Epílogo

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Dos años después.


—¡Zy! —grite con todas mis fuerzas desde la planta baja.

No recibí respuesta alguna, aunque todavía escuchaba el piano sonar.

—Maldición.

Me dirigí a la cocina en busca de detergente para limpiar el desastre. Me coloqué los guantes, frustrada. Me puse de cuclillas y empecé a frotar la alfombra marrón que había sido manchada por la cosa pequeña que me veía desde su cama.

—Sino fueras tan bonita —refunfuñe en voz baja, viéndola.

Con suerte la terminé de limpiar. Zy me convenció de adoptar una cachorra, casi que se ponía de rodillas al pedírmelo, y aquí estaba yo, limpiando la mancha de popo sobre la alfombra.

Levantándome sentí la madera de la escalera crujir, deslice la mirada hacia esa dirección, él bajaba con mucha tranquilidad y naturalidad que quería lanzarle el trapo sucio.

—¿Que hizo mi princesa? —tomó a la pequeña en brazos.

—Prometiste enseñarle donde hacer sus necesidades, que eras experto en eso —dije, casi queriendo reír, llevando las cosas a su lugar.

—Dije que lo haría, no que sería fácil —dijo, acariciando el pelaje del animal.

Mientras limpiaba el paño sentí sus enormes brazos rodear mi cintura, apoyando con cuidado su barbilla en mi hombro.

—Puedo recompensarlo —dejó un beso húmedo en mi cuello, el cual me hizo estremecer.

—No tenemos tiempo, nuestros padres vendrán a cenar en unas horas —solté, aunque hubiera querido darle otra respuesta.

—¿Un rapidito? —dejó otro beso detrás de mi oreja.

Casi como una acción involuntaria mis hombros se elevaron, escondiendo mi cuello, por el roce de sus labios en mi piel. Forme una sonrisa en mis labios, sin dejar de limpiar.

—Zayn —sentencie, volviéndome hacia él.

—Allison.

Plantó un beso en mis labios, uno de esos besos que sabía dar para descontrolarme y soltarle el que tanto anhelaba en el instante. Incline la cabeza un poco hacia atrás, batallando con mis sentidos.

—Todavía nos falta mucho por hacer en la casa y tú sólo quieres follarme en cada esquina —esbozó una sonrisa amplia.

Maldita sonrisa, hasta ahora no he podido hacer que eso no me sonrojara.

—Si te paseas con esos pantalones ¿cómo no? —beso mi frente, bajando su mano hasta mi trasero, comprobando que eso le encantaba.

Golpee levemente su pecho con una sonrisa divertida. Acaricie su cabello sin apartar la vista de sus ojos hipnotizantes. Cada vez que podía jugaba con su cabello, pasar todos mis días ansiando por tocarlo y ahora que vivía con él, era irresistible.

—Bien, iré a hacer algunos pendientes y vuelvo para antes de la cena. ¿Necesitas algo? —le tendí la lista de las cosas que necesitábamos.

El Huésped [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora