•Capítulo 16•

31 2 0
                                    

Lissie

–Ay vamos– insistió Delfi.

–Delfi– dije– Tenemos práctica.

–Ah bueno– dijo ella riendo.

Terminamos las clases y fuimos a los vestidores a cambiarnos para ir a practicar.

–La entrenadora no está– dije– Chicas, den lo mejor de ustedes.

Todas asintieron.

–Lissie…– murmuró Katherine.

–Dime– respondí.

–Mira– señaló a un lado de la cancha.

Miré.

–¿Qué hacen ellos aquí y ella que está haciendo con ellos?– pregunté.

–Se cambió de instituto– respondió Cassidy.

–Pero no era necesario irse a ese instituto– continuó Delfi.

–La noviecita de tu hermano– mencioné.

–A la madre– dijo Cassidy– ¿Espera qué?

–Ya no importa– murmuré– A practicar.

Íbamos a empezar a practicar pero todas las chicas se acercaron.

–¿La capitana?– preguntó una chica con cierta burla.

–Lissie– escuché a Delfi.

–Además de estúpida– escuché– Sorda.

–¿Estúpida?– dijo Cassidy poniéndose al frente.

–Cassidy ven– ordené.

Cassidy se paró al lado mío, yo me acerqué al otro equipo de porristas y quedé frente a su capitana.

–Cecilia Huxley– mencioné– Además de infiel, una bruta que no sabe ni dónde está parada.

–¿A quién le dijiste bruta?– preguntó ella desafiante.

–A eso me refiero– reí.

–Vuelve a llamarme bruta y te juro que no vives para contarlo y…– la interrumpí.

–Tú me pones un dedo encima y te juro que hago tu vida imposible– amenacé.

–Inténtalo– la defendieron.

Reí sarcásticamente.

–A tí también te puedo destruir, Adelaida James– confesé.

–Ya no eres la misma Lissie Wayne– dijo Cecilia entre dientes.

–Soy la misma– mencioné– Pero contigo cambié y no solo contigo, también con las personas que me hicieron mucho daño ¿No es así, Adelaida?

–No es mi culpa que tu novio o mejor dicho ex novio solo haya querido jugar contigo– soltó.

–Golpe bajo– admití– Pero no tan bajo cómo tú has caído por permitir que tú querido novio gima mi nombre.

Adelaida se acercó y alzó su mano para pegarme pero la detuve.

–Cecilia– mencioné– Cuéntale cómo terminaste la última vez que me golpeaste.

–Adelaida no te conviene pegarle– murmuró Cecilia.

Más que un juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora