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Mi mejilla al igual que mi mano derecha reposaba cálidamente en la suave piel del pecho de Jongin para cuando abrí mis ojos. Al levantar la cabeza, este tenía la mirada fija en el frente, pensativo.

La luz de la lámpara aún seguía encendida y, por el reloj de la pared a mi lado, me di cuenta de que eran poco más de las siete de la mañana.

Una de las manos de Jongin acariciaba a penas mi espalda con delicadeza, tarde se dio cuenta de que había despertado.

—Hey —pronunció casi en un susuro inaudible, bajando su vista hacia mi rostro.

Dios mío, lo que uno daría por despertar cada mañana con semejante persona. Por poco y no me quedé anonadado al mirarle un buen rato.
Y justo cuando creía que haber soñado con el beso de Jongdae significaría algo, Jongin aplastaba cada segundo que duró con su sola presencia, con el simple hecho de tenerme entre sus brazos y decirme "hey".

Sinceramente no había entendido cómo es que me gustaba tanto en tan poco tiempo.

—Puedes buscarme cuando quieras —le indiqué. Este no dijo nada, al contrario, quiso apartarme de encima delicadamente. Luego se puso de pie para buscar su ropa en el suelo.

—Quizás cuando esté aburrido.

Permanecí callado por su respuesta, pero opté por no darle vueltas y también me dediqué a buscar mis cosas. Digamos que Jongin no era muy expresivo y eso lo hacía un idiota. De por sí me caía ligeramente mal, pero aún así me gustaba demasiado. Es decir, era lindo y sexy. ¿Qué más podía pedir uno en estos días? Tenía cerebro, pero no le cabía un solo sentimiento sensible. O al menos esa es la impresión que da.

Al ponerme de pie mis piernas flaquearon un poco y sentí el dolor punzante en mi trasero. Claro que había hecho un buen trabajo, no podía quejarme de eso.

Siseé un poco y terminé de vestirme, observando como él revisaba su teléfono sentado en el escritorio. Se veía increíble a pesar de acabar de haberse levantado. Yo probablemente era un completo desastre, sin mencionar las tiradas de cabello de Jongin.

—¿Te gusta trabajar para mí? —Le oí preguntar, pero esta vez fijó su vista en mí.

—Por supuesto, señor –contesté automáticamente. No era del todo cierto, pero era mejor que nada.

—¿Siempre eres tan correcto? ¿O debo tirarte del cabello para que te desmorones?

Elevé una de mis cejas casi sin pensarlo, por lo que la bajé de inmediato.

—Usted puede hacer lo que quiera.

—Osea que si te mato ahora mismo no tendrías ningún problema.

—Si ese es su deseo...

Por las dudas no pregunté nada más con respecto a su comentario.

—¿No tienes respeto por ti mismo? —Me preguntó, elevando la comisura de su labio, casi intentando ocultar una sonrisa.

Vamos, que se estaba burlando de mí.

Intenté no demostrar ninguna expresión en mi rostro, pero lo miré fijo un buen rato. Por supuesto que sabía a qué se estaba refiriendo.

—¿No que su vida importa más que la mía?

Jongin se me quedó viendo por un momento y luego asintió en una sonrisa paulatina, casi en derrota por mi contestación.

—Anda, tengo cosas que hacer —Rio por lo bajo, señalando la puerta con su mano, aunque para nada mal educado.

Antes de acercarse a abrir la puerta, lo noté llegar hacia mí a paso lento. Por supuesto que conocía ese caminar lento, por lo que tambien me acerqué a él para rodear su cuello entre mis brazos.
Jongin hundió su cabeza en mi cuello para respirar mi aroma entre leves besos acompañados de caricias en mi mejilla.

Love Words / ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora