Capitulo tres

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En el partido de Cornell me hirieron.

Fue por mi culpa, de veras. En un momento crítico cometi el desgraciado error de referirme a su centro como «pajero canadiense». Mi distracción fue no recordar que cuatro miembros de su equipo eran canadienses -todos-, según lo demostraron, extremadamente patriotas, bien constituidos y nada sordos. Por agregar un insulto a una injuria me castigaron. Y no con una suspensión común: nada menos que cinco minutos por armar jarana. Hubieran oido como me abuchearon los hinchas de Cornell cuando anunciaron la penalidad! Claro, los hinchas de Harvard que habían venido al infierno de Ithaca, en Nueva York, eran pocos. aunque en el partido se arriesgaba el título de Ivy. Cinco minutos! Pude ver a nuestro entrenador tirándose de los pelos mientras yo me retiraba al box.

Harrison felt vino corriendo hacia mí. Entonces me di cuenta de que todo el lado derecho de mi cara estaba cubierto de sangre.

-Dios mio -repetía Harrison todo el tiempo, mientras me torturaba con un lápiz antiséptico.- Dios mío, Lou.

Me quedé sentado e inmóvil, mirando hacia adelante. Me daba vergüenza observar la pista de hielo, donde mis peores temores se realizaban rápidamente: Cornell hizo un gol. Los hinchas de los Rojos gritaron y rugieron y ulularon. Estábamos empatando ahora. Era muy probable que Cornell ganara el partido... y al mismo tiempo el título de Ivy. ¡Mierda! Y yo aún no había cumplido más que la mitad de mi suspension.

Del otro lado de la pista, el minúsculo contingente de Harvard había quedado cenudo y silencioso. Por un momento los hinchas de ambas partes me habían olvidado. Sólo un espectador mantenía sus ojos fijos en el box de las penalidades. Sí, el estaba presente. Si la reunion termina a tiempo, tratare de llegar a Cornell. Sentado entre los de la barra de Harvard-pero sin gritar, por supuesto, se encontraba mi padre.

Del otro lado del golfo de hielo, el Viejo Cara de Piedra observaba en un silencio inexpresivo como la última gota de sangre, en la cara de su hijo, era detenida con cintas adhesivas. ¿En qué le parece a usted que pensaría él? ¿Pst pst pst, o palabritas por el estilo?

"Louis, si te gusta tanto pelear, ¿por qué no te pasas al equipo de boxeo?"

"Exeter no tiene equipo de boxeo, padre."

"Bueno, quizás yo no vendría a tus partidos de hockey".

"¿Crees que me peleo para tu provecho, padre?

"Bueno, yo no he dicho provecho"

Pero claro ¿quién podia decir en qué estaba pensando? Él era el Mount Rushmore caminando y a veces hablando. Cara de Piedra.

Tal vez el Viejo Fósil estaba entregado a su usual auto-homenaje: mirenme. hay pocos espectadores de Harvard esta noche, aquí, y sin embargo yo soy uno de ellos. Yo, un hombre ocupadísimo con Bancos que dirigir y todo eso, he encontrado tiempo para venir a Cornell a un triste partido de hockey. Qué maravilla. (¿Para quién?).

La multitud rugió otra vez, ahora de modo realmente salvaje. Otro gol de Cornell. Nos iban ganando, y yo tenia aún dos minutos de suspensión que cumplir. Nick Grimshaw patino hacia adelante, la cara enrojecida, enojado. Paso justo a mi lado sin echarme ni siquiera una ojeada. ¿Me pareció que había lágrimas en sus ojos? Es decir, okay, nos estábamos jugando el titulo... pero Jesús, lágrimas! En ese entonces Niall, nuestro capitán, tenía una aureola bárbara: durante siete años nunca habia jugado del lado perdedor, ni en el secundario ni en la universidad. Era algo así como una pequeña leyenda. Y el era un sénior. Y este era nuestro último y arduo partido.

Que perdimos 6 a 3. Después del partido, los rayos X determinaron que no tenía huesos rotos, y luego el doctor Richard Selzer me cosió la mejilla con doce puntos. Harrison felt revoloteaba alrededor del consultorio, diciendo al médico de Cornell que yo no estaba comiendo bien y que todo esto hubiera podido prevenirse si hubiera tomado las suficientes píldoras de sal. Selzer ignoro a Felt y me hizo una cruda advertencia acerca de que había estado a punto de dañarme el fondo de la órbita. (éstos eran los terminos médicos), y que lo más prudente seria no jugar por una semana. Le di las gracias, Se fue, con Felt tratando de darle caza para seguir hablando con el sobre mi nutrición. Me alegro quedarme solo.

Love Story [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora