Capitulo veintiuno

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La tarea de dar la noticia a Des Styles cayó sobre mi. ¿Sobre quién si no? No se deshizo en pedazos como pensé que lo haría, sino que con toda calma cerró la casa de Cranston y vino a vivir a nuestro apartamento. Cada uno de nosotros tiene su propia idiosincrásia manera de luchar contra el dolor. La de Des era la limpieza. Lavar, fregar, lustrar. Yo no entiendo realmente sus procesos mentales, pero, por Dios, déjenlo trabajar.

¿Acaricia el sueño de que Harry vuelva a casa?

¿Si o no? El pobre viejo. Es por eso por lo que limpia. Simplemente, no acepta las cosas como son. Por supuesto, no me admitiría esto, pero se que está en su mente.

Porque también está en la mía.

Una vez que Harry estuvo internado, llamé al viejo Jonas y le hice saber por qué no podia ir a trabajar. Pretendí que tenia que desocupar rapidamente el telefono porque sabía que él se sentía dolorido y querría decirme cosas que posiblemente no podria expresar. De allí en adelante, los días se dividieron simplemente en horas de visitas y todo lo demás, Por supuesto, todo lo demás era nada. Comer sin hambre, mirar a Des limpiando el apartamento (¡otra vez!), y no dormir ni siquiera con las pastillas que me dio el doctor Malik.

Una vez oí a Des musitar para sí mismo: «No podré soportarlo mucho más tiempo...» Estaba en la habitación de al lado lavando los platos de la casa (a mano). No le contesté, pero pensé para mi, yo puedo. Quien fuere que esté allá arriba, dirigiendo el show, señor Ser Supremo o simplemente señor, que siga así. Puedo soportarlo. Porque Harry es Harry.

Esa tarde él me echó de la habitación. Quería hablar con su padre de hombre a hombre..

-Esta reunion está permitida sólo a norteamericanos de ascendencia italiana -dijo, tan blanca como sus sábanas-, de modo que afuera, Tomlinson.

-Okay -dije.

-Pero no muy lejos -dijo cuando llegué a la puerta.

Me senté en la sala de espera por un rato. Luego apareció Des.

-Dice que vayas para adentro, -susurró roncamente con el tono sepulcral de toda su interioridad-, Yo voy a comprar cigarrillos.

-Cierra esa maldita puerta, -ordenó él mientras yo entraba en la habitación. Obedecí, cerrando la puerta suavemente, y cuando me volví para sent arme en el borde de la cama, pude verlo mejor. Quiero decir, con los tubos que iban a su brazo derecho, que él mantenía oculto debajo de las mantas. Siempre me gustó sentarme muy cerca y simplemente mirarle la cara en la que, aunque pálido, los ojos siempre brillaban. De modo que rápidamente me senté muy cerca.

-No duele, Lou, realmente -dijo-. Es como caerse de un acantilado en cámara lenta ¿sabes?

Algo se revolvió en el fondo de mis tripas. Alguna cosa sin forma que iba a subir a mi garganta y me haría llorar. Pero no lo haría. Nunca. Soy un cretino hijo de puta ¿ven? No voy a llorar.

Pero si no voy a llorar, entonces no puedo abrir la boca. Tendré simplemente que asentir con la cabeza. Así lo hice.

-Mentiras -dijo él.

-¿Eh? -fue más un gruñido que una palabra

-Tú no sabes lo que es caerse de un acantilado, Preppie -dijo-. Nunca te caiste en tu perra vida.

-Si -dije recuperando el don de la palabra-. Cuando te conocí.

-Si -dijo, y una sonrisa cruzó su rostro- "¡joh, qué caída hubo allí!" ¿Quién dijo esto?

-No se -repliqué-, Shakespeare.

-Sí ¿pero quién? -dijo como quejosamente-. No puedo recordar en qué obra, sin embargo. Yo fui a Radcliffe, tendría que recordar cosas. Una vez supe todo de Mozart

-Gran cantidad -dije con una pequeña risa al final.

-Puedes apostar que sí -dijo, y entonces frunció su frente preguntando-: ¿Qué número es el concierto para piano en C Menor?

-Me voy a fijar -dije.

Sabía justo donde fijarme. En el apartamento, en un estante al lado del piano.

Lo buscaría y sería la primera cosa que le diría a la mañana siguiente.

-Yo lo sabía, -dijo Harry-. Sí, antes lo sabía.

-Escucha -dije en estilo Bogart- ¿quieres hablar de música?

-¿Preferirías hablar de funerales?- preguntó.

-No -dije, sintiendo haberlo interrumpido.

-Ya discutí eso con Des. ¿Estás escuchando, Lou? -Yo empecé a mirar hacia el otro lado.

-Sí, estoy escuchando, Harry.

-Le dije que podria tener un servicio católico; tú dirás que sí, ¿okay?

-Okay -dije.

-Okay -replicó.

Y entonces me senti un poco más aliviado, porque después de todo, cualquier cosa de que hablaramos ahora sería un desahogo.

Estaba equivocado.

-Oye, Louis -dijo Harry, y lo hizo con su voz enojada, aunque suave-.Louis, tienes que dejar de sentirte mal.

-¿Yo?

-Ese aire culpable en tu cara, Louis, es enfermizo.

Honestamente, trate de cambiar mi expresión, pero mis músculos faciales estaban congelados.

-No es culpa de nadie, Preppie desgraciado-estaba diciendo él.- ¡Por favor, termina de culparte!

Queria seguir mirándolo porque no queria quitarle nunca los ojos de encima, pero aun así tuve que bajarlos. Estaba muy avergonzado de que aún ahora Harry leyera en mi mente a la perfección.

-Escucha, es la única maldita cosa que te pido, Lou. Por otra parte, sé que estarás bien, okay?

Esa cosa en mis tripas se estaba revolviendo otra vez, de modo que tuve miedo de decir la palabra okay

Sólo miré a Harry en absoluto silencio.

-A la mierda con Paris -dijo repentinamente.

-¿Eh?

-A la mierda París y la música y todas las porquerías que tú piensas que me robaste. No me importa, cretino. ¿Lo puedes creer?

-No -le contesté verazmente.

-Entonces puedes irte al mismísimo diablo, -dijo- No te quiero en mi maldito lecho de muerte.

Lo decia en serio. Yo podia asegurar cuando Harry decia algo en serio. De modo que obtuve el permiso para quedarme con una mentira.

-Te creo -dije.

-Así está mejor -dijo-. Ahora ¿me harias un favor?

Desde algún lugar de mi interior vino este devastador asalto para hacerme llorar. Pero me resistí. No lloraria. Simplemente le indicaría a Harry con un movimiento afirmativo de mi cabeza que me haria muy feliz hacerle un favor, fuera el que fuere.

-¿Podrías abrazarme muy fuerte?

Puse una mano en su antebrazo. -Dios, tan fino- y le di un apretón.

-No, Lou -dijo-  Abrázame, realmente lo necesito. Bien cerca de mí.

Tuve mucho, muchísimo cuidado con los tubos y esas cosas mientras me metia en la cama con él y lo rodeaba con mis brazos.

-Gracias, Lou.

Fueron sus últimas palabras.

Love Story [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora