Capítulo 27 (FINAL)

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Uriel

Estos últimos días fueron muy duros para mi. Pensar que le podría haber pasado algo a mi hijo, me hacía volverme loco.

Pero gracias a Dios, tengo a mi gente a mi familia. Que me ha ayudado en todo momento.

Gracias a ellos pude salvar a mi hijo.

Pero tengo miedo de que le hayan echo daño físicamente, no estaré preparado para afrontar eso.

Me asusta el echo de que tenga pequeños rasguños en sus pequeños brazos. Tan solo pensar en que le hayan puesto un solo dedo encima me hierve la sangre.

Mi pequeño Angelo, aún es sensible y inocente. Frágil y inexperto en esta vida.

Deseo con toda mi alma que mi pequeña haya destruido a Daniela, todo esto es por culpa de ella.

Pero estoy seguro que ella cumplió con su deber. Conozco a mi pequeña, es tan fuerte como yo y con una mente tan fría y calculadora que hasta da miedo.

Angelo lo tenían secuestrado en una casa que estaba situada en un bosque, aún puedo sentir el miedo en el rostro de la mujer que estaba de "niñera" para Angelo.

Su cara era todo un cuadro al vernos los cuatro con armas en las manos. Yo no tuve que pensármelo dos veces, hice dos tiros en la puerta y al instante comenzaron a escucharse gritos de la señora.

Esas melodías de miedo, me llenaban de energía. Me daban fuerzas para ver sangre derramándose en el suelo.

Al entrar allí lo primero que hice fui buscar a Angelo, pero el estaba tumbado en una cama, con los ojos cerrados. Me calmé al ver su pecho subir y bajar, porqué eso significaba que aún estaba vivo. Pero estoy seguro de que le dieron algo de beber para que esté inconsciente.

Lo cogí en mis brazos y hice una señal con mi cabeza para que mamá acabara lo que hemos empezado.

Ella al instante levantó su arma, apuntándola en la cabeza de la mujer, justamente en medio de sus cejas. Mi madre sonrió y le dijo:

—Oh no llores, porqué no te va a servir de nada.—apretó el gatillo y la bala salió atravesando la cabeza de la mujer.—Adiós, disfruta tu viaje en el infierno.

La mujer cayó inerte al suelo, muerta al instante.

Al verla en el suelo, no tuve ni un poco de remordimiento.

—Que buena puntería tienes, tienes que darme clases.—Nash halagó con una sonrisa.

Mi madre le devolvió la sonrisa, de una forma cálida.

—Quiero ser como tú de mayor—le dijo Megan, admirándola.

—Ya basta de halagos niños—comenzó a reírse.—Mamá oso os dice que os hora de marcharse.

Megan y Nash salieron antes que nosotros y decidí hablar con mi madre:

—Mamá—llame su atención con un tono preocupado. Señale a Angelo—Parece ser que lo han drogado y tiene rasguños en su cuerpo, tú crees que...

—Hijo—puso su mano de una forma reconfortante en mi hombro.—No te preocupes, lo llevarás al médico y ellos te dirán todo. Pero deseo con todo mis fuerzas que no le hayan echo nada, él aún es pequeño...—acarició el cabello de Angelo.

—Eso espero mamá—suspire.

***

Nash conducía el coche, Megan estaba sentada en el asiento copiloto y mi madre estaba sentada al lado mío en los asientos de atrás.

Vida en fuego © [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora