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Sin querer, tuve los mejores meses de mi vida.

La mayor parte del tiempo sentía que no lo merecía, ¿cómo es que alguien tan divino podía estar a mi lado?

-Cariño, ven aquí.

Hasta me decía "cariño"... Tantas palabras de amor que me hicieron doblegarme en poco tiempo. Jongdae sabía cómo tenerme.

Trepé hasta su pecho para acurrucarme en el. Acabábamos de despertarnos en la cama, mientras él revisaba su teléfono, probablemente hablando con algunos clientes de la entrega de hoy.
Cerré mis párpados al sentir su corazón acelerado, Jongdae acariciaba mi espalda con delicados movimientos circulares.

-Deberíamos levantarnos ya -sugerí. Había olvidado que estábamos en la casa de Jongin. O más bien, que él regresaba hoy de un viaje, y claramente nos prohibió estar aquí cuando regresase, ya que quería un poco de tranquilidad. Un mal negocio, lo llamaba yo-. Jongin nos va a matar.

-Me iré porque tengo un caso en pocas horas, no porque él venga -respondió Jongdae, dejando el móvil al lado para intentar enderezarse.

-Sí, claro.

Rodeé mis ojos ante la ironía y me acerqué a besarle una última vez. Debía cambiarme pronto, realmente no tenía ganas de lidiar con un Jongin molesto, si es que lo estaba.

Apuré a vestirme, y en el proceso también apuré a Jongdae, quien se reía divertido al ver que me estaba desesperando. Le di con la palma en la cabeza y así dejase de hacerme burla, cosa que causó una pequeña risa en él, pero que sí sirvió para que obedeciera.

Las cosas con Jongdae habían tomado un cambio rotundo. Mi sorpresa seguía siendo mayor con su cambio de actitud desde que salíamos. Porque mientras a los demás los trataba seriamente y distante, conmigo era todo lo contrario. Y me encantaba. Solo yo sabía lo bonito que había en su alma.

Al terminar, corrí hacia la puerta con Jongdae a cuestas. Bajamos al primer piso, sintiendo como la casa estaba en completo silencio, eran ya pasadas las once, así que era algo extraño.
Aunque al cruzar el último pasillo para llegar al salón principal, Jongin se hallaba cómodamente sentado en el gran sillón de terciopelo negro que bien hacía juego con la decoración del lugar, leyendo un cuaderno. Al oírnos llegar, levantó despacio la cabeza, mirándonos de forma neutra. Nunca sabía si estaba molesto o era su cara de siempre.

Jongdae realizó una venia hacia él en modo de saludo y le imité. Jongin no dijo nada, solo esperó a que nos retirásemos en silencio. Quizás no tenía ganas de discutir. Y qué bueno, porque yo tampoco tenía ganas.
Salimos rápidamente de la casa, dándonos cuenta de que verdaderamente no había nadie allí dentro, más que Jongin. Qué vergüenza, pero en fin, me conformaba con no recibir un reto.

-Deberíamos dar un paseo cuando regrese -dijo Jongdae al llegar hasta la moto que una vez creí nunca más volver a subirme, pero sucedió-. Pensé en ir al cine, por ejemplo.

-¿Me estás invitando a una cita? -Quise molestarle, moviendo mis pestañas para fingir sorpresa. Jongdae rió, poniendo esa cara boba que tiene cada vez que sonríe, que me hace querer llenarle de besos en las mejillas, pero que nunca me atrevería a confesarle.

-Digamos que sí. Llamémosle sexto mes de dichosos días juntos.

-No creí que llevarías la cuenta. Nunca festejamos nada -recordé. Y era verdad. Desde que salíamos, jamás hubo eso de primer mes juntos o aniversarios. De alguna forma, se sentía más libre y menos patético el no llevar una cuenta. Aunque no podía olvidar la fecha ni aunque quisiera.

-Solo lo recordé.

Sonreí por eso, y me subí sin decir más, detrás de él en la moto. Le abracé rodeando su cintura, esperando que dejara poco a poco el lugar.

Love Words / ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora