Capitulo dieciocho

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Empecé a pensar en Dios.

Quiero decir, la noción de un Ser Supremo que existe en alguna parte comenzó a insinuarse en mis pensamientos. No porque quisiera pegarle en la cara, echarlo a puñetazos por lo que estaba por hacerme a mi -a Harry- no, la clase de pensamientos religiosos que tenía eran justamente los opuestos. Como cuando me despertaba a la mañana y Harry estaba allí. Todavía allí. Pido disculpas, aun avergonzado, pero esperaba que hubiera un Dios a quien darle las gracias. Gracias por dejarme levantar y ver a Harry.

Yo trataba cómo podía de actuar de modo normal, así que le dejaba preparar el desayuno, por supuesto, y demás.

-¿Lo verás a Payne hoy?-preguntó mientras yo tomaba mi segunda taza de leche con cereales.

-¿A quién?

-Liam payne, 1964 -dijo- Tu viejo amigo. Tu compañero de pieza antes que yo...

-Si. Pensabamos jugar al squash. Pero creo que lo cancelare.

-¡Mierda!

-¿Qué, Hazza?

-No empieces a cancelar los partidos de squash, Preppie. ¡No quiero un marido blandengue, carajo!

-Okay -dije-. Pero comamos afuera.

-¿Por qué? -preguntó.

-¿Qué quieres decir con tu por qué? -grité tratando de hacer funcionar mi normal enojo fingido -¿Es que no puedo llevar a mi maldito esposo a comer, si quiero?

-¿Quién es él, Tomlinson? ¿Como se llama? -pregunto Harry.

-¿Qué? ¿Quién?

-Escucha: si tienes que sacar a comer a tu esposo afuera en día de semana, es porque debes estar agenciándote alguna otro.

-¡Harry! -bramé, ahora honestamente herido-. ¡No quiero tener esta clase de conversaciones durante mi desayuno!

-Entonces trae tu trasero a casa para mi cena. ¿Okay?

-Okay.

Le dije a este Dios, quien quiera que fuese y en cualquier lugar que estuviera, que yo me contentaría con permanecer en este «status quo». No me importa la agonia, Señor, no me importa saberlo mientras Harry no lo sepa. ¿Me oyes, Señor, Señor? ¿Puedes ponerle un precio?

-¿Louis?

-¿Si, señor Jonas?

Me había llamado a su oficina.

-¿Está usted familiarizado con el asunto Beck? -pregunto. Claro que lo estaba. Robert L. Beck, fotógrafo de la revista Life, a quien la policia de Chicago lo infió a patadas mientras trataba de fotografiar un disturbio. Jonas consideraba que éste era uno de los casos clave para la firma

-Sé que la pasma lo sacó a puñetazos, señor -dije a jonas festivamente

«bah!»

-Me gustaria que lo manejara usted, Louis -dijo.

-¿Yo? -pregunté.

-Puede llevar a algunos de los hombres más jóvenes contestó.

¿Más jóvenes? Yo era el tipo más joven de la oficina. Pero entendí el mensaje: Louis, a pesar de su edad cronológica, usted es ya uno de los más viejos de esta casa. Uno de nosotros, Louis.

-Gracias, señor -dije.

-¿Cuánto tiempo precisa para salir para Chicago? -pregunto.

Que le contesté alguna bola al viejo Jonas, no recuerdo siquiera exactamente qué, acerca de por qué no me parecía posible dejar Nueva York por el momento, señor.

Yo había resuelto no decirselo a nadie, cargar con todo el fardo yo mismo. Así Y esperé que hubiera entendido. Pero sé que se fastidio con mi reacción ante lo que era obviamente un gesto muy significativo. ¡Joh, Dios, señor Jonas, cuando se entere de la verdadera razón!

Paradoja: Louis tomlinson IV dejando la oficina más temprano, y sin embargo caminando de vuelta a casa más despacio. ¿Cómo se explica eso?

Yo había tomado el hábito de hacer compras imaginarias mirando las vidrieras de la Fifth Avenue, mirando las cosas maravillosa y locamente extravagantes que hubiera comprado a Harry, si no hubiera querido mantener la ficción de normalidad.

Seguro, tenía miedo de volver a casa. Porque ahora, varias semanas después de enterarme de los verdaderos hechos, él estaba adelgazando. Quiero decir, muy poco, y posiblemente él ni siquiera lo notaba. Pero yo, que sabía, sí lo notaba.

Miraría las vidrieras de las compañías aéreas. Brasil, el Caribe, Hawai (¡Deje todo atrás: vuele hacia el sol!), y demás. En esta tarde particular TWA queria promover Europa fuera de la estación: Londres para compradores, París para enam orados...

"¿Y qué hago con mi beca? ¿Y con Paris, el que no he visto en mi perra vida?..."

"¿Y nuestro casamiento?"

"¿Quién dijo algo de casamiento?»

"Yo. Lo estoy diciendo ahora"

"¿Quieres casarte conmigo?»,

"¿Por qué?"

Tenía acordado un monto de crédito tan fantástico, que ya era dueño de una tarjeta del Diners Club. ¡Zip! Mi firma en la línea de puntos y ya era el feliz po seedor de dos pasajes (Primera Clase, no menos) a la Ciudad de los Enamorados.

Harry estaba pálido y gris cuando llegué a casa, pero esperaba que mi fantástica idea pusiera algún color en esas mejillas.

-¿Sabes una cosa, señor Tomlinson? -dije.

-¿Te echaron? -conjeturó mi optimista esposo...

-No. Me hicieron volar -contesté, sacando los pasajes.

-Arriba, arriba... y lejos -dije- Mañana por la noche a Paris.

-Mentiras, Louis -dijo. Pero serenamente, sin nada de su habitual fingida agresividad. Tal como lo repitio después, tenía hasta una especie de ternura -Mentiras, Louis.

-Eh, ¿puedes definir mentiras más específicamente, por favor?

-Amor, esta no era la manera en que lo ibamos a hacer.

-¿Hacer que? -pregunté.

-No quiero Paris. No necesito Paris. Solo te necesito a ti...

-¡Pero a mi ya me tienes, amor mio! -interrumpí, y mi voz sono falsamente alegre.

-Y necesito tiempo continuo, que tú no puedes darme.

Ahora lo miré a los ojos. Estaban inefablemente tristes. Pero tristes en un sentido que solamente yo comprendí. Estaban diciendo que el estaba triste, es decir... triste por mi.

Estábamos de pie, estrechándonos en silencio uno al otro. Por favor, si uno de ambos llora, permitasenos llorar a los dos. Pero preferiblemente a ninguno.

Y entonces Harry explicó cómo se había estado sintiendo, «Absolutamente como un bobo», y cómo había vuelto a lo del doctor Sheppard no para consultarsino para confrontar. Digame lo que anda mal en mi, caramba. Y él se lo había dicho.

Me senti extrañamente culpable de no haber sido yo quien se lo anunciara.

-Él es de Yale, Lou.

-¿Quién, Hazza?

-Zayn Malik, el hematologo. Totalmente de Yale. College y Facultad de Medicina.

-Oh -dije, sabiendo que él estaba tratando de inyectar una dosis de ligereza en aquel tremendo tramite.

-¿Sabe al menos leer y escribir? -pregunté.

-Eso está por verse -sonrió el señor de Louis tomlinson, Radcliffe 1964 -Pero si que sabe hablar. Y yo también quería hablar.

-Okay, entonces... por el doctor de Yale -dije.

-Okay -dijo él

Love Story [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora