Narrador omnisciente
En el tiempo que Vance llevaba conociendo a Lis no tardo en confirmar dos cosas, la primera y tal vez más importante era lo mucho que ella odiaba hablar sobre su madre y la segunda lo mucho que le gustaba hablar. No bromeaba con lo último, la chica podía sacarle conversación incluso a una roca.
Era sabado por la tarde, el pavimento ardía por las altas temperaturas, dentro del hogar de los Hopper era notorio la falta de un ventilador decente, con el pequeño apenas podían recibir algo de aire fresco. Lis se había acomodado entre los brazos de Vance, el rubio recriminaba que hacia demasiado calor para andar tan pegados, sin embargo ella lo ignoro.
-Vamos, Lis, sudas como un camionero- La pelinegra dejo un pellizco en su brazo, él se burlo por la poca fuerza que había aplicado en su "agreción" - Solo bromeo, sabes que te sostendría entre mis brazos incluso si estuviera muriendo...- Esta vez ella sonrió y él aparto su mirada, desde la oportunidad en la que se había "confesado", ambos se mantenían mucho más unidos, pasando las tardes en la casa del rubio.
Lis se acomodo mejor, apartando algunos mechones rubios, el rostro de Vance era precioso. Ojos grandes y celestes, cejas gruesas y una nariz envidiable, ella en cambio tenia un rostro que la mayoría consideraba promedio.
Vance elevo su mirada, ambos encontrándose en una silenciosa guerra, ellos sabían que se querían y estaba bien si no lo decían con palabras.
Fue él quien se atrevió a acariciar el rostro ajeno, sosteniendolo entre sus manos, la distancia se acortó cada vez más hasta que ambos acabaron por besarse. En sus tardes juntos los besos se habían vuelto una actividad cotidiana, no eran besos con segundas intenciones, solo gozaban de estar juntos y besarse era algo nuevo para ambos.
El beso no duro mucho, pero luego de aquel llego otro y uno más, al menos hasta que la señora Hopper llegó y Lis empujó el rostro de Vance lejos del suyo.
Al final Vance y Lis fueron invitados a salir un rato, la madre del rubio tenía trabajo y les había pedido que salieran a divertirse un rato, después de todo el día estaba hermoso afuera.
Ambos resolvieron ir al lago que se encontraba en el bosque, nadie solía ir ahí desde que la piscina pública fue inagurada, era un buen lugar para refrescarse.
Lis acomodo una manta pequeña que habían traído, también algunos refrescos y botanas, las favoritas de Vance para ser más exactos, el chico era muy exquisito con lo que comía y bebía.
-¿Entonces te prohibieron entrar a la tienda? Dios, Vance ...eres un desastre-
El chico giro los ojos, estaba acostumbrado a que le prohibieran la entrada por cierto período de tiempo, pero la realidad era que ya extrañaba jugar al pinball. Vance giro sobre la manta, tomando una lata de gaseosa, podía decirse que Lis tenía cierta razón cuando lo regañaba por pelear, siempre tenía problemas con las personas.
-Ese imbécil me hizo perder y estaba a punto de romper mi marca, ¿entiendes? Me costo mucho...-
La pelinegra lo observo en silencio, le gustaba escucharlo hablar de las cosas que lo emocionaban, tal vez por eso Vance se había flechado de Lis, porque ella podía pasar horas escuchándolo sin decirle que era un idiota.
-Si lo pones de esa forma- Ambos se observaron cuando ella hablo, el rubio acaricio su cabello, dándole a entender que la escuchaba -Creo que no vale la pena ser vetado de tu lugar favorito solo por un idiota, lo hubieras golpeado luego -
-Tienes razón, supongo que si fue mi culpa esta vez-
Al inicio había sido asombroso escuchar a Vance admitir que tenía razón, pero ahora estaba más acostumbrada, después de todo no era la primera vez que tenían ese tipo de conversación.
Vance dejo la lata sobre el suelo, acomodándo su cabeza sobre las piernas de Lis, ella sonrió antes de comenzar a trenzar su cabello, había descubierto lo mucho que le gustaba ver aquellos peinados en su novio.
-¿Tu mamá trabaja hasta muy tarde?-
La pregunta desconcertó un poco al chico, pero luego de algunos minutos le respondió.
-Algo así, ella tiene un trabajo difícil, pero mejor hablemos de otra cosa-
A pesar de la inmensa curiosidad que sentía, Lis decidió dejar el tema hasta ahí, después de todo se notaba que al chico le incomodaba hablar sobre el empleo de su madre.
-Eres guapo, deberías ser modelo en un futuro-
Vance la miro con confusión y luego hizo una mueca similar a una sonrisa, ambos acabaron riendo por eso. Se sentia natural para ambos el estar juntos, él podía sonreír con facilidad y no sentía ningún tipo de miedo, la vida con Lis a su lado era bella.
-Si tú lo dices seré modelo, estoy bien con lo que decidas...mientras no sean cosas ilegales, mantente lejos de eso-
Esa tarde fue la mejor para ambos, distinta a todas las que compartían en el hogar del rubio, pero a la vez tan íntima y propia que desearon detener el tiempo.
Vance tal vez amaba a Lis más de lo que le gustaba el pinball, tal vez podía imaginarse tomando su mano y solo tal vez podía querer una vida con ella. Porque amaba a Lis Yamada como nunca creyó posible, deseaba verla sonreír y escucharla hablar sobre cualquier cosa que le hiciera feliz, no podía imaginarse un futuro donde ella no estuviera. Aunque el destino era cruel y no tenía un "tal vez", no existía un "nosotros", ni siquiera botanas y refrescos junto al lago, el futuro no era lo que ellos deseaban, solo lo que podía ser.
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¿Qué decirles? Se vienen momentos difíciles, hay que disfrutar mientras se puede.
Bss
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¿WHERE? Vance Hopper
FanfictionDos chicos que se odian mutuamente, los polos opuestos de Denver y rivales, acaban envueltos como familia cuando la hermana de uno de ellos se enamora. Cover by : @DarkDevil_23 y @EditorialSalem VancexOcfem