Fui en busca de él, lo vi apoyado de la barra de la cocina con los ojos cerrados. Lo sorprendí por la espalda, dándole un abrazo para darle ánimos, pues era palpable en el aire su frustración.
—Tranquilo, todo está bien. Has estado muy estresado y nervioso estos últimos días, es normal que esto ocurra. Aunque no lo creas, es algo más común de lo que parece.
—Gracias por el consuelo… Será mejor que vayas a tu casa. Mañana debes madrugar y ya te he hecho perder mucho tiempo.
—No digas esas cosas—me separé de él para enfrentarlo—. No me has hecho perder nada. Desde el comienzo sabíamos que esto sería difícil e incómodo para los dos, aun así, decidimos intentarlo y aquí estamos. Aún la noche es joven. ¿Qué te parece si lo volvemos a intentar?
—Te lo juro, es la primera vez que me ocurre.
—Podemos tomarnos el tiempo de… ¿prepararnos? Estamos muy nerviosos, tenemos que de alguna manera romper el hielo si queremos que esto funcione.
—No quiero fallar de nuevo.
—Debes comenzar por sacarte ese pensamiento de la cabeza. Eso no te ayudará en lo absoluto. Te dije que lo mejor en este caso es que lo intentaramos con la luz apagada.
—No quiero que sea así. Sería casi lo mismo que hacerlo con una almohada.
—¿Y tú lo has hecho con una almohada? —me tapé la boca—. ¿Haces esas cosas con la almohada?
—¿Qué está pasando por tu cabeza, Anahí?
—No tienes que avergonzarte. Digo, cada quien es libre de hacer lo que le haga sentir bien.
«Anahí, no estás ayudando con tus comentarios…».
—¿Cuándo fue la última vez que…?
—¡No hice eso con la almohada! —me interrumpió.
—Eso no era lo que preguntaría. Solo quería saber cuándo fue la última vez que tuviste intimidad. Dicen que si le das mucho uso, hay más probabilidades de que cueste un poco… ¿despertarlo?
Pues eso he oído, que sea cierto es otra cosa. Debería informarme más sobre el tema…
Sus ojos se abrieron como los de un búho.
—¿Te parece que soy del tipo de hombre que va por la vida de cama en cama y de mujer en mujer?
—Por Dios, no quise insinuar eso, Saúl. El acto puede ser repetido y constante con una misma persona. Por cierto, ahora que hablamos de eso, no tienes a nadie, ¿verdad? No quisiera que tuvieras problemas por mi culpa.
—¿No es demasiado tarde para cuestionar tal cosa?
—Pues ni tan tarde… Espera, eso se ha oído muy mal. No me malinterpretes.
Guardó silencio por unos cuántos segundos, antes de aclararse la garganta.
—Será mejor intentarlo el mes que viene. Espero sea tiempo suficiente para “prepararnos”.
[•••]
Desde esa noche no nos habíamos reunido hasta hoy, aunque sí habíamos estado en comunicación, sin mencionar nada de ese suceso tan incómodo.
He estado instruyéndome respecto a las causas, pero insisto en que debió ser el estrés y los nervios. Aún es joven para estar presentando problemas de disfunción eréctil, creo…
Nuestra confianza siempre había sido estrecha para muchas cosas, pero para esto sí se queda muy atrás.
Para el próximo mes, intentaré poner de mi parte. Solo debo imaginar que es un encuentro sexual cualquiera, que no es él mi amigo de la infancia y puede que funcione.
Hoy se supone que es un encuentro de amigos cualquiera, de todos los que siempre hemos tenido, pero se siente como si las cosas, de alguna manera, hubieran cambiado entre los dos.
Desde que entró a mi casa, no ha dejado de mirarme de arriba para abajo, como si quisiera decir algo respecto a mi disfraz, pero no lo hace. Su rostro estaba sumamente rojo.
—¿P-por qué estás vestida así? ¿Piensas ir al casting de Playboy?
—No es gracioso. Sabes perfectamente que hoy fue la fiesta de disfraces en la compañía y todos debían asistir vestidos de algo. ¿Tan mal se ve?
—No. Te queda bien, aunque no sé descifrar de qué estás vestida. Es la primera vez que te veo con medias y te sientan muy bien.
—Soy una profesora, es solo que dejé los lentes y la regla en el auto.
—Que lástima, me hubiera gustado ver el disfraz completo.
—Entonces iré a buscarlo.
Salí al garaje en busca de la regla y los espejuelos me los puse por el camino de regreso.
—Gracias al cielo que jamás me atrajo la profesión de maestra, porque creo que hubiera sido la más mala de todas— sonreí con suficiencia, dándome varios reglazos en la palma de mi mano—. A todos esos niños malos los castigaría.
Se giró en la silla mirando hacia la antesala y aclarándose la garganta.
—¿No te estás viviendo mucho el papel?
—Sí, me siento muy empoderada vestida así. Es increíble lo que un disfraz puede provocar.
—T-totalmente.
—Oye— me acerqué por su espalda y saltó de la silla como un gato tras ser asustado—. ¿Qué te pasa?
—¡Me asustaste! ¿Por qué haces eso?
Últimamente reacciona así cuando me acerco.
—Cálmate— reí—. Solo quería preguntarte algo. ¿De verdad te gustan las medias? Si supieras que no te equivocaste, es la primera vez que las uso y son bien cómodas—puse la pierna sobre la silla donde estaba sentado, acomodándolas mejor y llevándolas más arriba de la rodilla—. Creo que las usaré de hoy en adelante. Al principio pensé que me quedarían muy ajustadas y al ser negras me darían calor, pero la tela es demasiado suave y fresca.
Levanté la mirada por su repentino e incómodo silencio y en el trayecto mis ojos se situaron en el gran cañón más grande que el Pico de Teide y pronunciado que se formaba en su pantalón.
Me llevé las manos a la boca con sorpresa. No podía siquiera disimular mi asombro, pues me tomó con la guardia baja, todo lo contrario a como se encontraba ese soldado.
—¡Resucitó, Saúl! —fue un comentario bastante inapropiado, pero salió de forma natural bajo la impresión del momento.
Se tapó el rostro con ambas manos, juro que tenía hasta la frente y las orejas rojas.
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Mi Dulce Anhelo [✓]
RomanceAnahí es una mujer soñadora, luchadora y con mucho amor para dar. Desde muy joven, ha tenido el anhelo de convertirse en madre, por lo que teniendo este sueño como su norte, ha luchado por prepararse física, mental y económicamente para ello. Luego...