6

41 8 0
                                    

Jongdae era un chico corriente, no vivía en los placeres de la vida, pero tampoco se quejaba. Sabía que incluso el estar dentro de una mafia sería un desastre para su carrera de abogacía, sobretodo si alguien de su entorno terminaba enterándose que encubría a una mafia cuyo vicio principal era Kim Jongin.

En cierta parte piensa que Minseok se parecía a él en algún sentido, ambos creían estar apasionados por el lugar en el que estaban. No obstante, muy pocos sabían que Jongdae era el as bajo la manga de Jongin.

Cada vez que las cosas se ponían feas o el clan se metía en un aprieto extraño, Jongdae era quien corría a arreglar toda la mierda, no por algo lo llamaban como uno de los mejores abogados de la ciudad al defender criminales de todo tipo.
Pero es que Jongdae adoraba toda esa mierda, el investigar sobre mafiosos, curiosear sobre sus clanes y demás, era algo que meramente le apasionó desde su adolescencia. Aquella época en la que ya había visto casi todas las películas de mafia que su estantería le había permitido y usaba el cabello peinado hacia ambos lados con su color natural.

Lo último que hubiera esperado desde su graduación y desde que comenzó a atender casos importantes, era que uno de los mejores jefes de la mafia lo hubiera invitado a pertenecer a ese mundo del que tanto investigó y desnochó por simple curiosidad.
Al principio la idea de que le estuvieran jugando una buena broma no podía salir de su cabeza, acababa de cerrar probablemente uno de los mejores juicios de su carrera, ¡bah! Qué decía, el mejor de ellos.
Casi el país entero estaba al pendiente del caso.

Uno de los gobernantes de la ciudad de Seúl venía haciendo de las suyas desde hacía un par de años desde que había empezado su candidatura. El gobernador Lee Dong Suk era alguien despreciable, todos en la ciudad lo sabían, aunque muy pocos se animaban a querer enfrentarle.
Para entonces Kim Jongdae era de los mejores abogados que podrían existir para casos de corrupción, había salvado el culo a decenas de tipos enfermos que cayeron en juicio por causas similares.
Lee Dong Suk no se quedaba atrás, llevaba un caso de corrupción desde hacía unos cuántos años, manejando grandes cantidades de dinero negro proveniente de malversación de fondos y evasión de impuestos.
Principalmente porque lideraba fondos para la inauguración de obras públicas que claramente evitó en un principio y al final solo se convirtieron en lavado de dinero.

Jongdae sabía que el tipo estaba en la ruina, incluso ante su propio abogado seguía actuando como la escoria que era, fingiendo ser una buena persona y tratando de asumir la menor cantidad de crímenes cometidos.
Al no cooperar con la información que le requería aunque sea para comprender mejor el caso, debió investigar por sí mismo y allí descubrió toda la mierda que en realidad rondaba al gobernador.

Para Jongin el estar pendiente de aquel caso que parecía imposible para toda la ciudad era algo enriquecedor. Había visto parte del juicio por televisión y lo único que tenía en mente cada vez que sus ojos se posaban en la grabación era en ese joven castaño que hablaba con seguridad y solidez. No se inmutaba ante ninguna respuesta o refutación, sino más bien respondía con claridad e inteligencia.

Kim Jongin lo quería en su equipo para cuando Jongdae ganó el juicio.

Mantuvo sus ojos posados sobre la imagen que proyectaba el televisor de la esquina. El pequeño bar de la mansión estaba casi repleto por todos sus guardias, esa tarde terminó de cerrar una alianza con unos inversionistas, por lo que decidió invitar a los chicos para pasar el rato.

—Es increíble —bufó su compañero Yifan, enseñando casi una sonrisa sonsa. Jongin permaneció con la vista en el televisor, a la vez que llevaba el vaso de cristal hacia sus labios.

Definitivamente pensaba igual que Kris, ese Lee Dong Suk era un hijo de puta con suerte. Todos creían que era imposible que ganara el juicio; sin embargo ahí estaba Kim Jongdae refregándole en el rostro a todos que solo era un juego para él.

Love Words / ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora