•Prólogo•

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Adelanto: Fecha importante 02 de diciembre.

Yo, Lissie Wayne Lewis, hija de Noah Wayne y de Isabella Lewis, ellos dos, unos empresarios famosos y también mi madre una diseñadora famosa y millonarios, mi hermano mayor, Steve Wayne Lewis y jugador del equipo de Fútbol Americano, yo tenía el cabello castaño claro miel y ojos grises, tenía un pequeño tatuaje que me hice hace mucho y el cuál nadie sabe porque me lo tapo con base, mi hermano tenía cabello castaño oscuro y ojos grises oscuros, igual a nuestros padres, Steve tenía también un tatuaje en el brazo izquierdo, era un serpiente y un diamante pequeño en la nariz, oh y unos aretes en ambas orejas.

–¡¡Steve!!– grité.

–Perdón– dijo riendo.

–¡¡Mamá!!– dije entrando a casa.

–¿Qué pasa?– preguntó ella.

–Tu hijo me tiró a la piscina– respondí.

–Era una broma– dijo Steve entrando a casa.

Mamá rió y subí a mi habitación a cambiarme, bajé a la sala y me senté en el inmenso mueble.

–Te recuerdo que solo eres mayor que yo por un añito– dije viendo a Steve.

–Pero eres menor que yo– dijo él– Y eres mi hermanita.

Me reí y él me abrazó.

–Vamos enana– dijo– Tenemos que ir a practicar.

–Olvidé que hoy es la práctica con las porristas– dije– Vamos.

Alisté mi uniforme de porristas y Steve su uniforme del juego, fuimos al campo y llegamos, bajé del auto y entré, fuí a cambiarme y salí.

–Lissie– saludó Delfina, mi mejor amiga.

–Delfi– dije saludando– ¿Listas para la práctica?

Todas las chicas asintieron y empezamos a practicar, los chicos del equipo entraron al campo y también empezaron su práctica, terminó la práctica de las porristas, me fuí a cambiar, salí de los vestidores y me senté en una de las bancas a esperar a Steve

–Lissie Wayne– dijo un chico alto y con cabello desordenado.

–¡Nathan!– dije abrazándolo– ¿No deberías estar en la práctica?

–Me sancionaron por cuatro semanas– respondió separándose del abrazo.

–¿Otra vez?– dije.

–¡Oye!– dijo él.

Lo miré y él se sentó.

–¿Qué hiciste?– pregunté sentándome a su lado.

–Solo me metí en otra pelea– dijo él apoyando su cabeza en mi hombro.

–Ay Nathan– dije– Creo que viene de familia, pero yo no me meto en ninguna.

–Eres la más inocente de toda la familia– dijo él.

–Soy la favorita– dije– Y eso incluye de tus papás.

–Y la mía– dijo él– Eres mi primita pequeña.

–Ya soy mayor de edad– dije.

–¿Y?– dijo él– Soy mayor.

Me reí y le acaricié el cabello, al instante terminó la práctica de Steve y se acercó a nosotros.

–¿Y tú qué?– dijo Steve– ¿El entrenador te sancionó?

–Sí– afirmó Nathan– ¿Nos vamos?

Más que un juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora