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Una especie de edificio abandonado se abrió paso a nuestro frente cuando Jongdae detuvo la moto por fin. No podía entender cómo es que un lugar como ese haya sido en algún momento un depósito de drogas. Literalmente el lugar se estaba cayendo encima.

Solté la cintura de Jongdae y me bajé a paso lento, prestando atención a la fachada del lugar antes de regresarme a él.

–Ven –pidió, posando una de sus manos en mi espalda baja. El acto me había sorprendido un poco, pero no dejé que él lo notara y seguí caminando por donde indicó, sintiendo todavía su tacto sobre la ropa por uno segundos más.

Claramente en aquel lugar no había electricidad, pero tenía la suficiente luminosidad por las luces de la calle que se dejaban entrever entre las ventanas.
Nos detuvimos en una columna de cemento a esperar, enfocando las miradas en el suelo o alguna pared.

De alguna manera no me atrevía a mirarle directamente, de verdad todavía estaba esperando que me golpeara o insultara por las cosas que le hice. Verdaderamente el chico tenía una paciencia envidiable. En su lugar, yo ya me habría golpeado hasta el cansancio sin dudarlo.

Levanté la vista poco a poco y miré a Jongdae con curiosidad porque había algo que me tenía en duda desde que salimos del garage.

–Sabías lo de la pastilla –afirmé.

Jongdae levantó la mirada sin enseñar expresión alguna. Digamos, su mirada habitual.

–Podrías haber sido menos obvio.

–¿A qué te refieres?

—No había terminado de disiparse cuando me ofreciste la copa –alzó su ceja derecha–. La bebí de todas formas. Quería ver qué querías hacer. Me hubiera reído mucho si solo hiciste para robarme.

–¿Por qué querría robarte?

–Lo mismo me pregunté. En todo caso, en tu lugar hubiera usado formol y me tomabas por sorpresa.

Desvié la mirada y me hundí de hondos, demostrándole poco interés.

–De cualquier forma ibas a dormirte, no importa –Jongdae asintió y rió un poco por lo bajo, ganándose una dura mirada de mi parte–. ¿De qué te ríes?

Negó con su cabeza y mordió su labio inferior para intentar contenerse.

–Nada –sonrió.

Iba a seguir discutiéndole por ello, pero las luces de un automóvil iluminaron casi por completo el interior de la habitación.
Jongdae corrió a recibir a Jongin, quien nada más salir del auto, imponía fuerza y enojo por cada lugar en donde le viera.

Quise quedarme atrás, porque la manera en la que se acercaba hacia nosotros de forma amenazadora y apabullante me heló la sangre inmediatamente. Sin embargo, tragué saliva y comencé a acercarme precavido por detrás de Jongdae.

–Explícate –exigió a Jongdae, apenas dándome un vistazo por rabillo de sus ojos.

Observé que Yifan bajó del auto junto con Chanyeol y se acercaron hacia nosotros, pero sin dejar de mirar el lugar en donde estábamos y poniéndose alertas.

–Haz que llamen al clan.

–Están en camino, fueron en busca de armas –contestó neutro. Jongdae asintió y se cruzó de brazos.

–Hay una parte del clan que quiere acabar contigo y el mismo va dirigido por mano de Lee Taemin.

Jongin lo miró fijo sin decir una palabra, en cambio Kris y Chanyeol se miraron confusos sin poder creer lo que decía.

Love Words / ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora