Capitulo diecinueve

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Ahora al menos no tenia miedo de volver a casa, no me asustaba el tener que actuar normalmente. Estábamos una vez más compartiéndolo todo, aunque fuera la horrible certeza de que cada uno de nuestros días juntos estaba nu merado.

Había cosas que teníamos que discutir, cosas no tratadas generalmente por parejas de veinticuatro años.

-Cuento con que serás fuerte, tú, atleta de hockey -dijo.

-Lo seré, lo seré -le contesté, preguntándome si el gran conocedor Harry podía decir que el gran jugador de hockey tenía miedo.

-Quiero decir, por Des -continuó-. Va a ser más duro para él. Tú, después de todo, serás el viudo alegre,

-No estare alegre -lo interrumpi.

-Estarás alegre, carajo. Quiero que estés alegre, ¿Okay?

-Okay.

-Okay.

Fue cerca de un mes más tarde, justo después de cenar. Él todavía cocinaba, Insistía en hacerlo. Finalmente lo había convencido para que me permitiera limpiar (aunque me tomó el pelo diciendo que no era un trabajo de hombre), y estaba secando los platos mientras él tocaba a Chopin en el piano. Lo escuché pararse en la mitad del Preludio y entre inmediatamente al living. Él estaba simplemente sentado allí.

-¿Estás bien, Hazza?-pregunté, queriendo decirselo en un sentido relativo. Me contestó con otra pregunta:

-¿Eres lo bastante rico como para pagar un taxi?

-Seguro -respondi-. ¿A dónde quieres ir?

-Algo así como... al hospital –dijo.

Yo sabia en el veloz barullo de movimientos que siguió que aquello había llegado. Harry estaba por salir de nuestro apartamento y nunca volvería. Sentado alli, mientras yo juntaba unas pocas cosas suyas, me preguntaba que estaría cruzando por su mente acerca del apartamento. Quiero decir, ¿qué querría mirar para acordarse?

Nada. Estaba simplemente sentado, inmóvil, sin fijar sus ojos en nada.

-Eh -dije- ¿No quieres llevar algo en especial?

-Mmm, mmm...-El dijo «no», después agregó como con retardo- Tú.

Abajo era difícil conseguir un taxi, por ser la hora de los teatros y demás. El portero hacía sonar su silbato y movía los brazos como un desesperado árbitro de hockey. Harry sólo se apoyaba en mi. Y yo secretamente deseaba que no hubiera taxis, que él siguiera apoyándose en mi. Pero finalmente conseguimos uno. Y el chofer era -por suerte- un tipo divertido. Cuando escuchó Hospital Mount, rápido, se lanzó a una total rutina.

-No se preocupen, chicos, están en manos experimentadas. La cigueña y yo hemos trabajado juntos por años.

En el asiento trasero, Harry estaba abrazado a mi. Yo besaba sus cabellos.

-¿Es el primero? -preguntó el alegre conductor. Creo que Harry se dio cuenta de que estaba por tirarle un mordisco al tipo, porque me susurró: -Sé bueno, amor. Él está tratando de serlo con nosotros.

-Si, señor -le dije-. Es el primero y mi esposo no se siente muy bien, asi que... ¿podríamos pasar algunas semáforos, por favor?

Nos llevó al Mount a todo lo que daba. Fue muy amable, bajandose para abrirnos la puerta y todo. Antes de irse nos deseó toda clase de buena suerte y felicidades. Harry se lo agradeció. Él parecía poco seguro de sus pies, y quise levantaria en mis brazos pero insistió:

-No este umbral, Preppie. Así que entramos caminando y sufrimos a través del doloroso proceso de entrada.

"¿Tienen Tarjeta Azul u otro plan médico?"

"No"

¿Quién iba a pensar en esa trivialidad?

Nosotros estuvimos muy ocupados comprando la vajilla. Por supuesto, la llegada de Harry fue inesperada. Había sido anticipada anteriormente, y ahora estaba siendo supervisada por el doctor Zayn Malik, que era, como hazza lo predijo, un buen tipo a pesar de ser un completo Yale.

-Se le están dando glóbulos blancos y plaquetas -me dijo el doctor Malik-.
Es lo que más necesita por el momento. El no quiere antimetabolismo para nada.

-¿Qué es eso? -pregunté.

-Es un tratamiento que demora la destrucción celular -explicó-, pero, como Harry sabe, puede haber efectos secundarios desagradables.

-Oiga, doctor -sabía que lo estaba sermoneando en vano-, Harry es el jefe. Todo lo que él diga se hará. Solo le pido que hagan todo lo posible para que no le duela.

-Puede estar seguro de ello —dijo.

-No me importa lo que cueste, doctor.

-Puede durar semanas o meses -dijo.

-A la mierda con el costo -dije. Él era muy paciente conmigo. Quiero decir, en realidad yo le estaba discutiendo.

-Sólo estaba tratando de decir -explicó Malik- que no hay modo de saber cuan largo o cuan corto tiempo tardará él en consumirse.

-Pero recuerde, doctor -ordene-, recuerde que quiero que él tenga la mejor habitación privada. Enfermeras especiales. De todo. Por favor. Ya he con seguido dinero.

Love Story [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora