienzo del fin.

─¡¿Cómo se te ocurrio?!─ Ella no dudo en correr a socorrerlo, sin embargo Vance se hizo más pequeño contra el suelo y la bañera, como si aquello le dejara en claro a la niña que no deseaba su ayuda. ─Vance...

─Solo vete, yo voy a solucionarlo.

Su voz sonaba rota, casi ahogada mientras sus ojos celestes estaban fijos en las muñequeras que ahora descansaban en el suelo, llenas de un liquido rojo. Lis estaba tan rota como él, destrozada por el abandono de su familia y aquel intento de desaparecer le había hecho sentir que por segunda vez alguien intentaba dejarla atrás.

─Eres un mentiroso, dijiste que nunca te irias y mira ahora lo que haces.

Aquellas palabras habían hecho un corte aún más profundo en el corazón del rubio, ¿pero qué más podía hacer un adolescente de catorce años con una vida como la suya? Su padre era un ricachon y su madre una prostituta, todo el pueblo parecia saberlo, todos menos Lis.

La figura diminuta de Lis desapareciendo por la puerta del baño lo fue todo, él intento cerrar los ojos y fingir que nada de aquello era real. Al abrir nuevamente sus ojos la realidad lo golpeó, Bruce estaba ahí y justo en su frente había un gran corte. Ellos habían sido secuestrados.

Vance recorrió la habitación con miedo, sus ojos viajaron por todas partes hasta llegar a la pared frente al baño y sin pensarlo mucho comenzó comenzó golpearla. Bruce en cambio parecía un perro rabioso escarbando en la tierra.

Ambos estaban en silencio mientras sus sollozos los acompañaban, la única esperanza que los mantenía con vida era el ver nuevamente a la pelinegra.

La noche llegó tan fría como la mañana, las manos de Vance sangraban y los dedos de Bruce igual. Para ese punto ambos se habían sentado frente a frente en aquel estrechó pasillo, la pérdida del tiempo los estaba volviendo locos.

─¿Crees que ella estará bien?

Bruce pregunto, su garganta estaba seca y su voz algo rota, después de todo el raptor les había dejado saber que aquel sótano era insonorizado.

─Debe de estar buscandonos, solo espero que no se meta en algún problema.

El mayor de los Yamada cerro los ojos y apoyo su espalda en la suciedad de aquella pared, el miedo de que su hermana se metiera en un problema no lo dejaba descansar. Bruce quería regresar a casa, encontrarse con Lis y rogarle que le perdonará por no ir con ella, ahora que lo pensaba mejor se preguntaba cómo la había dejado sola.

─¿Sabes? Realmente no te odio...─ Vance sonrió como si le contaran un buen chiste, ¿qué Bruce Yamada no lo odiaba? El chico se había pasado la mitad de su vida haciéndole sus días imposibles y viceversa. ─¿No me crees? Supongo que es difícil de creer.

Bruce lo pensó durante minutos que parecían ser interminables. Penso decirle que él lo quería y que deseaba estar a su lado, pero la imágen de su hermana menor llegaba a él, ¿Lis siempre se había sentido de aquel modo? Como si le arrebataran todo lo que quería, ¿acaso él le haría aquello a ella? No, no lo haría, preferia llevarse sus sentimientos a la tumba.

─Solo quiero que hagamos las paces por Lis, cuando consigamos salir de aquí ella nos estará esperando, tendrá una de esas sonrisas torcidas y dirá tantas cosas que no sabremos que escuchar primero.

En aquella ocasión Vance sonrió con sinceridad, Bruce tenía razón con respecto a Lis. Ella los estaría esperando con los brazos abiertos, solo que no saldrían como lo deseaban.

Esa noche fue el final de ambos, Bruce fue primero y a pesar de que Vance dió pelea para defenderlo, nada pudo hacer.

Bruce Yamada y Vance Hopper tendrían que esperar un poco más, aferrarse con rabia a la espera de que alguien los liberara de esa tortura. Sus almas seguían ahí, olvidando sus nombres y su recuerdos, ¿les quedaba algo? Sí, Lis Yamada estaba fresca en la memoria de ambos y así fue hasta que Finney Blake llegó a aquel agujero, salvando a todos los niños que estaban varados en aquel lugar.

Lis se arrepintió cada día de sus decisiones, de todas formas ellas se ahogaron en lo más profundo del arroyo junto con su cuerpo. A la superficie solo llegó sus anhelos de libertad y reencuentro, deseaba volver a casa de la mano de sus dos personas favoritas.






















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¡Hola! ¿Qué tal?

Soy yo otra vez pero en está ocasión les traigo un extra, de esta forma finalizó por completo este proyecto tan extenso.

Espero que les guste y que puedan darle una oportunidad a mis otros fanfics, sin nada más que decir les deseo un feliz fin de semana.

¿WHERE?  Vance Hopper Donde viven las historias. Descúbrelo ahora