2 semanas, 15 horas y 29 segundos.
Este es el tiempo que llevo encerrada en mi casa. Apenas salgo de mi habitación, salvo para comer y recoger el correo que Penny me trae a la cocina. Ya que ni para eso puedo salir.
Hoy después de tantos días me van a permitir salir al jardín así que estoy dispuesta a investigar los limites de mi amiga Gertrudis. Gertrudis es mi tobillera, me parecía de mala educación no ponerle un nombre a mi pequeña compañera de habitación.
En fin, hoy todo el mundo parece ser que ha cogido el día libre, bueno todos no, Bradley estará de vuelta a las siete de la tarde según me dijo anoche antes de que termináramos la cena. Pero no me importaba, me había levantado pronto y ya no había una alma por allí, así que así podría hacer mi excursión con limites a mis anchas no cohibida por ocho pares de ojos mirándome directamente a la nuca y teniendo su manos sobre un arma para inmovilizarme en caso necesario. No me iba a escapar, total, no tenia donde irme tampoco así que mi casa era lo único que me quedaba.
Mis amigos me había abandonado por completo. Ni si quiera mi mejor amiga se había dignado a venir aunque sólo fuera para preguntar qué tal estaba o bueno simplemente una llamada, con eso la verdad que me hubiera bastado para no sentirme tan sola, que era tal y como me sentía ahora mismo . Pero esto demostraba que esos no eran mis amigos, sino una panda de hipócritas convenidos.
Tras hacer una intensa limpieza en mi cuarto, donde todo volvió a ser como antes, empecé la misión de marcar mi territorio.
Según me había dicho el simpático del técnico, lo de simpático lo digo irónicamente, tenía exactamente un radio de 500 metros desde el dispositivo colocado en la cocina. Así que lo primero que hice fue ir al jardín. Con un poco de suerte la pulsera me permitiría ir hasta la piscina climatizada.
Cogí un ovillo de lana y fui dejando que el hilo quedara atrás mientras avanzaba por la hierba. La piscina cada vez estaba más cerca y una vez la rodeé la tobillera empezó a parpadear. Justo ahí cogí una de las ramas que usábamos para la leña y até el extremo del ovillo. Después seguí por mi recorrido por el jardín hasta que tracé el cuadro hasta el que podía salir.
Era un espacio bastante amplio aunque eso no quitaba que siguiera encerrada en una especie de cárcel.
Tras mi excursión por el jardín me fui hacia la entrada para repetir el mismo proceso. Llevaba días sin salir de casa así que los vecinos que pasaban por delante de mi casa se extrañaban de que saliera si quiera al porche. Algunos parecían asustados de verme avanzar hacia el portón, otros me miraban con incredulidad y enfado y por ultimo estaban los que me miraban sintiendo lastima por mi. Panda de cotillas es lo único que pensé antes de ponerme con mi misión.
A la hora de comer había terminado mi trabajo con cierta satisfacción ya que por fin sabía hasta donde podía llegar más allá de la puerta de mi habitación, lo cual era un alivio.
Me fui hacia la cocina donde Penny me había dejado mi comida lista en la nevera. Esa mujer me cuidaba bastante y parecía que era una de las pocas que se ocupaban de mi, ya que mi abogado cada día era más distante conmigo, aunque la culpa la tenía yo por ser tan borde con el mundo. Por un lado me lo tenía merecido.
Dejé de pensar en Bradley y disfruté de mis macarrones con queso. Después pensé en echarme una señora siesta, pero la piscina me pareció algo mucho más divertido así que me puse a rebuscar en mi armario hasta que encontré el bañador y una toalla y me fui corriendo hacía el jardín.
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Géminis ♊ ©
Mystery / ThrillerHay caminos en la vida que son realmente difíciles, pero Aria Erwin no tenía ni idea de cuanto. Tras despertar aquella mañana en esa habitación gris, sucia y fría, donde tan solo una ventana llena de barrotes le permite ver la luz del sol, empieza a...