Necesito dormir. Es una de las pocas cosas que me reconfortan después de un berrinche tan bestial como el que me acabo de meter.
Sabía que algo malo pasaría cuando entrara en ese despacho, y ya lo creo que si lo había sido. Si la muerte de mis padre no había sido suficiente devastadora, saber que no los conocía era como vivir el mismísimo Apocalipsis.
Mis padres no se llamaba Tobby y Emma, sino Ronald y Jenny Coletti, eran italianos y no solo eso, sino que pertenecían a la mafia. ¿Algo más universo?
Está claro que en cuanto intento levantar cabeza un poquito algo o alguien intenta chafarmelo por todos los medios. Por qué el mundo tenía que ser tan cruel conmigo. No había hecho tantas cosas malas como para que me castigaran así. Aunque lo que mas me dolía era saber que mis padres no eran quien decían ser.
Sentía una sensación extraña en el pecho cada vez que lo pensaba.
"Toc,toc, toc".
- ¿Puedo pasar?.- la voz de Bradley se escucha al otro lado del pasillo y siento un vuelco en el estómago. No le doy permiso, pero él aúnasí entra en mi habitación.- ¿estás bien?. Pensé que tendrías hambre.
- No tengo hambre.
- No estás comiendo mucho últimamente. Vas a caer enferma si sigues así.
- Sinceramente eso es lo que menos me interesa en este momento. ¿Querías algo?
- Saber como estás.
- Pues hecha una mierda, se puede ver a simple vista. Bradley necesito estar sola.
- Lizy... - dice en tono suave y eso hace que me derrita. Odio ser tan débil. ¿Porqué seré tan simple?. - ven anda...
- No, Bradley...
- Ven. - dice con un suave tirón y me recuesta sobre su pecho en la cama, y por un momento me siento bien. - ¿mejor?
- Odioesto. Odio ser una niñata indefensa ante todo el mundo.
- No eres una niñata indefensa.
- Sí que lo soy. Ya tenía suficiente con que me acusaran del asesinato de mis padres, como para ahora saber que ni siquiera sé quienes eran. ¿Acabará algún día?
- Claro que si solo debes esperar.
- No quiero esperar, quiero despertarme mañana y no estar aquí metida. Poder salir a la calle y ser una persona normal, simplemente eso, no sentir ese vacía por dentro al pensar que estoy sola aquí. No pido nada más.
- Mírame. - me niego a mirarle y entonces coge mi cara con una de sus manos y me obliga a hacerlo. - todo pasará y no estás sola. Yo estoy contigo.
Me agarro a esa sonrisa tan peculiar suya y me muerdo el labio con fuerza. Tengo ganas de besarle, ya lo creo que si, pero no sé si debería hacerlo. Tengo miedo de ver las cosas de otro modo a las que las ve él, pero que demonios, me ha metido mano en la cocina delante de todos y ahora en mi habitación iba a reprimirme de un simple beso. ¿Estamos tontos? No lo pienso un segundo más y acerco su boca a la mía acariciándole la nuca.
Es un beso lento, suave, sin prisa alguna, demasiado tierno para como me siento por dentro así que toma la iniciativa y mi lengua empieza a tantear el terreno, juega con la suya y el beso se vuelve más húmedo, de esos que se recuerdan de por vida y es entonces cuando me subo a horcajadas sobre él. Por un momento me mira confuso sin saber que hacer así que soy yo quien empieza a desabrochar su camisa, una vez esta abierta se incorpora levemente y consigo quitársela del todo. Mis manos bajan por su pecho desnudo y acaricio cada centímetro de el desde los hombros hasta el vientre, donde vuelvo a subir esta vez haciendo el recorrido suavemente con mis uñas.
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Géminis ♊ ©
Misterio / SuspensoHay caminos en la vida que son realmente difíciles, pero Aria Erwin no tenía ni idea de cuanto. Tras despertar aquella mañana en esa habitación gris, sucia y fría, donde tan solo una ventana llena de barrotes le permite ver la luz del sol, empieza a...