Capitulo cuatro

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-Harry está en el teléfono de abajo.

Esta información me fue proporcionada por la telefonista, aunque yo no me había identificado ni anunciado mi propósito de aparecer en Briggs Hall, ese lunes por la tarde. Rápidamente deduje que aquello significaba varios puntos a mi favor. Era obvio: la Cliffie que me recibió leia el Crimson y me conocía. Okay, eso pasaba muy a menudo. Más importante era el hecho de que harry, por lo visto, había mencionado que saliamos juntos.

-Gracias-dije-. Esperaré aquí.

-Lástima lo de Cornell. El Crimson dice que cuatro tipos te la dieron.

-Sí. Y me suspendieron a mi. Cinco minutos.

-Seh.

La diferencia entre un amigo y un hincha del equipo en que uno juega, es que con los últimos la conversación se acaba enseguida.

-¿Harry está aún en el teléfono?

Ella comprobó el conmutador y replicó:

-Sí, él lo está.

¿Con quién hablaría tanto Harry? ¿Quién que valiera tanto la pena como para hacer perder algunos momentos de una cita conmigo? ¿Algun músico tragon? Yo sabía muy bien que un tal David Michael's, uno de los del curso superior de Adams House, conductor de la orquesta de la Bach Society, consideraba que tenia ciertos privilegios en la atención de Harry. Nada fisico: no creo que el tipo pudiera mover nada más que su batuta. De todos modos, pondría fin a esa usurpación de mi tiempo.

-¿Dónde está la cabina telefónica?

-Dando la vuelta a la esquina -señaló ella en la dirección exacta.

Marche lentamente hacia la sala de estar. Desde lejos pude ver a Harry en la cabina. Había dejado la puerta abierta. Caminé suavemente, como por casualidad. esperando que él me viera, que viera mis vendas, mis lesiones, y se sintiera obligado a colgar el teléfono y correr hacia mis brazos. Al aproximarse pude oir fragmentos de conversación.

-Seh. ¡Por supuesto! Absolutamente. Oh, yo también, Desmond. Yo también te quiero, Desmond.

Me pare en seco. ¿con quién estaba hablando? No con Michael's, que no se llamaba Desmond por ninguna parte. Hacía tiempo había buscado su nombre en el Registro de clases: David Michael's, 70 Riverside drive, Nueva York, Escuela superior en artes y música. Su foto sugería sensibilidad, inteligencia, y unos quince kilos menos que yo. ¿Pero por qué me molestaba Michael's? Evidentemente ambos, él y yo, éramos dejados de lado por Harry styles que en ese momento estaba mandando besos por teléfono. Había estado fuera sólo cuarenta y ocho horas, y eso bastaba para que algún hijo de puta llamado Phil se zambullera en la cama con Harry (tenía que ser eso!).

-Si, Desmond, yo también te quiero. Adiós.

Mientras colgaba me vio, y casi sin ruborizarse sonrió y me tiró un beso. ¿Cómo podia ser tan hipócrita?

Me beso suavemente en la mejilla sana.

-Uy... Estás espantoso.

-Me lastimaron, Harry.

-¿El otro quedó peor?

-Mucho peor. Siempre logro que el otro quede peor.

Dije eso tan ominosamente como pude, algo así como implicando que podia cascar a cualquier presunto rival que se metiera con el mientras yo estuviera fuera de su vista y, evidentemente, también fuera de sus pensamientos. El se agarró de mi manga y fuimos hacia la puerta.

-Buenas noches, Harry-dijo la chica del teléfono.

-Buenas, Rosé -devolvió Harry.

Cuando estuvimos afuera, antes de subir a mi MG, me oxigené los pulmones con una bocanada de aire del atardecer y largué la pregunta tan casualmente como pude.

Love Story [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora