We're going home

1.7K 171 46
                                    

"Los sueños algunas veces son la realidad de los que viven despiertos"

Gwen despertó de forma repentina, saliendo del agua helada de la bañera, como si estuviese a punto de morir de un infarto. Acababa de soñar con Lis Yamada, pero a diferencia de otros sueños la chica no parecía ser consciente de su entorno, ¿acaso Lis estaba en una especie de limbo?

Como pudo se arrastro fuera del baño, vistiéndose de manera apresurada, gracias al sueño que había tenido con Lis y al de Vance Hopper, creía saber el paradero de su hermano mayor.

Mientras corría fuera de la casa la lluvia la empapó aún más, incrustandose en su piel como trozos delgados de vidrio, sin emabrgo no se detuvo y siguió pedaleando.

En cambio Finney Blake sentía su cuerpo más pesado que nunca, el hambre y las pocas horas de sueño lo mantenían agotado, aún así se obligó a mantenerse lúcido.

Luego de la llamada con Robin estaba dispuesto a cortar el cable del teléfono, más este volvió a sonar y luego de cuestionarse, descolgó la línea.

–¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

A diferencia de otras llamadas, esta se sentía como una de auxilio, como si la otra persona no supiera que estaba muerta.

–¿Con quién hablo?

Poco a poco parecía que su voz se aclaraba, entonces consiguió notar que se trataba de una chica, su piel se congelo cuando recordó las palabras de Vance Hopper, "Ella aún no lo sabe, su mente está entre los dos mundos, intenta ser gentil". Entonces Vance se refería a Lis, Lis Yamada.

Finn se apoyo en la humeda pared, el llanto desde el otro lado se escuchaba ahogado, aún así intento no romperse a llorar él también.

–Lis..creo...– Ella hablo entre sus lágrimas, parecía estar ida mientras intentaba recordar porque el tiempo se había congelado a su alrededor, ¿acaso había muerto? ¿Por eso no podía recordar nada desde el verano? Su mente daba cientos de vueltas sin poder comprender cuando había sucedido todo aquello, ¿cuando fue secuestrada?

–Lis, la hermana de Bruce Yamada, ustedes dos eran inseparables.

Entonces todo pareció hacer click en la mente de Lis, poco a poco se encontró a sí misma en el lago, el teléfono negro seguía en su mano mientras observaba el paisaje frente a ella, en aquel lugar fue donde el raptor la asesino

Era viernes en la tarde, luego de clases había creído que dar un paseo lograría distraerla y sin poder evitarlo se dirigió a su lugar especial,  el lago cercano a la casa de Vance. Sus mejores momentos habían ocurrido en aquel pintoresco lugar, sin embargo desde la desaparición de Vance y de Bruce, no se creía capaz de salir a ningún lugar sola.

Ese día había pasado rápidamente, primero preparo galletas y tomó dos latas del refresco favorito de su novio, luego de tomar todo lo que necesitaría se dirigió al lago, deseando un poco de paz o tal vez para mentirse a misma sobre su nueva realidad.

Gran error fue el suyo al no tener cuidado, al no observar una camioneta negra llegar al aparcamiento y mucho menos al no correr.

Esa tarde, unos pocos meses después de la desaparición de Vance y Bruce, Lis Yamada fue asesinada a pocos metros del lago de la ciudad.

–Lo eramos, pero por mi culpa todo acabó así, todo...– Lis grito con fuerza, su garganta parecía quemarle y pudo jurar que el agua se movió con fuerza, ella se apresuro a acercarse y entonces pudo ver su cuerpo ahí,  hundiéndose en las profundidades cristalinas como un objeto sin valor, su ropa estaba desgarrada en ciertas partes y pudo notar la horrible mancha roja en sus pantalones, los zapatos no estaban, sin embargo el cordón se encontraba amarrado en su garganta. El raptor la había asesinado en ese mismo lugar, solo había durado un instante.

–Ellos dijeron que lamentaban no haber estado ahí.

El chico intento consolar de alguna forma a la pelinegra, sin embargo solo podía escuchar su llanto y luego la línea se corto, un sentimiento amargo le recorrió la garganta. Ahora tenía una motivación más para acabar con el enfermo sujeto de la máscara.

La tarde llego rápidamente,  Finney repaso su plan una y otra vez, cada movimiento y cada respiración parecía estar bajo control.

Los sucesos luego de que el hombre entrará a la habitación fueron minuciosamente planeados, aquella era una carrera contra el tiempo, una carrera por su vida y por la de seis chicos que jamás podrían volver a correr.

Mientras el cable tiraba contra su garganta, el raptor sentía que moría de forma lenta, sus ojos dándose vuelta lo guiaron a una sola pregunta, ¿sus víctimas también se sentían así? De seguro sí.

El teléfono sono una vez más, Finn apretó su mandíbula antes de acercarlo al oído del raptor y entonces escupió las palabras, diciéndole que aquella llamada era para él.

–Bienvenido a la pesadilla que va a acabar con tu patética vida– Finney tiro un poco más del plástico negro, el hombre ahogó un grito al escuchar una voz provenir de aquel aparato antiguo.

–No te queda mucho tiempo– El pequeño Griffin hablo, repitiendo la misma frase que el adulto le dijo antes de acabar con él hacia ya dos años.

–¡Hoy es tu día cabrón!

–Te espero en el otro lado para ajustar cuentas.

–No puedo matarte hijo de puta, así que Finn lo hará por mí.

–¡El brazo de Finn impresiona!

La voz de Bruce Yamada fue lo último que el raptor escucho, sin embargo para Finney lo último fue el sonido de su cuello rompiéndose, el sonido de la libertad.

El niño solto el cable y el cuerpo del adulto se deslizo en el hoyo, al final todo había acabado en una tarde de invierno, todo el dolor del verano se congelo en un helado y sangriento copo de nieve.

Vance espero con impaciencia en la mitad de la calle, entonces pudo ver como su chica llegaba a su lado, su ropa humeda se secaba poco a poco y la herida en su cuello desaparecia. Los demás chicos también notaron aquello, sus heridas ya no estaban, al igual que ellos desaparecieron a mitad de una desolada calle.

Bruce había tomado con fuerza la mano de su hermana y sin siquiera pensarlo, ambos se abrazaron, los sentimientos que alguna vez pudieron atormentar sus almas, ya no estaban, en aquel lugar nada importaba.

–Al menos ahora tenemos tiempo para mejorar su pésima relación.

Tanto el rubio como el pelinegro se observaron unos instantes y luego asintieron con la cabeza, aquello era un pacto de silencio, porque ahora eran una familia.

–Vamos a casa enana.



.

.

.

¡Hola! ¿Qué tal?

Como podrán notar al fin termino todo, ¿me drogue para escribir este capítulo? Les juro que no, pero en mi mente todo tiene sentido. Ahora me retiro antes de que me linchen y porfis ya no me pregunten sobre ¿Where? Ya esta, ya lo termine, ahora pueden ser felices.

Je, besitos y no me odien.

¿WHERE?  Vance Hopper Donde viven las historias. Descúbrelo ahora