Géminis ♊ ©

Epílogo

La vida es injusta.

Hace que perdamos lo que más queremos en cuestión de segundos.

Nos lo arrebata sin un sobreaviso que nos haga estar preparados para ese momento.

Pensamos que somos invencibles.
Que siempre vamos por delante de ella, pero estamos muy equivocados. La vida siempre nos lleva la delantera donde quiera que vayamos o sea lo que hagamos.

Hoy hace doce meses que Andrés se fue de mi vida para siempre.

Algo que había convivido conmigo desde el minuto cero de mi existencia me lo arrebato. Mi propia hermana. Ella también murió hace doce meses, pero no siento nada por ella. Había tenido una vida dura, según decía, pero eso no era cierto.
Ella era la que se había puesto trabas en su vida y fue ella quien escribió su propio final.

Con el tiempo entendí que el destino lo escribe cada persona con sus actos y ella había cometido demasiado actos malos para salir impugne de ellos, así que su vida acabó el mismo día que la persona que yo más amaba en este mundo. Con una única diferencia. Ella no dejaba nadie atrás, sin embargo él sí lo hizo.

Un mes y medio después de la masacre, me enteré de que estaba embarazada. Bruno Pronelli me aceptó en su familia porque al fin y al cabo siempre había pertenecido a ella, aunque de forma indirecta. Pero yo no podía quedarme allí, así que un día cogí mi maleta y dejé atrás aquella casa para siempre.

A día de hoy vivo en un pequeño pueblo de montaña donde prácticamente me aislé del mundo por mi propio bien y el de mi hijo.

Bruno viene a vernos cada pocos meses y es el único que sabe mi paradero, me fío de él a pesar de todo lo que ha pasado en el pasado y no puedo negar el que vea a su nieto, aunque con una sola condición.
Que jamás mi hijo tenga nada que ver con ese mundo del que su padre y yo veníamos. No quiero que pase las mismas cosas que yo pasé y sobre todo quiero que sea feliz, que conozca otra vida que no sea las armas y la violencia.
Me niego a querer eso para mi hijo, como también me niego a creer que eso es lo único que hay en este mundo.

Contar mi historia ha sido difícil y duro en algunos momentos, sobre todo estos dos años atrás, pero me alegro de haberlo hecho porque así la gente se dará cuenta de que a pesar de todo lo malo que nos pueda pasar hay algo que siempre quedará en nosotros marcado a fuego bajo la piel.

El amor.

Y que por muchas cosas que siempre vengan detrás tenemos la esperanza de que siempre estará ahí.